—Cuando escuches esta canción, te va a alegrar el corazón…

Son las 20:15 del jueves 27 de diciembre de 2001. Argentina arde: hace prácticamente una semana, en medio de la crisis económica más grande de su historia, el expresidente Fernando De La Rúa dijo "no más" y abandonó la Casa Rosada en helicóptero. La represión frente al estallido social, otros cuantos días antes, se había llevado 38 vidas. Pero hace tan solo un par de horas, en medio del terrible escenario, miles de hinchas logran crear una atmósfera impresionante: de alegría, música, blanco y celeste. Reciben como héroes a los jugadores que minutos antes consiguieron igualar 1 a 1 contra Vélez: Racing Club, campeón después de 35 años. Entre los festejos, exagerados, contraculturales, se graba una imagen: "Pepe" Chatruc, referente del plantel, celebrando en cuero, como tantos otros, y de fondo, "Loco un poco", la canción del año y también del próximo, de la banda del momento, la que no para de sonar en las radios y se transformó en una suerte de himno. En un símbolo de alegría frente a un momento delicado.

"Fue una canción que compusimos juntos, con Joaquín, yo hice la música y él la letra. La ensayamos en una sala en Palermo", recuerda, con cariño, Carlos Tapia, bajista de Turf. En 2001, la banda que componen Joaquín Levinton, Fernando Caloia, Leandro Lopatín, Nicolás Ottavianelli y Tapia estrenó Turfshow, su tercer disco, el que de la mano de hits como "Yo no me quiero casar, ¿y ud?" y, precisamente, "Loco un poco", los instaló en el mapa popular. "Nos dimos cuenta que el tema iba a andar, fue instantáneo", aseguran.

—¿Te acordás cuando, en 2001, competía "Color esperanza" contra "Loco un poco" para cantarla en las iglesias? —interrumpe Levinton.

—¡Uh, me había olvidado! Fue así: alguien se la iba a cantar a otro…, o la iban a cantar para los jóvenes católicos. Y estaban entre las dos. Creo que ganó la otra —le contesta, entre risas, Tapia—. Y por suerte, porque tampoco queríamos quedar pegados como un grupo eclesiástico.

https://youtu.be/Wde08ujtR4g

El éxito de "Loco un poco", que como cuentan los protagonistas llegó hasta a la iglesia, se repitió tres años después en Para mí, para vos, con "Pasos al costado". Turf lo volvía a hacer: el tercer track del disco se convirtió en un hit que, pronto, comenzó a sonar en todas las canchas del fútbol argentino. Incluso llegó a estadios de Japón. "Escuchar la canción de uno en una cancha es la cosa más linda que te puede pasar", dice Levinton.

Pese a esto, un par de años más tarde, apenas iniciado 2007, acaso en el peak de su carrera tras presentar Turf (2006), la banda anunció un receso.

—La pausa que tuvo Turf fue muy provechosa, porque hicimos todo lo que teníamos ganas de hacer. Hacía 15 años que estábamos juntos y, realmente, hay veces en que uno quiere cambiar. Y es sano cambiar. También, a lo último nos estábamos llevando mal..., no tenía sentido forzar la situación —explica Levinton.

Hoy, sin embargo, están de vuelta.

2014 los reunió, primero, en una presentación de Ríspico, proyecto de Nicolás Ottavianelli y Fernando Caloia, y luego con motivo del homenaje de un amigo de toda la vida: Charly García. Un año más tarde, en noviembre, y tras prácticamente ocho años, presentaron el tema "Kurt Cobain". Le siguió "La canción del supermercado". "Nos puso de nuevo en el mapa en todo sentido: sentimos que estábamos de vuelta. Empezamos a tocar y, con el tiempo, naturalmente, nos llevó a sacar un disco full. Fue un proceso que tardó dos años", dice Tapia.

En efecto, diez años después de su "descanso", el 1 de septiembre de 2017, Turf presentó Odisea, su quinto álbum de estudio que los trajo a Chile nuevamente.

—Significó la vuelta de este grupo, que es algo muy importante en nuestras vidas: le dimos básicamente eso, nuestra vida desde que tenemos 20 años. Odisea, además, me dio un poco eso de volver a algo que me había olvidado: Turf, el humor interno de la banda, grabar y los berrinches que tenemos todos. Fue muy lindo —confiesa "Toddy", como lo apodan al bajista.

—¿Qué sienten ustedes tras el lanzamiento de Odisea?

—Fue más de lo que esperamos porque, por primera vez en la carrera de Turf, trabajamos con tres directores: Héctor Castillo, que trabajó en cuatro canciones, productor ingeniero venezolano que vive en New York y que trabajó en discos como The Raven de Lou Reed, en Hours... de David Bowie, en el último de los Cadillacs. Un groso. Will Berman, baterista de MGMT, se encargó de otra parte de Odisea. Y después el productor histórico, Coti Sorokin, que produjo Siempre libre y Turfshow, el disco que nos puso en el mapa. Odisea nos dio mucho placer —dice Tapia.

—¿Y cómo es volver a Chile después de tanto tiempo?

—Es como reencontrarse con viejos amigos. Desde otra óptica: es todo un desafío, tenemos mucha expectativa, es muy lindo. Nos gusta mucho Chile. Tenemos muchos recuerdos de aquella batuta que hemos tocado…, recuerdo haberme colgado por algunos balcones por el costado. Es una situación especial: en cada lugar donde tocamos, luego de este reencuentro, es como si fuese un nuevo comienzo —asegura Levinton.

—¿Qué diferencias hay entre el Turf antes de la separación y el de ahora?

—En mi caso, como 40 kilos más o menos —bromea Tapia.

—En el mío, 40 neuronas menos. Un sincericidio —complementa Levinton.

—Ná…, hay cosas. 50 y 50. Está la marca característica de Turf y también hay, obvio, cosas con las que nunca nos habíamos metido. Siempre fuimos medios respetuosos con los ritmos: hemos grabado rancheras, mambos, hard rock, mezclamos todo. Y este disco también lo tiene: Joaquín es un gran compositor y el tecladista también. Hay muchos compositores en la banda y eso lo único que hace es enriquecer cada vez más la música y sumar sonidos, ritmos, estructuras de canciones. Odisea lo tiene: es un paso más allá en la discografía de Turf.

*

Un aguacero recibió al conjunto en Chile. Levinton, guitarra en mano, y Tapia llegan empapados, en compañía de su manager a la Cafetería Tavelli Drugstore. El cantante, incluso, se quita por un rato las zapatillas y se da una vuelta tan solo en calcetines, mientras espera por un chocolate caliente para combatir el frío de Santiago. En medio de la conversación, sale el fútbol: Levinton es fanático de River Plate. "A (Marcelo) Salas lo amo, tantas alegrías me dio", confiesa.

¿Y el Mundial? "No nos conviene a ninguno de los dos hablar de eso", dice, rápido, el vocalista. Tapia, por su parte, larga un poco la decepción que sintieron: "Como Sampaoli había ganado la Copa América, decíamos 'éste es un genio'. Bue. Tampoco lo voy a defender, pero es difícil: dirigir a la selección argentina es como que te pasen un fierro caliente. ¿Cómo dirigís a Messi? ¿A qué técnico le va a hacer caso?".

—Por suerte se terminó el Mundial —irrumpe Levinton.

—Si no era por la pregunta, no nos acordábamos del Mundial. Jajá, ná..., mañana lo vamos a ver... pero no te voy a decir por quién voy a hinchar —dice "Toddy".

—¿A las 10 de acá juega Uruguay? ¿Y está jugando bien Brasil? —pregunta Joaquín.

Pegamos el regreso a la música.

—¿De qué manera lo vinculan a Charly García en su carrera?

—Estamos muy vinculados con Charly García porque él grabó su último disco, Random, en nuestro estudio, con la producción técnica de Ríspico. Entonces, desde siempre tenemos muy buena onda con él, desde el primer disco en el que participa, y ahora mucho más porque las cosas han crecido: creció la amistad y, bueno, vino como invitado a la presentación del disco que fue en Vorterix, en Buenos Aires, donde nosotros ya habíamos presentado Turfshow. Y en ese mismo lugar ya vino Charly. La relación sigue intacta y fue lindo volver a presentar un disco con él en el mismo lugar 15 o 20 años después.

—¿Hay algo del contexto sociopolítico que vive la Argentina presente en Odisea?

—Esperemos que no sea que los discos nuestros traen mala suerte a la economía argentina —dice, entre risas, Levinton—. Pero no, me parece que vamos por otro lado.

—Somos conscientes, la sufrimos en carne propia. Pero siempre la música para un lado y nuestro aporte es otro —explica Tapia.

—¿Y en qué se inspiran para este disco, para sus letras?

—Me inspiro un poquito en la sensación. Hay algo cinematográfico en Turf, porque no tiene un estilo de rock, sin embargo, se transforma en una banda de rock. Hay algo que la letra te dispara, que es hablar de amor o de otra cosa, alguna cosa ficticia. Cada letra tiene una manera distinta de escribirse que la otra, así que es muy difícil decirte qué es lo que hay de influencia en ello —cierra Levinton.

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