Entre varios trataron de levantar el cuerpo pero era difícil en esas primeras horas de la tarde del 16 de agosto de 1977. Elvis Aaron Presley, de 42 años, pesaba 159 kilos producto de un consumo suicida de 22 mil calorías al día. Bajarlo desde el segundo piso de Graceland fue una proeza. Aparece su médico personal, el doctor Nick Nichopoulos, completamente desencajado. Es evidente que Elvis no tiene pulso, está azul y sus pupilas no responden a la luz. El facultativo toma una decisión curiosa. Ordena que la ambulancia se dirija hacia el hospital Baptist Memorial a 21 minutos de distancia, en vez del hospital Methodist South, a solo 5 minutos. Hay una razón poderosa. El primer establecimiento es más reservado y el doctor Nick tiene motivos para preocuparse. Luego se revelará en tribunales que desde 1975 entregó 8000 recetas a Elvis Presley. El médico se defendió diciendo que fue la manera de mantener al rey del rock lejos de las drogas ilegales.
2:56 PM. Elvis Presley arriba al hospital.
3:00 PM. Se le declara muerto.
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El primo de Elvis, Billy Smith, se queja por la lluvia mientras camina con su esposa Jo y Elvis rumbo a una cancha para jugar racquetball en Graceland, la mansión del ídolo. Risueño, Elvis dice "no hay problema, me ocupo yo". Luego mira al cielo y levanta los brazos.
4:00 AM del 16 de agosto y la lluvia cesa.
Los primos juegan pero Elvis está más interesado en darle un pelotazo a Billy. Le cuesta una enormidad controlar su cuerpo mórbido hasta que un raquetazo en la canilla lo cabrea.
4:30 AM. Elvis Presley canta las últimas canciones de su vida. En un piano cerca de la cancha interpreta Blue eyes crying in the rain de Willie Nelson, y otras dos piezas de góspel -uno de sus géneros favoritos- que no han sido identificadas.
En la casa Billy le lava el pelo mientras Elvis lee un libro sobre el sudario de Turín. Habla trivialidades hasta que menciona la idea de matar a Red y Sonny, dos de los tres guardaespaldas que acaban de publicar Elvis: What happened?, libro que revelaba su fuerte adicción a las drogas. El tercer guardia, Dave Hebler, daba un poco lo mismo, la relación no era tan cercana. Pero con Red habían sido compañeros de colegio. Eran amigos, lo mismo Sonny. Según su plan, debía atraerlos hasta Graceland. Tiempo antes Frank Sinatra le había aconsejado tomar medidas drásticas.
5:00 AM. Llega el primer paquete de drogas que Elvis consume tres veces al día, casi una decena de fármacos incluyendo Demerol y Seconal.
7:00 AM. Elvis consume la segunda entrega.
8:00 AM. Elvis pide el tercer paquete.
9:30 AM. Coge el libro sobre el sudario y le anuncia a su novia Ginger Alden, de 20 años, que se va al baño a leer. Desde la cama la joven le advierte que no se quede dormido. Elvis promete que no lo hará.
1:30 PM. Ginger se despierta sin señales de Elvis. Va al baño, llama, silencio, abre y lo encuentra tirado boca abajo con los pantalones dorados del pijama hasta los tobillos. El rostro luce amoratado sobre abundante vómito. La habitación se llena de gente que grita y llora. Lisa Marie, su hija de 9 años, se asoma preguntando qué pasa. La sacan. Los ojos inyectados en sangre, la lengua inerte colgando, el rostro hinchado. En ese baño todos sabían que Elvis estaba muerto.
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La autopsia reveló que el rey del rock padecía arterioesclerosis, daño hepático y obstrucción intestinal por materia fecal que le provocaba fuertes dolores. Los médicos concluyeron que Presley había muerto mientras hacía fuerzas para evacuar los restos de una alimentación demencial basada en frituras y tres litros diarios de gaseosas. Sin embargo en la conferencia de prensa desde el hospital, cuando el examen tanatológico aún no concluía, se declaró que una arritmia cardiaca era la causa de su muerte. Semanas más tarde el reporte toxicológico estableció que Elvis Presley consumía calmantes como Dilaudid, Quaalude, Percodan, Demerol y Codeína. Informes finales indicaron que el cantante tenía catorce medicamentos en su organismo.
La policía se presentó en Graceland pero el staff del rey ya había hecho su trabajo. El gigantesco dormitorio había sido limpiado a fondo, lo mismo el baño. No había rastro alguno de medicamentos, excepto un par de jeringuillas vacías. El investigador médico del condado Dan Warlick se dio cuenta de inmediato que el sitio había sido intervenido.
El agente quedó asombrado por la cantidad de televisores entre el dormitorio y el baño, y la gigantesca cama. A los periodistas que lograron ingresar les llamó la atención los incontables ositos de peluche repartidos en el lugar.
A pesar de la limpieza profunda Warlick, con cuatro años de experiencia, concluyó que Elvis Presley, sentado en la taza del baño, había vomitado como prólogo al colapso, y que había alcanzado a dar unos pasos tambaleantes hasta desplomarse con esos pantalones dorados de pijama.