Con solo 22 años, ya tiene a su haber más de un centenar de composiciones, y mediante concursos consiguió este año ser programado por las dos principales orquestas del país. En enero, la Sinfónica Nacional presentó su Dies Irae, tras ganar la convocatoria para el Festival de Música Contemporánea de la Universidad de Chile. Y ahora, se apronta para el estreno de La isla encantada, escogida en el concurso de la Filarmónica de Santiago para ser la única obra chilena en el abono de conciertos del Municipal.
Ignacio Salvo (1995) empezó a componer tempranamente, "desde los 5 años", comenta, y es esencialmente autodidacta. "Cuando iba en Kinder, en vez de timbre ponían música clásica, y un día le pregunté a mi mamá qué era eso, y ahí me mostró unos cassettes que había en la casa. Siempre tuve el interés de crear esa música, de hacerla yo mismo", relata, a la vez que muestra orgulloso partituras de gran tamaño que lleva en su bolso: un réquiem de 90 minutos, su Tercer Concierto para piano y una Primera Sinfonía, todas obras de los últimos dos años.
Cuenta que "de los 10 hasta los 17 me formé solo, buscaba partituras en Internet y las estudiaba", hasta que llegó a la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, con cartas de recomendación del compositor turco Fasil Say, a quien contactó virtualmente. Pero su paso por Compañía 1264 no fue agradable para él: "Al principio estaba muy motivado, pero empezaron los problemas cuando tuve los ramos de composición. Demostraba demasiada autonomía, y creo que eso causaba molestia".
Se queja de "cierta envidia de algunos profesores", y que "me ignoraban, a pesar de ganar concursos". Salvo ya había ganado la convocatoria de la Sinfónica en 2015, y había sido finalista en el concurso Luis Advis en 2016. Edgardo Cantón, uno de sus principales tutores en la Chile, reconoce que "tiene mucho talento, la música le fluye y puede producir mucho en poco tiempo".
Su disconformidad se acentuó debido a que "yo iba en una línea distinta a la supuesta vanguardia de los años 60 que ellos representan, y quería hacer este neorromanticismo extraño". El resultado fue que se salió y ahora cursa primer año de Sicología en la Universidad Finis Terrae, pero sin abandonar la composición. "Siempre tuve un interés tanto por las humanidades como la ciencia, y encontré en la Sicología ese punto en común entre ambas".
Sobre sus inspiraciones, indica que "mis referentes son europeos totalmente, yo hasta llegar a la Chile no sabía que había compositores chilenos", dice con honestidad. "Berlioz, Strauss, por la grandiosidad de la música, también Mahler, que me inspira filosóficamente más que musicalmente. Y de la música actual, me interesa el alemán Jörg Widmann".
Inspirado en Shakespeare
La isla encantada lleva el subtítulo de Dos escenas de La tempestad de Shakespeare, op. 106. Dice el compositor: "Es como un poema sinfónico pictórico, con un lenguaje al estilo de Brahms, pero deconstruido y ligado a sonoridades tonales, con mucha melodía". Sobre sus dos movimientos, afirma que son "contrastantes", donde "el primero se rige por un ostinato en el arpa y representa el hechizo de Ariel, y anuncia el tema principal del segundo, que es como un andante que recuerda un paseo, inspirada en un cuadro que vi en Wikipedia sobre Miranda y Ferdinando".
El concierto que tiene lugar martes 19 y miércoles 20 estará dirigido por Pedro-Pablo Prudencio, y contempla además la Obertura-Fantasía Romeo y Julieta de Tchaikovsky, y Sueño de una noche de verano de Mendelssohn. Es esta conexión shakespeariana la que motivó a Salvo.
"Sabía que con una obra inspirada en Shakespeare tenía más posibilidades que con algo basado en el norte, por ejemplo", dice.
Fue Prudencio, director residente de la Filarmónica, el impulsor de este concurso: "La idea precisamente era abrir el Municipal a nuevas generaciones, y potenciar nuevos talentos". Acerca de la obra de Salvo comenta que "tiene una instrumentación muy rica, reconozco un talento para orquestar y belleza en sus temas. Los dos movimientos en su conjunto tienen el carácter de obertura".
Salvo es optimista respecto a la recepción de la audiencia. "Mi interés como compositor siempre ha estado en escribir para el público, pensando en sus expectativas y en entregar un buen espectáculo, más que quedar conforme sólo yo con un trabajo bien hecho", dice.