"Es ver cómo la gente te canta con diferentes acentos las letras que a priori no iban a salir de una buhardilla de Barcelona, eso es maravilloso", subrayó el músico en una entrevista con EFE. Para él, esa es la punta del iceberg de "una tarea de investigación sobre esencias humanas" que supone una "mina existencial y personal" al tocar en otros países.
"No somos suficientemente conscientes de todo lo que nos puede engrandecer y ennoblecer. Es algo ya personal, va mucho más allá de lo que podría ser una maniobra de marketing. Todos estos viajes tienen algo que hacen que te reencuentres contigo mismo", agrega.
Love of Lesbian visitó el sábado Bogotá para ofrecer su segundo concierto en Colombia, acompañados por los anfitriones Petit Fellas y los argentinos Bersuit Vergarabat, entre otros, en la jornada organizada en el teatro La Media Torta por la radio musical Radiónica.
Para Julián Saldarriaga, el guitarrista de la agrupación, esta experiencia supone "un paso más en firme para venir habitualmente a Colombia", un país que sólo habían visitado en 2015 en lo que define como "una incursión un poquito alocada" pero que les dejó "un recuerdo muy bonito más por el público que por el concierto".
Balmes apunta que los empujó a volver "la repercusión que ha tenido el Poeta Halley (2016), su último trabajo de estudio, y explica que los colombianos lo han tomado de una manera muy especial al convertir en éxitos "canciones que no han sido 'hit' en otros países".
"Quizás han coincidido con algún tipo de psicología, son esas cosas que jamás alcanzaremos a entender y si lo hicieras a posta no te saldría", remata Saldarriaga.
Lo demostraron en el concierto, donde el anfiteatro repleto de la Media Torta coreó al unísono canciones como "Contraespionaje", que no siempre está en el repertorio del directo de la banda en España.
Love of Lesbian cumple este año dos décadas sobre los escenarios y Santi Balmes frunce el ceño y sonríe cuando oye las palabras "madurez musical" referidas a su carrera como sólo lo puede hacer quien ha llegado al éxito a fuego lento.
"Nos da confianza en nosotros mismos y ganas de afianzar un proyecto en el cual nos sentimos muy a gusto y donde cada vez indagamos más en un discurso más personal", reflexiona el cantante.
"Estamos en una película muy particular muy nuestra", agrega, en referencia al especial universo lírico, musical y creativo que les define y que remachan con cada álbum nuevo.
Saldarriaga se muestra especialmente feliz de afianzarse en Colombia porque es hijo de paisas, como se llama en el país a, entre otros, los habitantes del departamento de Antioquia y de su capital, Medellín.
"No somos un grupo que esté forzando nada en ninguno de los países de Latinoamérica, no tenemos que funcionar allí como sea", explica el guitarrista, y precisamente por eso aplaude lo "espontáneo" de la relación que se ha empezado a forjar con Colombia.
La banda ya tiene un nexo estable con México, un país que visitan regularmente y al que volverán en octubre como parte de su gira de celebración de los 20 años.
"Cuando conocemos un país no es una visita obligada, sino que intentamos entender cómo funciona el público, cómo ha llegado a nosotros y cómo está entendiendo las letras", subraya Saldarriaga.
Considera que "el público español es muy 'ombliguista', sólo conoce lo que ocurre en territorio español, mientras que Colombia o México tiene más consciencia de lo que pasa más allá de sus fronteras".
Por eso cada vez que se adentran en un escenario latinoamericano se llevan "una maleta llena de música que nos compartimos y nos ayuda a enriquecernos" porque "al final es una cultura mucho más similar que la anglosajona", y que en el caso colombiano incluye las bandas de la escena independiente Telebit, Los Petit fellas y Monsieur Periné, la salsa de La 33 y el rock de Doctor Krápula.
El jueves pasado, Love of Lesbian actuó en Medellín, también de la mano de Radiónica, algo "muy especial" para Saldarriaga, pues es la ciudad de sus padres.
"Se puso en medio de Medellín, gritó '¡Primo!' y empezó a bajar gente de las montañas", bromea Balmes.
"Quieren que nos llamen los paisas. Podríamos ser los paisalanes", concluye entre risas el músico catalán.