No es misterio para nadie que Netflix, con su contenido original, quiere estar a la cabeza de todos los géneros televisivos, y si bien no es una compañía que corre sola, tampoco se puede negar que han logrado éxitos rotundos en la mayoría de ellos.
House of cards, Narcos y The crown son tres gigantes del drama. Orange is the new black y Unbreakable Kimmy Schmidt, unos hits de comedia. Además tienen el universo Marvel y uno de los últimos fenónenos de la ciencia ficción con Stranger things. Pero a la plataforma de streaming todavía le faltaba dar el batatazo en un área: la animación. Porque sí, hay buenas series -como BoJack horseman, F is for family y la excelente Big mouth- que además tienen una fanaticada fiel, pero ninguna de ellas ha logrado la masividad de las historias con personajes de carne y hueso. Ahora eso podría estar a punto de cambiar.
Porque ¿cómo se logra que una serie animada para adultos esté en boca de todos? Una buena idea es encargársela a Matt Groening, el tipo que creó Los Simpson y Futurama y que no ha estrenado una producción nueva en casi 20 años. Al menos los titulares están asegurados.
Esos son los primeros antecedentes de Disenchantment, la serie que llegó la semana pasada a Netflix con 10 capítulos de media hora y con Abbi Jacobson (Broad city) dándole la voz al personaje principal.
La ficción está ambientada en un pueblo de fantasía medieval y cuenta la historia de Bean, una princesa alcohólica que no quiere aceptar su aburrido destino, dictado por los inútiles hombres que la rodean. Acompañándola en sus aventuras están dos personajes: un elfo que se autodesterró de su reino porque no podía soportar la jovialidad inquebrantable de su gente ("cantar mientras se trabaja no es felicidad, es enfermedad mental", dice en una de sus primeras líneas) y un demonio que fue enviado para llevar a la princesa por el mal camino.
Con mucho humor negro, una mirada ácida a los clichés de las historias épicas y los cuentos de princesas, y personajes absurdos y llenos de malas -o egoístas- intenciones, Disenchantment es sin duda una serie entretenida, inteligente y que se deja ver. Pero también tiene un gran problema: no es tan graciosa, y eso no es a propósito, porque los chistes no faltan. De hecho, están presentes en cada escena, pero no todos logran su misión de sacar risas.
Esto es especialmente cierto en el primer episodio, que hace un muy buen trabajo de presentar el universo, los personajes y la historia, pero consigue poco más que algunas sonrisas.
Con el correr de los capítulos el humor va mejorando, lo que es un buen augurio para una segunda temporada que ya está asegurada. Por ahora, es una serie que vale la pena ver, aunque no logre encantar del todo.