Cuando a Anthony Bourdain le pasaron un completo en Viña del Mar, no supo cómo engullir tamaña cantidad de palta, tomate, mayonesa, chucrut y salsa americana reunidas en un pan con vienesa. Comenzó a darle mascadas por el costado, se quejó del exceso de mayonesa bromeó con su acompañante preguntando que cuán ebrio había que estar para comérselo entero. La experiencia marcó tanto el viaje del chef norteamericano que, cuando terminaba su programa Sin Reservas sobre Chile -con el que el lunes abrió su nueva temporada televisiva-, volvió a recordar el sorpresivo plato.

Era esperable que a Bourdain lo descolocara la adaptación criolla de este sándwich en pan de leche: en Nueva York se sirve solo y, con suerte, se le agrega salsa de mostaza. "Es lo más fome que hay", afirma el chef internacional Guillermo Rodríguez, quien está indignado con los dichos de su par estadounidense: "No necesitamos ese tipo de chef que viene a hacernos críticas a la identidad chilena, porque el completo como tal es nuestro (…) Tenemos que quererlos, que apreciarlos, a nosotros nos gustan todas esas untuosidades".

Y tiene razón, porque desde que el hot dog aterrizó en Chile, se lo mezcló con cuanto ingrediente aportara la sandwichería local. "Es la parte del mundo donde más complejos son", dice con propiedad Roberto Marín (85), autor de Chilenos cocinando a la chilena. El cronista recuerda que se empezó a servir "en el Portal Fernández Concha sólo con mayonesa y que, de a poco, le agregaron cosas. En un local de Morandé le colocaron una ensaladilla de tomate picado fino".

Vienesas e italianos

La versión más extendida dice que Eduardo Bahamondes Muñoz, un comerciante que trabajó en Estados Unidos, fue quien en la década de 1920 introdujo el alimento en el local que abrió en la galería de Plaza de Armas, el Quick Lunch Bahamondes.

Allí se habló de la "vienesa completa", al sumarle chucrut.

Mendieta cuenta que cuando llegan "gringos" les toman fotografías a las untuosas preparaciones, sobre todo el completo gigante. ¿Una receta especial? "El pan, que lo hacemos aquí", dice. Para otros, la gracia está en la mayonesa, que tiene papa.

Los preferidos

En Argentina les dicen "panchos" y son más simples; en Portugal se llaman "cachorros" y vienen con zanahoria y lechuga, y en Cuba los conocen como "bocadillos de perro". "Al principio se lo conocía como perro caliente y aparecen después de la 1ª Guerra Mundial", dice Carlos Reyes, cronista gastronómico de La Tercera.

El autor Héctor Velis-Meza dice que "la cantidad de ingredientes que se le coloca acá en Chile no la he visto en otras partes". Y eso despierta nostalgia. "Yo viajo mucho y los chilenos en el extranjero me dicen 'qué ganas de comerme un completo del Dominó'. Esas son de las pocas añoranzas que tiene uno de Chile", asegura Guillermo Rodríguez, quien destaca el uso de la palta, como algo único.

Es, precisamente, el hot dog de la cadena iniciada en 1952 en un local de Agustinas uno de los preferidos. "Es el estándar", precisa Reyes. Otros destacan los de la Fuente Suiza, en Ñuñoa, o los de picada, como los del Tío Manolo, un local de Avenida Marathon, Macul, donde "la idea es la abundancia", explica un empleado.

Lo que tal vez no sabía Bourdain es que un chileno les está vendiendo completos a los propios norteamericanos. Ari Wurmann, quien cursaba un MBA en Boston, se quedó en el país del Norte y abrió en 2005 en Miami la cadena Franktitude, conocida como "el Starbucks de los hot dogs".