Apareció en un mensaje de Facebook. El profesor Nathan Abrams, experto en el cineasta Stanley Kubrick, revisó sus mensajes no leídos cuando, de golpe, se encontró un tesoro: había recibido un trozo perdido de la historia del cine.
Abrams, según cita El País, sabía que el hombre de La naranja mecánica escribió un guion, en 1956, para adaptar al cine la novela Ardiente secreto, publicada en 1913 por el novelista austríaco Stefan Zweig. Pero Abrams también conocía el epílogo de esa historia: el proyecto nunca cuajó y el texto, como otros muchos intentos fallidos del director, se perdió.
"Lo buscamos en los archivos de Kubrick, de los estudios MGM, pero nunca apareció", contó Abrams al diario español. Hasta que, seis décadas después, apareció justo en su buzón de entrada.
"Me escribió el hijo de un antiguo colaborador de Kubrick, que tenía el guion. Lo encontró entre los papeles de su padre, que en su momento iba a trabajar en el proyecto", cuenta Abrams, que trabaja como profesor de cine en la Universidad de Bangor, en Gales, y es autor de varios libros sobre el director.
"No me lo podía creer", relata. Kubrick y Zweig, el cineasta visionario y el maestro literario, volvían a juntarse. Ardiente secreto salía del letargo para reclamar los focos, tal y como adelantó The Guardian.
¿Y el rodaje?
"Es un guion completo, de más de cien páginas. No me atrevo a decir que fuera la versión final, ya que Kubrick solía cambiarlas constantemente, pero sí podría filmarse", asegura Abrams y reconoce que el dueño del guion pretende venderlo, pero que aún no ha recibido ofertas.
Con apenas 13 películas estrenadas, Kubrick es considerado uno de los mejores creadores cinematográficos de la historia. El resplandor, La chaqueta metálica, 2001: una odisea del espacio, Espartaco o La naranja mecánica avalan una firma que podría volver de manera póstuma con su proyecto número 14.
Ardiente secreto
En la novela, Stefan Zweig cuenta la historia de un joven que, de vacaciones en la localidad austriaca de Semmering, trata de sacudirse del aburrimiento intentando seducir a Matilde, una mujer judía.
Para acercarse a ella, el aristócrata entabla primero amistad con su hijo Edgar, de 12 años.
En la versión de Kubrick —coescrita con el novelista Calder Willingham y fechada el 24 de octubre de 1956— la trama se traslada de Austria y la Primera Guerra Mundial a los EE UU de los cincuenta.
El guion modifica el lenguaje y los personajes. El personaje se convierte en un depredador sexual, en la treintena, muy fascinante. El niño pasa a llamarse Eddie. Y así es como el texto introduce a su madre: "No muy lejos vemos a una mujer atractiva, descansando en una reposera. Esta es Virginia Harrison".
"La adaptación mantiene el interés de la novela por el matrimonio, el adulterio y la manipulación, temas que siempre fascinaron a Kubrick", dice Abrams. El profesor considera Ardiente secreto algo así como "Lolita al revés": en el libro de Nabokov, que Kubrick llevó al cine, el protagonista se casa con una mujer para acercarse a su hija adolescente. Aquí, el hombre se gana las atenciones del niño para seducir a la madre.
En ambos casos, triángulos y pulsiones sexuales se mezclan en un cóctel de provocaciones explosivo, que hoy en día sigue escandalizando a algunos y a la sazón haría arder las polémicas.
El estilo Kubrick
Solo dos de sus 13 películas fueron escritas en solitario por Kubrick: Barry Lyndon y La naranja mecánica. Normalmente, Kubrick participaba en la creación del guion junto con otros autores. "Prefería novelistas, respecto a guionistas, de los que temía que estuvieran demasiado hollywoodizados", explica a El País el profesor Nathan Abrams.
En lugar de generar una historia "de la nada", casi todas sus películas están basadas o inspiradas en una novela, al igual que el guion con el que adaptó Ardiente secreto, que acaba de reaparecer tras seis décadas.
"Kubrick trabajaba en muchos proyectos a la vez. Cuando se enamoraba de verdad, seguía adelante hasta el final", defiende Abrams. Por esta razón, el profesor considera que no es tan "inusual" encontrarse con una de sus ideas perdidas. Como A.I. Inteligencia Artificial, que finalmente remató Steven Spielberg.
Sus dos proyectos inacabados más célebres son Napoleón y Aryan Papers. Para el biopic del francés, Kubrick se documentó y viajó durante años por Europa. Quería rodar "el mayor filme jamás realizado", pero su coste desmesurado lo convirtió en utopía. La película sobre cómo un niño y su tía se esconden del Holocausto sobrevoló su carrera durante dos décadas, pero el propio Kubrick renunció en 1995.
También esbozó una adaptación de Risa en la oscuridad, de Nabokov, y de Novela de ajedrez, de Stefan Zweig.