Entre 2002 y 2007 el escritor argentino Patricio Pron fue estudiante de doctorado en la Universidad de Göttingen, Alemania. Entre otras cosas, de vez en cuando le tocaba pasear visitantes hispanohablantes por la ciudad, así como servirles de traductor. Uno de los relatos incluidos en su nuevo libro, Lo que está y no se usa nos fulminará, toma aquella experiencia: en "La bondad de los extraños" un "gran poeta chileno" llega de visita a una universidad alemana y destroza (como si fuera un miembro de The Who o algo por el estilo) la habitación de un hotel. P, un joven profesor argentino, es enviado a sacarlo y arreglar la situación. Es así como al llegar al hotel se lo encuentra en estado de ebriedad y, ante la terquedad del poeta chileno, le escucha lo siguiente:

"…me pagái conchetumadre, te crí que me podí tomar pa' las huevas, que la literatura es pa' el hueveo, y no, po, é la sagrada misión del hombre…"

"La bondad de los extraños" es todo menos bondadosos con los poetas chilenos. Y lo mismo con la jerga local, la cual, frente a los ojos de P le parece una "lengua bárbara". En todo caso no es el único cuento de este conjunto (titulado a partir de Luis Alberto Spinetta) que se ríe de los autores y autoras latinoamericanos y de las siempre estúpidas rencillas entre países. En Lo que está y no se usa nos fulminará abundan el humor y la soltura narrativa; son doce relatos que incluyen elementos como Tinder; la insurgencia montonera y la guerra sucia en Argentina; y un músico que intenta "mejorar" la canción "Like a rolling stone" (Bob Dylan).

"Viví varias situaciones similares con escritores y académicos chilenos durante mi tiempo en Alemania y supongo que era inevitable que acabara escribiendo sobre ellas", dice Pron desde Madrid, donde vive hace 10 años, sobre "La bondad de los extraños".

-¿En qué autores chilenos pensaste a la hora de darle forma al "gran poeta chileno"?

-Pensaba en varios, pero también en ciertas actitudes que los escritores tenemos en ocasiones cuando estamos de viaje y que no son necesariamente chilenas, aunque "casan" muy bien (por contraste) con la actitud reverencial que se tiene en Chile hacia los escritores y, en particular, los poetas.

-¿Cómo hiciste para dar con el habla chileno? Términos como "pagai", "conchetumadre", "hueveo" se repiten en este relato.

-Ah, es que tengo muy buenos informantes, además de una relación estrecha con la literatura chilena. Mi asesora para todo lo relacionado con las expresiones chilenas fue Daniella Maldini, por ejemplo.

-"P pensaba en la rivalidad entre los argentinos y chilenos y en cómo ésta se había inclinado recientemente a favor de estos últimos", se lee en "La bondad de los extraños". ¿A qué se refiere P con esto?

-La literatura tiende a quedar rápidamente desactualizada, incluso en relación con los hechos más banales, ¿no? Cuando escribí este relato estaba pensando en la superioridad de la selección chilena de fútbol sobre la argentina, pero esa superioridad se ha visto condicionada por el hecho de que Chile no llegó al mundial mientras que Argentina sí lo hizo, aunque va a salir de él más pronto que tarde. De manera un poco más específica, también estaba pensando en la superioridad de la literatura chilena contemporánea (en especial de su narrativa) respecto de la argentina: me parece que algunas de las cosas más interesantes que se han producido en la literatura latinoamericana en los últimos años han tenido lugar en Chile.

-Durante tus años como doctorando Roberto Bolaño visitó la universidad donde estudiabas. ¿Qué recuerdas de aquel encuentro?

-B. visitó Göttingen en 2000, creo, y desde entonces fuimos interlocutores y amigos uno del otro hasta su muerte en 2003. Fue divertido y enriquecedor haberme encontrado con él y me siento afortunado por ello. Lo echo de menos una o dos veces a la semana, por lo menos.

Este es el escritor que tanto temías en el pasado

Un escritor "quejica y debilucho" y llamado Patricio Pron contrata a un puñado de actores para que "hagan de Patricio Pron". La idea es que este doble haga del escritor "quejica y debilucho" durante las insoportables giras de promoción de sus libros. Por supuesto que todo —como en la vida— resulta desastroso. El relato se llama "Este es el futuro que tanto temías en el pasado" y, de alguna forma, trata sobre esta época de redes sociales, en la cual nuestro yo se divide en varios yo tan artificiales como ficticios. Pron (quien tiene y usa exhaustivamente las redes sociales) juega con esos conceptos y también aprovecha de reírse de sí mismo al describir al escritor "quejica y debilucho" como "uno de esos tantos escritores que publica con cierta regularidad y disfruta de un éxito moderado y una atención quizás excesiva, un escritor del montón (…) llamémoslo Patricio Pron, por darle un nombre cualquiera".

Otra lectura de este cuento (y que también se relaciona con otros relatos incluidos en este libro) es que Pron se ríe de la auto-ficción, aquel sub-género literario que, por ejemplo, ha sido usado por algunos de los compañeros y compañeras generacionales de Pron como Alejandro Zambra, Guadalupe Nettel, Valeria Luiselli y Marcos Giralt. De hecho, el mismo autor argentino se "auto-ficcionaba" en su novela El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, publicada en 2011. Aunque desde entonces que las librerías parecen llenarse de novelas y libros que más bien parecen diarios de vida apenas cubiertos por un velo ficticio.

"Un diagnóstico algo apresurado del género: no hay lenguaje, no hay una relación compleja con la realidad, no hay un cuestionamiento de la unidad del sujeto ni de su identidad, privada o pública…", reflexiona Pron sobre la auto-ficción. "Naturalmente, cada uno puede escribir los libros que quiera, pero, en cuanto lector, me arrogo el derecho de no tener que leerlos".

-¿Qué es lo que más te da risa de los autoras y autoras que usan la auto-ficción? En alguno de estos relatos hay un juego, me parece, con la forma en que algunos se proyectan a partir de sus obras literarias, las cuales no son muy distintas a sus redes sociales…

-Parece haber una tendencia a la representación del autor en la literatura contemporánea que, por una parte, tiene algo de narcisista y, por otra parte, da la impresión de afectar principalmente a escritores a los que en realidad no les ha pasado mucho, lo cual tiene como resultado unos libros muy pobres. A esos libros ni siquiera deberíamos llamarlos "auto-ficciones" porque parecen tener una relación estable y mimética con la realidad, que es exactamente lo contrario que la auto-ficción propuso en sus orígenes, hace unos cuarenta años. (Es decir, cuando era nueva.)

-El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan, La vida interior de las plantas de interior, El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia y ahora Lo que está y no se usa nos fulminará. Para muchos lectores y lectoras te has convertido (entre otras cosas) en el autor de los títulos largos. ¿Sientes que ya estás en la etapa en que te parodias a ti mismo en cuanto a esto?

-Los títulos largos tienen una relación problemática con los libros en los que aparecen y eso me gusta; muchas veces, también, son producto de ciertos libros, que, de alguna manera, los "piden", como en el caso de Lo que está y no se usa nos fulminará. En ese sentido, no creo que sean tanto un recurso estilístico como una especie de destino, de esos libros y mío en tanto su autor. Por otra parte, la parodia siempre está allí, gravitando, como en La vida interior de las plantas de interior, que es un título que puede ser considerado seriamente o no, a gusto del lector.

-¿Qué es aquello que –como apunta el nombre de tu libro– está, pero que si no usamos nos fulminará?

-Muy posiblemente la libertad para determinar quiénes deseamos ser y qué identidad (de género, política, como lectores, gremial, de clase) deseamos tener: como descubren los personajes de este libro, esa libertad no nos ha sido concedida de manera indefinida, sino que debemos usarla una y otra vez para que no nos sea sustraída por un Estado que nos la concedió a regañadientes y hace todo lo posible por coartarla.