Sylvia Soublette, compositora y directora: "La música es el arte más democrático"

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Soublette creó el Coro de la UC de Valparaíso, el Octeto de Santiago y la Camerata Nacional Juvenil de Caracas, de Venezuela.

La creadora y educadora del Instituto de Música de Santiago, de 95 años, es candidata al Premio Nacional de Música. Hoy se presenta con su nuevo grupo Cameramusic en la Fundación Cultural de Providencia.


Sylvia Soublette sabe que sus palabras no tienen filtros de corrección ni eufemismos. Lo tiene claro. ("No me vaya a dejar mal", recalca cada cierto tiempo), pero también es evidente su honestidad.

Nacida en Viña del Mar, el 5 de febrero de 1923, Soublette se mueve bajo las coordenadas de un país diferente al de hoy, quizás más sincero y no tan relamido, menos hipócrita probablemente. También sabe que proviene de una alcurnia privilegiada, con profesores especiales y con relaciones sociales cuidadas. El país donde los Soublette se casaban con los Valdés, como en el caso de ella, viuda del ex senador Gabriel Valdés (1919-1911), "el Conde" de la política chilena.

En perfectas condiciones físicas, salvo una leve sordera, Soublette acaba de crear un nuevo grupo musical llamado Cameramusic junto a Marisa Morel, con el que se presenta hoy en la Fundación Cultural de Providencia (entrada liberada, más información en culturaprovidencia.cl).

Es una de las muchas instituciones que esta nonagenaria gestora ha realizado a través de una vida que luce como grandes logros la creación del Conjunto de Música Antigua (1960-1975) y el Instituto de Música de Santiago (1991-2005).

Con Cameramusic dirigirá hoy un programa mixto que unirá obras de su admirado compositor Claudio Monteverdi (1567-1643), el padre de la ópera, y lieder (canciones) de los románticos Robert Schumann y Félix Mendelssohn.

El concierto es uno más de los muchos que dará quien es postulada al Premio Nacional de Música 2018 y que además incluye entre sus postulantes a otros diez músicos de los más variados orígenes, desde la cantautora Isabel Parra (1939) al compositor y director Alejandro Guarello (1951), que al igual que Soublette es apoyado por la Universidad Católica. Ella también tiene el respaldo de la Fundación Beethoven y una larga carta de apoyos, que van desde el ex presidente Ricardo Lagos hasta el director de orquesta venezolano Gustavo Dudamel.

¿Por qué decide formar este nuevo grupo?

He vivido períodos muy importantes en la historia de Chile y cuando era joven había muchos conjuntos de cámara. Y sucede que los músicos solistas se forman en los grupos de este tipo. No en las orquestas. En Cameramusic, que es el último conjunto que voy a crear en mi vida, le daremos la oportunidad de tocar a los instrumentistas e intérpretes chilenos. Eso es lo más importante: tocar y presentarse.

Usted tiene formación de cantante y siempre ha dirigido música vocal. ¿Cree que los coros y los cantantes, en comparación a las orquestas, han estado algo devaluados o relegados en Chile?

Sí. Es cosa de ver lo que pasó con el nuevo proyecto de Ley de Artes Escénicas, que los excluye.

¿Qué opina de eso?

Triste. Y resulta que es lo más educativo y al mismo tiempo difícil que hay. Cuando usted toca un instrumento sabe donde está la nota, o tiene claro en que parte se debe provocar ese sonido. En el canto no. En el canto hay que hacer un esfuerzo adicional para encontrar la notación musical en el instrumento, que no es otro que la voz.

¿Usted se considera compositora, intérprete o educadora?

Yo soy compositora, pero de otro tiempo. No del siglo XXI, sino que del siglo XX. Sin embargo, a estas alturas lo que más me siento es una educadora. En Chile creé el Conjunto de Música Antigua y en el exilio, en Venezuela, fundé la Camerata de Caracas, que duró hasta el gobierno de Nicolás Maduro. Me duele mucho lo que ha pasado en Venezuela. Ellos, a diferencia de los chilenos, son instintivamente musicales. Desde el más humilde.

¿Quizás por lo mismo cuesta más hacer música en Chile?

Sí, es muy difícil. Y es lamentable, pues la música es capaz de lograr algo que otras artes no pueden: reunir a un grupo de personas en torno a un objetivo. Es un arte democrático y se produce una suerte de fraternidad. Se acaban las diferencias de clase y todos nos tratamos de tú, incluso a mí, con mi edad. Lo triste es que en Chile no entienden esto y pueden pensar que una es muy majadera por hablar siempre lo mismo.

¿Cree que tiene posibilidades de ganar el Premio Nacional de Música?

No lo sé. Pero quiero decir que últimamente el Premio Nacional de Música está mezclando lo popular con lo clásico y me parece que eso no debe ser. Y no es porque no me guste la música popular. Por el contrario. Lo que pasa es que ellos tienen todas las puertas abiertas en Chile, tienen la industria a su servicio y hay más reconocimientos en comparación a nosotros en la música clásica, docta o como se le quiera llamar.

¿Entonces no le pareció bien que le dieran el premio a Vicente Bianchi en el 2016?

Es que eso es otra cosa. Vicente Bianchi es un hombre que también formó y además creó muchas obras. No es sólo un cantautor. Es como Margot Loyola, quien hizo un gran trabajo de investigación folclórica. Su premio fue muy merecido. Pero quiero recalcar que este premio debería ser para la música clásica. La música popular ya tiene sus espacios y galardones.

¿Qué opina del estado de la música clásica en el país?

Lo que no me gusta es la afición por lo extranjero en Chile y esa tendencia a no valorarnos nosotros. Los chilenos tienen que sentir que su país les ayuda. Por ejemplo, el director del Teatro Municipal es un francés, aunque creo que lo está haciendo bien. Pero además los directores de las dos orquestas chilenas más importantes, la Filarmónica y la Sinfónica, son rusos.

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