De 2001 a Tres Tristes Tigres: ocho clásicos regresan en sus 50 años

2001: A Space Odyssey

La película de Stanley Kubrick y la cinta de Raúl Ruiz se estrenaron en 1968 y vuelven a la Cineteca Nacional. El ciclo comienza este miércoles y abarca filmes de Blake Edwards, Roman Polanski, Truffaut, Pasolini y Romero.


Para Stanley Kubrick, 2001: una odisea espacial era una experiencia sensorial ante todo. En sus dos horas 20 minutos, el filme está cruzado de imágenes de elusivo significado y poderosamente sugestivas. Una de ellas es la secuencia del Stargate, un viaje por el espacio-tiempo de resonancias lisérgicas: en una de las proyecciones del filme en Los Angeles, un espectador se levantó de su butaca y corrió hacia la pantalla gritando: "¡Veo a Dios!".

Maltratada por la crítica en su estreno, la película más ambiciosa y enigmática de Stanley Kubrick (1928-1999) fue eventualmente salvada por los hippies.

Después de cuatro años de trabajo meticuloso y obsesivo, el cineasta estrenó el filme en abril de 1968. Con un costo de 10 millones de dólares y la asesoría de decenas de expertos y diseñadores, la cinta que buscaba ser la película de ciencia ficción "definitiva" bien pudo convertirse en un glorioso fracaso: en la premier en Nueva York filas de invitados, entre ellos varios ejecutivos del estudio MGM, se retiraron con pifias y abucheos.

Evidentemente golpeado, Kubrick cortó 20 minutos del metraje. Y resistió las críticas apegado a su orgullo: los principales comentaristas, entre ellos Pauline Kael en The New York Times, hablaron de una película, aburrida, pretenciosa y demasiado larga. Arthur C. Clarke (1917-2008), coautor del guión, dijo medio en broma y medio en serio: "Si alguien lo entiende en la primera vista, hemos fallado en nuestra intención".

Kubrick defendía la estatura artística del filme: "Tenía la intención de que la película fuera una experiencia intensamente subjetiva, que llegara al espectador en un nivel interno de conciencia, tal como lo hace la música", decía, mientras la cinta paulatinamente encontraba su público.

De modo insospechado, 2001 logró eco en los jóvenes, que asistían en grupos a verla. John Lennon decía que la veía todas las semanas y David Bowie fue después de tomar una dosis de cannabis.

Para fin de año, la obra de Kubrick era uno de los mayores éxitos del estudio. "Tal vez el éxito más rotundo e inesperado de la historia del cine de Estados Unidos", escribía la revista Variety a inicios de 1969.

El tiempo amplificó las repercusiones del filme: con sus símbolos y atmósferas, música de Strauss y sus escasos 40 minutos de diálogo, 2001 es hoy una de las películas más influyentes de la historia del cine.

En sus 50 años, la cinta volverá a la pantalla grande este jueves en la Cineteca Nacional. La función es parte de un ciclo dedicado por la sala del Centro Cultural La Moneda a ocho clásicos que celebran medio siglo.

Año de revoluciones

El guión tenía apenas 63 páginas: todo lo demás fueron chistes visuales, desmesurados y deliciosamente absurdos. La fiesta inolvidable de Blake Edwards (1922-2010), un maestro de la comedia americana, es la cinta que abre el ciclo este miércoles 8. Con el grandioso Peter Sellers de protagonista, el filme es una parodia del modo de vida -superficial y estúpido- en Hollywood.

Nueve años después de Los cuatrocientos golpes, obra maestra de la Nueva Ola francesa, Francois Truffaut (1932-1984) imaginó la juventud de su protagonista niño en Besos robados: la búsqueda del destino -el amor, el trabajo- de Antoine Doinel se exhibe el viernes.

En el año de la revolución de los estudiantes franceses (Mayo del 68), de la Primavera de Praga y del asesinato de Martin Luther King, otras dos películas rompían vallas y abrían nuevas rutas en el cine: El bebé de Rosemary, una película de terror sin horror, y La noche de los muertos vivientes, que redefinió las películas de zombies. El filme de Roman Polanski (1933) se exhibe el martes 14, en tanto el de George Romero (1940-2017) va el domingo 12.

En Chile, aquel año vio el estreno de Tres tristes tigres, el primer largo de Raúl Ruiz (1941-2011), basado en la obra de Alejandro Sieveking. Con ecos de la Nueva Ola francesa, cruzada de ironía y absurdo, es una extraordinaria exploración en la identidad chilena. Se muestra el miércoles 15.

Completan el ciclo Teorema de Pasolini (1922-1975, sábado 11) y El submarino amarillo George Dunning (1920-1979) basada en el tema de The Beatles (lunes 13).

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