Paul Banks es un cara de palo. Así, no más. La voz y guitarra de Interpol, en un momento, te lanza cosas como "You're the only person/ who's completely certain/ there's nothing here to be into" y ahí se queda, de expresión inmutable. Luego, cuando te has predispuesto, va y te dice eso de que "can't you see what you've done to my heart and soul?/ this is a wasteland now", sin alterar la fachada tampoco. Además, después que te has acostumbrado a tanta sequedad de expresión, bien te cuentan que se viste de urbano para hacer un dúo con RZA (Wu Tang Clan) en Banks & Steelz y, para colmo, opera como DJ de Hip hop cadencioso con el nombre realmente poco oscuro de DJ Fancypants. Un verdadero cara de palo.
Ahora, si la extroversión desatada no está en el apartado "habilidades y datos de interés" del CV de Paul Banks, otra cosa muy diferente es lo que refiere al efecto que generan en otros. Sin moverse ni comunicar más allá de lo estrictamente necesario, Interpol logran poner en comunión a un público de unas 2000 personas, como sucedió el pasado martes 26 en Sesto al Reghena, pueblo de la región de Friuli- Venezia Giulia, al norte de Italia. También colaboran en esto, Daniel Kessler en la primera guitarra y el incansable Sam Fogarino en batería; dos músicos de apoyo en bajo y teclados; el sencillo, aunque muy efectivo juego de luces; pero por sobre todo sus canciones. Unas que combinan dramatismo y pulso bailable por partes iguales y que justifican que una pequeña ciudad se llene de foráneos por algunas horas.
El festival Sexto 'Nplugged cumple 13 años este 2018 y, en un esfuerzo en el que se involucran los diversos habitantes en puestos de seguridad y producción; se logra hacer un festival de carácter internacional en un lugar de, apenas, 40 kilómetros cuadrados y 6.500 habitantes. Si en anteriores oportunidades han estado Belle and Sebastian, Air o Antony and the Johnsons; en esta ocasión se esperan conciertos de Mogwai, Rhye y, el reclamo principal: la única fecha en Italia de Interpol, a 3 semanas de lanzar "The rover", su nuevo single y a la espera para agosto del sucesor de El pintor (Matador, 2014) llamado Marauders.
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Combinando, entonces, los reclamos históricos con su inminente novedad discográfica, Interpol da el mejor concierto que se puede hacer cuando ya se ha revuelto el armario hace no tanto rato. Considerando que el año pasado hicieron una exitosa gira para celebrar los 15 años de su debut Turn on the bright lights (Matador, 2002), sólo tocan 3 del disco referido ("Obstacle 1", "The new" y "Roland") y el resto del show sirve como manera de condensar sus mejores señas de identidad, con escasas paradas en sus discos de esta década y con preponderancia del material de Our love to admire (Matador, 2007) y, sobre todo, Antics (Matador, 2004).
Aunque no hay énfasis en aquel primer disco, que los posicionó dentro del revival post punk de inicios de siglo (ese que tenía como líderes a unos actualmente extraviados The Strokes), la homogeneidad sonora se mantiene y, dentro de ello, no se perciben tantas diferencias entre el material histórico y los nuevos temas que aparecen entre medio del setlist. "The rover", un excelente single, tiene todas las señas de "Say hello to the angels" (que no tocan) y "Now you see me at work", recuerda bien el gusto de la banda neoyorquina por los sonidos británicos de fines de los 70s (sí, Joy Division, la sombra de buena parte del repertorio).
La expectativa frente al cambio a un sonido más expansivo u orquestal, como es costumbre en el productor de Marauders, Dave Fridmann (reconocido por su trabajo con Flaming Lips y Mercury Rev), se compensa con un directo sin mayores desviaciones de los modos habituales de la banda. Por lo menos, ningún gesto se observa en el semblante imperturbable de Paul Banks y tampoco hay modificaciones en el éxtasis colectivo que tiende a generar la banda. Interpol, como gente agradecida que son, dijeron algunos "grazie mille", hicieron un show memorable y se fueron calmados con su procesión interna. Allí, en el subterráneo emocional, donde residen.
*Fotos: Davide Carrer / udine20.it