Segunda planta del Instituto Psiquiátrico de Avenida La Paz. Inés, 42 años después de las últimas escaramuzas sentimentales y políticas que vivió junto a Gerardo, llega con una no disimulada ansiedad a las puertas de una sala al final de un pasillo. Ha pasado a lo largo de camillas, tubos de oxígeno, enfermeros y una galería de rostros perdidos en el vacío. En aquella oficina hay un enfermo que quizás no está tan enfermo y que viste un uniforme diferente al resto de los internados. Es Gerardo y la justicia le tiene el ojo encima.

Ambos, Inés (Mercedes Morán) y Gerardo (Marcelo Alonso), fueron militantes del grupo de ultraderecha Patria y Libertad para la época del Golpe Militar y ha llegado la hora de que el tiempo les pase la cuenta. O, mejor dicho, la hora de la verdad. Tienen más de 60 años y el Chile post Pinochet de la segunda década del nuevo milenio tiene bastante poco que ver con el caldero político de 1973. Son fantasmas del pasado, pero eso no exime a nadie de nada.

Aunque los productores de Araña, la nueva película de Andrés Wood, dejan rebotando la interrogante acerca de la culpabilidad del personaje que interpreta Marcelo Alonso en su madurez, se pueden sacar conclusiones observando la escena. El encuentro entre Gerardo e Inés (Mercedes Morán) es un "punto de inflexión" en la cinta, según comenta la productora Alejandra García, que ha trabajado con Wood desde La buena vida. Culto asistió a la filmación del segmento donde ambos se reencuentran.

El equipo de Andrés Wood estuvo durante una semana en el Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz de la Universidad de Chile y justamente con aquellas tomas concluyó el rodaje de la época presente de la película. Durante el mes siguiente se desplazaron por otros sectores de Santiago, fueron a la Región de Los Lagos y terminaron recién este jueves en Buenos Aires. Allá Wood registró parte de lo que transcurre en el año 1973. O, si se quiere, la juventud de Gerardo, Inés y Justo, los personajes que le dan vida al triángulo amoroso de la película, la primera del director en siete años, desde Violeta se fue a los cielos.

Los nacionalistas de la araña

Con estreno para el primer semestre del 2019 en Chile y Latinoamérica, Araña tiene el carácter de "superproducción" en palabras de Hernán Viviano, gerente general de Fox. "Es la primera incursión de Fox en la coproducción de una película chilena. En Argentina, por ejemplo, Fox estuvo con El clan y Warner Bros con Relatos salvajes", dice Viviano.

Dirigida a un público más bien mayor de 18 años ("hay elementos de violencia y sexo", según los productores), Araña es, a grandes rasgos, la historia de tres militantes de Patria y Libertad que al mismo tiempo forman un triángulo amoroso. Su título hace referencia al símbolo de la agrupación.

La película se mueve en dos tiempos: el período del Golpe de 1973 y nuestra época. La relación de los tres se rompe tras el atentado a un edecán del presidente Salvador Allende, acto que es percibido como una traición de Gerardo a las maniobras de sus compañeros. Cuatro décadas más tarde, Justo e Inés forman un floreciente matrimonio de profesionales, pero Gerardo sigue preso de sus vetustas convicciones. La escena del Psiquiátrico es el reencuentro de los viejos estandartes.

En la cinta convergen actores de varios países y para efectos de lenguaje se optó por dejar un español neutro. "Las dos épocas narrativas significa que virtualmente hayamos tenido que filmar dos películas. El guión es bastante fragmentado y dinámico, y con muchas locaciones", explica Alejandra García.

En este elenco más bien coral, el trío amoroso es interpretado por diferentes actores según la época. Inés, Gerardo y Justo son encarnados respectivamente en su juventud por la española María Valverde (3 metros sobre el cielo), Pedro Fontaine y Gabriel Urzúa, y en su madurez por la argentina Mercedes Morán (Neruda), Marcelo Alonso y Felipe Armas. Son tres personajes escritos por Wood y Guillermo Calderón, dramaturgo que trabajó con el director en Violeta se fue a los cielos y con Pablo Larraín en Neruda.

La gran jugada argumental de la película (la producción no quiere revelar demasiado) es el signo ideológico de los protagonistas: se trata de muchachos de clase alta y de la derecha más nacionalista. De alguna manera el director ya ha navegado en aquellas aguas a través de la serie Mary & Mike (coproducida por él) y en este momento Wood Producciones prepara Un simple soldado, sobre la juventud de Pinochet.

Pero, ¿por qué Patria y Libertad? ¿Es obvio, fácil y repetido un triángulo amoroso en la izquierda radical? Los responsables de la película prefieren ponerle puntos suspensivos a las respuestas, pero Alejandra García sugiere: "El impulso inicial de una película, como siempre, está en los personajes. A partir de ahí llega el contexto. El amor o el desamor no nace como una receta, sino que es el resultado de retratar a un grupo de jóvenes, que además de pertenecer a cierta tendencia política, vive intensamente esa juventud. Y nos interesa saber cómo esos muchachos conversan, en todos los sentidos, con el presente, 40 años después".

A pesar de todo, quizás la política no sea tan importante en Araña. Menos importante al menos que su capacidad para entretener y penetrar en el mercado latinoamericano y en Estados Unidos. Se apuesta a ella como un gran thriller, en la línea de las argentinas El clan o Relatos salvajes. Así lo aseguran en Fox, pero al mismo tiempo dejan claro que Wood es el amo y señor creativo. Y dan una pista de cómo lucirá el filme: "Rodrigo Basáez, el director de arte de Andrés Wood, ha dicho que la intención es que se vea muy diferente a las otras películas de él. Más limpia, más abstracta si se quiere".