Roberto Bolaño, el narrador chileno más influyente de las últimas dos décadas, vivió apenas 50 años y todo acabó en Cataluña, en 2004. Sin embargo, se sabe que un gran escritor puede vivir a través de sus personajes y hay al menos una manera de seguir creyendo en la "segunda existencia" del autor fallecido en Blanes: ¿Acaso Arturo Belano, aquel poeta errabundo y arriesgado al que por última vez se vio en una guerra en Liberia, podría seguir con vida? Bolaño nunca explicitó su muerte en sus novelas y no es descabellado aventurar que lo haya hecho a propósito. De esta manera, su alter ego desde Estrella distante (1996) hasta Putas asesinas (2001) tendría la oportunidad de retornar a la aventura y la contienda de la vida.

En la película La biografía inventada (2018), el director y guionista Nicolás Lasnibat alienta justamente esta última hipótesis. Más bien le da vida. Cree en ella y su filme es la puesta en escena de la imaginaria búsqueda de Belano. Para Lasnibat, el poeta infrarrealista no murió en Africa (como muchos supusieron después de leer Los detectives salvajes), sino que se las arregló de alguna manera para regresar a Ciudad de México.

El primer largometraje de Lasnibat es parte de las nueve seleccionadas para la Competencia Oficial del 14° Santiago Festival Internacional de Cine (Sanfic). El encuentro, organizado por CorpArtes, irá del 19 al 26 de agosto y su oferta en la sección local es múltiple en términos temáticos, apostando a directores en general bastante jóvenes.

"La película no es un documental falso. Es un documental real sobre un personaje imaginario", explica Nicolás Lasnibat desde Francia, país donde ha sido ayudante de dirección de Patricio Guzmán. Sobre su interés en la obra del autor de 2666, el realizador dice: "Tengo la sensación que al crear el personaje de Arturo Belano, Bolaño quiso dejar una biografía inventada para las generaciones futuras. Ya que los escritores pasan, pero los libros quedan". Luego resume: "La biografía inventada es un viaje al interior de las novelas y cuentos donde aparece Arturo Belano".

Con cinco años de preparación y seis meses de rodaje, La biografía inventada es una propuesta de amplia ambición en términos de producción: se rodó en París, Ciudad de México, el desierto de Sonora, Michoacán, Santiago, Valparaíso y Concepción, entre otros lugares. Nicolás Lasnibat trabajó con actores reales (Amparo Noguera en Chile o Anne Alvaro en Francia, por ejemplo) para interpretar a diversos personajes de Los detectives salvajes y Estrella distante.

Entre el Ganges y Puente Alto

Sobre la diversidad temática de esta versión de Sanfic, la directora ejecutiva de CorpArtes, Francisca Florenzano, dice: "Buscamos una variada selección de películas nacionales. En estos nueve filmes, nos encontramos con reflejos de nuestra sociedad. La belleza de la geografía chilena o temáticas como la inmigración, nos muestran nuestras diversas realidades y las miradas de cada uno de sus realizadores".

Entre las nueve cintas hay tres documentales: Flow, de Nicolás Molina; Petit Frère de Roberto Collío y Rodrigo Robledo, y Cielo, de Alison McAlpine. El primero de ellos es una curiosa reflexión sobre dos realidades geográficas y humanas separadas por océanos de distancia, y cuyos ríos pueden eventualmente acercarlas. Se trata de la India y Chile. O, para ser exactos, del río Ganges y el Biobío.

"La idea fundamental fue hacer un sólo relato y pensando siempre que el Ganges y el Biobío pueden formar un único río. Nuestra idea es que el territorio siempre esculpe al hombre", explica Nicolás Molina, que antes dirigió junto a Antonio Luco Los castores (2014), elogiada cinta sobre la plaga de estos roedores en Tierra del Fuego.

"Algunas comunidades agrícolas y ganaderas a los pies del Himalaya, donde nace el Ganges, son muy parecidas a las que hay en Chile, cerca del origen del río Biobío. Pero a medida que el asentamiento humano crece, todo cambia", reflexiona el realizador que, de paso, cuenta que el rodaje en la India fue extenuante. "Nos enfermamos con mi esposa, que es la productora. Bajamos cerca de 10 kilos y filmamos en esas condiciones por un mes".

La aventura de Nicolás Molina en el Ganges tiene un correlato en la odisea de la canadiense Alison McAlpine en el Desierto de Atacama, en Chile. El resultado fue su película Cielo, que pone la cámara en la bóveda estrellada que noche a noche auscultan los astrónomos del norte, pero también los habitantes de la zona. No los científicos afuerinos, sino que los nacidos y criados, desde los recolectores de algas de la costa hasta mineros y campesinos del interior.

Otro extranjero en Chile, aunque con diferente suerte a Alison McAlpine, es Wilner Petit-Frère, un inmigrante haitiano que lleva seis años acá y es el sujeto narrativo del filme Petit-Frère. Ya exhibida en el Festival Visions du Réel (Suiza), la película partió como un proyecto de serie televisiva sobre inmigrantes, pero finalmente decantó en este retrato del fenómeno haitiano: Petit-Frère no es uno más, sino que es dirigente de su comunidad y mantiene un periódico en creole para sus compatriotas.

También de la realidad, aunque ahora tamizada por el filtro de la película de ficción, se nutre Trastornos del sueño, de Camilo Becerra y Sofía Gómez. Ambos ya habían estado detrás de la magnífica Perro muerto (2010), ganadora en el Festival de Valdivia. Si ahí narraban la precariedad económica y emocional de una joven madre soltera en Quilicura, en Trastornos del sueño cuentan todo a partir de otra situación urgente.

"Nos interesaba hablar del hacinamiento y de cómo aquello impacta en la vida, en las relaciones", explica Becerra sobre esta historia en la que dos mujeres y un menor de edad viven como pueden en su casa de Puente Alto. "Tomamos una decisión radical: en la película no hay exteriores, sino que sólo planos del interior. Quisimos construir una asfixia visual y sonora", agrega acerca del largometraje, cuya locación principal es una vivienda social.

Una casa, pero deshabitada y a orillas del Lago Riñihue, sirve de escenario también a Sobre los muertos, ópera prima de Simón Vargas. Protagonizada por Nicolás Zárate y Catalina González, la cinta entra al terreno sobrenatural: cuenta la historia de dos fantasmas algo desadaptados a su reciente condición en el más allá. Otra ópera prima en Sanfic es El tipo que se quebró las uñas por querer agarrar un corazón dibujado en el pavimento, firmada por Clasab! Rodada en blanco y negro, la trama parte de un malentendido: un esposo abúlico mantiene una aventura con una mujer excéntrica, pero su cambio de ánimo es entendido por su esposa como una nueva y positiva actitud hacia ella.

Otras dos propuestas de Sanfic vienen de directores que ya tienen varias cintas previas y que son más conocidos por sus otros oficios. El escritor Alberto Fuguet (Missing) estrenará su quinto largometraje, Cola de mono, y el actor Roberto Farías presentará su tercer filme, Perkin. El primero es una historia de despertar sexual durante una noche de Navidad en los años 80, mientras que Perkin sale a la calle y al Santiago Centro de noche para narrar la épica tristona de una noche de jerga de cinco juniors de oficina. Están recién pagados y Farías ha dicho que sabe de lo que habla: la película rescata su época pre-actoral, cuando trabajaba en las oficinas de Dimacofi de Agustinas con San Antonio.