Era 1986 y Roxane Gay, de 12 años, paseaba en bicicleta por el bosque con un chico que creía su novio. Llegaron a una cabina abandonada. Para sorpresa de ella, ahí se encontraron con varios amigos del chico. "Se llamaba Christopher. En realidad no se llamaba así, pero no hace falta que lo aclare. Christopher y varios de sus amigos me violaron en el bosque, en una cabaña de caza abandonada, donde nadie salvo aquellos chicos podía oír mis gritos", escribe Gay en Hambre, memorias de mi cuerpo, su nuevo libro que llega a Chile.
Nacida en 1974 y de familia de ascendencia haitiana, Roxane Gay es tal vez la comentadora cultural paradigmática de estos tiempos. Una posición a la que llegó luego de publicar el libro de ensayos Mala feminista, en el cual desmenuza desde el racismo de Django sin cadenas de Quentin Tarantino, pasando por Orange is the New Black, hasta la obra del dominicano Junot Díaz.
"Mi vida cambió totalmente ese año", cuenta sobre 2014, cuando se publicó Mala feminista y su primera novela, An Untamed State. "Pasé de ser una pequeña articulista a una autora con un libro superventas en una gran editorial. Mi exposición aumentó y la demanda de mis artículos y presentaciones creció exponencialmente. Nunca imaginé el éxito más allá de escribir un libro que las personas quisieran leer, así que tener dos publicados en el mismo año y bien recibidos fue y sigue siendo increíblemente significativo".
Luego del éxito de Mala feminista, dice, sabía que su próximo libro sería sobre aquel devastador acto de violencia que supuso un punto de inflexión en su vida. Así nació Hambre, publicado el 2017 en EEUU y en español por editorial Capitán Swing.
"Aquellos chicos me trataron como si yo fuera nada, de modo que me convertí en nada", escribe Gay, quien por mucho tiempo no le contó a nadie. Y así se refugió en los libros. Y en la comida. "Sabía que no sería capaz de soportar otra violación como aquella, de modo que comí porque pensé que si mi cuerpo se volvía repulsivo, podría mantener alejados a los hombres".
Eventualmente Gay entraría a la Universidad de Yale (aunque a mitad de la carrera se salió); saltaría de estado en estado a la búsqueda de amantes (hombres y mujeres) conocidos a través de Internet; trabajaría en una compañía de sexo telefónico; sería okupa, y finalmente terminaría de estudiar y comenzaría a escribir y publicar en pequeñas revistas digitales. "El pasado está descrito en mi cuerpo. Cargo con él todos y cada uno de los días", escribe. "A veces siento como si el pasado pudiera matarme. Es una carga muy pesada".
- Hambre es un libro que gira en torno a un episodio central y doloroso, y entonces explora cómo ese episodio afectó diferentes etapas de su vida adulta, en particular su cuerpo. ¿Pensó en la estructura antes de escribirlo?
- Sí, pensé en la estructura de antemano. La estructura de ese libro es algo fundamental. Quería contar la historia de mi cuerpo, así que por eso comencé desde lo personal, y mientras profundizaba en el libro mi plan era hablar sobre la gordura y lo que significa vivir en un mundo fóbico frente a la gente gorda. Me inspiré en Los argonautas de Maggie Nelson, en la concisión de la prosa de esa novela. Usé esa influencia en muchos de los capítulos de Hambre.
- "Como mujer, como mujer gorda, se supone que no debería ocupar más espacio. Y sin embargo, como feminista, me alientan a creer que puedo ocupar más espacio. Vivo en una zona contradictoria", escribe en Hambre. ¿Por qué le interesan las contradicciones?
- Me gusta explorar contradicciones. En parte porque es interesante que varias cosas puedan ser ciertas y conflictivas al mismo tiempo. Y esas tensiones son una buena exploración creativa e intelectual. La gente a menudo quiere respuestas fáciles, explicaciones sencillas, pero yo simplemente no ofrezco aquello. Por eso me gusta provocar la forma en que la gente piensa.
Conversar y analizar
Uno de los textos más comentados en Mala feminista es sobre Junot Díaz. En su momento pasó como otro ensayo cultural de Gay; uno en que, si bien Gay reconoce a Díaz como un escritor hábil, también le recrimina no usar esas habilidades para deconstruir las limitaciones del ambiente machista en que creció.
El texto volvió a comentarse tras las acusaciones de misoginia y acoso en contra de Díaz. Eso sí: poco antes de la controversia, la revista The New Yorker publicó un ensayo del autor sobre una violación que sufrió a los ocho años. Era una confesión en la que explicaba cómo ese episodio afectó su comportamiento con diversas mujeres.
Esa misma semana, Roxane Gay recordó en Twitter su ensayo sobre Díaz y la misoginia. Y también, al ver que muchas feministas se apresuraban a "cancelar" al autor, advirtió: "Necesitamos tener una conversación más profunda que simplemente decir: 'Hay que cancelar a Junot Díaz'".
- En base a su comentario en Twitter, ¿dónde debería comenzar esa conversación?
- Las conversaciones sobre violencia sexual y comportamiento inapropiado siempre son tensas, pero cuando decimos que alguien es "cancelado", también se descarta, digamos, un proceso importante de análisis y comprensión. En el caso de Díaz, debemos tener en cuenta su propia historia de violación, por ejemplo. Necesitamos hablar de cómo eso ha influido en su propio comportamiento sin permitir que su historia justifique cualquier cosa que haya hecho a posterior. Y tenemos que hablar sobre de qué hablamos cuando hablamos de justicia. O si la "justicia restaurativa" es algo posible.
- En Mala feminista dice que "históricamente el feminismo ha invertido mucho más en mejorar las vidas de las mujeres blancas y heterosexuales en detrimento de todas las demás ..." ¿Ha cambiado eso?
- El feminismo se está volviendo más inclusivo, pero aún queda mucho por hacer. A las mujeres marginadas todavía se nos dice que debemos "pesar más" para que nuestras preocupaciones sean más fuertes y así se escuchen. Pero aún así estoy viendo mucha más entrecruces tanto en el discurso como en el activismo del feminismo. Y eso es alentador.