Para un hombre como el director Brad Bird (60), que ha pasado casi la totalidad de su trayectoria pensando, creando y despachando experiencias audiovisuales para la familia, la analogía posee absoluto sentido: "Es como cuando tienes hijos y están muy chicos, pero de pronto te volteas y ¡wow!, ya han pasado 14 años. Eso fue lo que pasó en este caso, así pasó el tiempo para mí".
En esos 14 años que transcurrieron desde noviembre de 2004, los superhéroes acentuaron su protagonismo en la pantalla grande gracias a franquicias como Marvel; la compañía Pixar fue comprada por el gigante Disney y sólo aumentó su impacto global con hits como Cars, Up, Intensa Mente y Coco; y los temas relativos a la igualdad de género y feminismo alcanzaron casi todos los rincones de la industria del cine, incluyendo el universo de fantasía imaginado por la animación.
Es, en lo concreto, el extenso paréntesis que pasó entre la primera entrega de Los Increíbles y su segunda parte, a estrenarse este jueves 14, y desde ya perfilada como una de las cintas más exitosas de la temporada.
"Es cierto que las cosas han cambiado mucho, ahora hay más competencia, hay más apuesta por los superhéroes. Pero si lo piensas de esa manera, naturalmente no estarás entusiasmado. Sólo dirás 'rayos, hay muchas películas de superhéroes, hay muchos filmes animados, ¡el mundo no necesita más!'. Pero si luego miras alrededor y lo piensas en detalle, dices: '¿me gustan esos personajes? ¿Se han dejado de hacer películas como éstas después de la primera?' No, eso no lo han hecho, entonces te entusiasmas de volver a lo que te gusta. No se torna fácil, pero si posible. Sientes ánimo de levantarte en las mañanas y salir a trabajar", dice Bird en conversación con Culto, mientras precisamente observa lo que hay a su alrededor.
Desde una mesa y un par de sillas situadas en un segundo piso, el realizador contempla la inmensidad de la planta baja de los estudios Pixar, levantados en las cercanías de San Francisco y que semejan una suerte de campus universitario, un reducto donde treinteañeros de las más diversas raíces étnicas transitan de un lado a otro, como componentes de una gran fábrica que prepara al interior de oficinas llenas de computadores, proyectores, ilustraciones y libretos el próximo producto de éxito que sacudirá a una generación completa.
Todo secundado por varios personajes en tamaño gigante que reciben a los invitados desde la entrada, como Buzz Lightyear y el comisario Woody, representando a Toy Story, o Sulley y Mike, por parte de Monsters,Inc., aunque las figuras más relevantes del lugar están sólo a metros y son muchísimo más diminutas, con menos colores pero más trascendencia: en una extensa vitrina asoman relucientes los 19 Oscar que ha ganado Pixar, como símbolo indiscutido de orgullo y poderío. Entre ellos están los levantados por el propio Bird, por el debut de Los Increíbles (2004) y por Ratatouille (2007), ambos en Mejor película de animación.
Y con Los Increíbles 2, ¿le gustaría aumentar sus premios Oscar?
No, sólo espero que la gente disfrute. Es mi mayor aspiración. Y bueno, es obvio que quieres que no se pierda dinero. La idea es obviamente que con esto hagan dinero (se ríe).
Un largo camino
Pero más que convertirse en una nueva máquina de dólares y estatuillas doradas, para Bird el plan de retomar Los Increíbles iba en otra dirección. Apenas culminó la primera parte empezó a idear una secuela, aunque no daba con la historia ni la continuidad precisa. "En ese caso, era mejor dejarla descansar, aunque siempre estuvo en los planes", completa.
Tras concentrarse en otros proyectos -como la cuarta Misión Imposible (2011) o Tomorrowland (2015)-, recién retomó la iniciativa en 2013, cuando en un flashazo tuvo claro al menos tres vértices esenciales en la vuelta de la familia Parr: que sus miembros no envejecerían; que la historia se retomaría en el mismo momento en que quedó hace 14 años, cuando enfrentan a ese villano subterráneo conocido como El Socavador; y que esta vez los roles familiares estarían intercambiados.
La madre del clan, Helen, que en su vida de heroína se transforma en la plástica e hiperflexible Elastigirl, esta vez sería la encargada de salir a trabajar y salvar al mundo de los malhechores; mientras que su esposo Bob, el hombre corpulento que en secreto calza el traje rojo de Mr. Increíble, se quedaría en casa cuidando de sus hijos, Violet, Dash y el pequeño Jack-Jack.
Eso sí, ninguno de ellos estaría atrapado por los problemas de la adultez: seguirían en sus mismas edades, con sus mismos poderes, quizás cumpliendo el anhelo de sus creadores de eternizar la infancia, de congelar esa fase de la vida en que las turbulencias aún son una amenaza lejana.
"No quería que ellos se pusieran más viejos, siempre me opuse a esa idea. Fui asesor creativo de Los Simpson y me parece que no crecer funcionó bastante bien en toda su historia", explica.
Brindo por la familia
De igual manera, también mantiene la distancia cuando justifica el rol de una mujer fuerte y de un hombre más preocupado de las tareas domésticas: según puntualiza, no se trata necesariamente de ir en sincronía con los tiempos. "No estoy preocupado de que cada personaje adquiera una personalidad según la actualidad. Ellos siempre tuvieron su carácter definido: Bob era el fuerte; Helen era la madre capaz de hacer mil cosas a la vez; Violet era la adolescente insegura, por eso prefiere hacerse invisible; Dash es pura energía a los diez años y el bebé sorprende a cada minuto con sus poderes. Pero para mí lo importante es la familia, cómo se mantiene esa dinámica, ese fue siempre mi trasfondo".
En países como Chile, Los Increíbles fue un impacto absoluto. ¿Cree que apuntar a la familia es la clave para que la cinta tenga éxito en culturas tan distintas?
Creo que todos entendemos a la familia, y eso es de lo que habla la película. También cada cultura lidia con el poder del ser humano y la capacidad que tenemos de hacer cosas asombrosas, desde el baile hasta pintar. Podemos ir al espacio, sumergirnos en el agua o crear aparatos para poder respirar en estos ambientes. Entonces, con los mismos dones que nos dieron, también pudimos desarrollar la bomba atómica, que puede destruirlo todo. Bajo esa mirada, siempre estamos enfrentando nuestro poder, así como los superhéroes. Por esto, estos dos factores, lidiar con nuestros poderes y con una familia, son elementos universales que nos unifican como seres humanos.
Pese a que siempre tuvo claro el guión de la historia, igual tropezó con un capítulo inesperado. Aunque la orden de los ejecutivos de Disney era que se estrenara en 2019, después de otro producto estrella, Toy Sory 4 -que llegaría a las salas este año-, finalmente se invirtieron las agendas: el retraso en la nueva entrega del filme de Woody y Buzz Lightyear hizo que se aceleraran los planes para que finalmente Los Increíbles 2 viera la luz este año.
"Lo tuvimos que hacer muy rápido. En un momento nos dijeron 'falta mucho todavía para Toy Story 4, así que nos gustaría moverlos a ustedes. Tendrán que salir un año antes de lo previsto'. Y ahí fue como '¡será mejor que empecemos ahora ya'. Pero afortunadamente Pixar ha crecido, es tres veces más grande que cuando hicimos la primera y teníamos un grupo de gente muy talentosa. Fue como desplegar a las tropas en el día D, listos para la guerra", simboliza Bird.
Más que Toy Story 4, los verdaderos rivales de la familia Parr serán los Avengers, que esta semana se convirtió en la película más vista en la historia de Chile, con 2 millones 248 mil espectadores, sacando del podio precisamente a la última gran cría de Pixar, Coco; o Jurassic World, la nueva producción que revive el mundo de los dinosaurios y que se tomará los cines desde el 21 de este mes. Mirando esa competencia ruda, saturada de héroes poderosos y dinosaurios que parecen nunca extinguirse, Bird, desde las alturas de quizás la compañía de entretención más importante del planeta, vuelve a apelar a lo más simple, al núcleo elemental: "Para mí, que Los Increíbles tenga a la familia como su mayor sustento, es algo que siempre la hará universal y que marcará distancias por sobre todo el resto".