Diez días duró la única visita de Anthony Bourdain a Chile en marzo de 2009. Además de realizar una conferencia en Espacio Riesco, llegó para grabar un capítulo de su programa Sin reservas, donde se sumergía en lo más profundo de la cocina local de los países que visitaba.

Así fue como una vez aterrizado en Santiago se fue directo a la Fuente Alemana. En ese lugar lo atendió Nelly Flores. "Yo no sabía quién era así que cuando me contaron fue toda una sorpresa para mí, realmente un agrado atender a una persona tan importante", cuenta, y agrega que el chef no comió el clásico lomito sino que un rumano, "porque tiene chucrut, mayonesa y salsa de tomates casera" que acompañó de una cerveza. "Fue una locura porque después de que él vino la gente quería comer lo mismo que él y sentarse donde mismo", detalla Flores, quien también recuerda que lo que más llamó la atención del neoyorquino fue que prepararan los sánguches ahí mismo, delante de las mesas.

La siguiente parada de Bourdain en la capital fue El Hoyo, mítica picada de más de cien años ubicada en Estación Central, donde en las casi dos horas que estuvo probó el arrollado, el pernil, las prietas y el terremoto. "Le gustaron mucho las prietas, pero les decía 'la cosa negra' porque no podía pronunciar la palabra", recuerda José Luis Valdivia, el garzón que lo atendió hace 9 años. "Se tomó dos jarras de litro y medio de terremoto, pero como es tan grande no le pasó nada", agrega entre risas.

Enrique Marambio, el garzón más antiguo del lugar, destaca lo positivo que fue para el local la visita del chef, sobre todo porque lo convirtió en una importante parada turística. "Él es un dinosaurio del gourmet. Por eso después de que vino se llena todos los días, y los sábados se hacen filas. Estamos afectados, porque se nos va alguien que realmente nos valoró", se lamenta Marambio a pasos de una especie de altar que armaron ayer alrededor de una foto de Bourdain.

Pero Santiago no fue la única ciudad que visitó. Puerto Montt y Valparaíso fueron otras de sus paradas. Junto al cineasta Jorge López Sotomayor llegaron a El Sibarítico, en Viña del Mar, donde el chef probó el completo chileno mientras se quejaba del exceso de mayonesa y bromeaba diciendo que es algo que sólo se puede comer ebrio. "En Nueva York los hot dogs son muy simples y pequeños, entonces cuando vio este tremendo pan y que le ponían palta y mayonesa con una espátula, se le cayó la cara, me decía '¿por dónde empiezo?'. Se manchó entero", recuerda el cineasta riendo. Además, aprovechó de revelar que la técnica del animador para comer tanto era sólo hacerlo mientras lo grababan y luego compartir con el equipo.