A estas alturas, hasta a él mismo le cuesta diferenciar a la persona del personaje. Por un lado, Joshua Michael Tillman, el músico estadounidense nacido hace 37 años en Rockville (Maryland, EE.UU.) y criado en una familia evangélica, que recién a los 17 años pudo escuchar su primer disco de música secular -aunque con temática cristiana, como "Slow train coming" de Bob Dylan- para tiempo después iniciar una carrera solista que dejó ocho álbumes. Junto a él está Father John Misty, su otro yo: nacido oficialmente en 2012, cuando Tillman, luego de cuatro tocando batería en diversas bandas de indie folk -como Fleet Foxes, donde estuvo entre 2008 y 2012- y tras un revelador viaje por la costa oeste cargado de hongos alucinógenos, dice haber encontrado su verdadera voz.
"Quería ser auténticamente falso en lugar de fingidamente auténtico", dijo el músico a The New York Times, reconstruyendo el origen de su alter ego. Un tipo cargado de sarcasmo, agudeza y el talento compositivo que nunca antes tuvo, traducido en cuatro discos aclamados por la crítica, cada uno mejor que el anterior.
¿Cuánto queda de Josh Tillman en Father John Misty y viceversa? ¿Se han borrado ya esos límites? "En cierto sentido sí y en cierto sentido todavía no", responde el músico a Culto, a través de un correo electrónico que llega de vuelta con respuestas breves, aleatorias -contesta sólo lo que quiere- y en su mayoría algo crípticas, en las que de alguna forma se perpetúa el enigma que rodea a su personaje. Un artista que la prensa especializada del Hemisferio Norte ha catalogado como "un clásico de nuestros tiempos", y cuyo último trabajo de estudio, el sobresaliente God's favorite customer (2018), incluye algunas de las piezas más memorables y contundentes de la cantautoría norteamericana de este siglo.
Con ese cartel a cuestas, Tillman se presentará esta noche por primera vez ante el público chileno, en el aniversario de Club Fauna que se realizará en el Teatro Teletón. "No tengo idea de qué esperar, que en gran medida es lo que me entusiasma de visitar nuevos lugares", dice el solista, que aterriza hoy en Santiago luego de recorrer los principales festivales del primer mundo, en los que ha seguido extendiendo su legión de fieles. Y es que pese a sus contradicciones con la religión que le inculcaron sus padres, la música de Tillman tiene algo casi mesiánico y no son pocos los que ven en su obra a una suerte de iluminado, a un heredero de George Harrison o John Lennon, a un pastor desgarbado y con pinta de rompecorazones, que a ratos recuerda -por su barba y lentes de sol- a Joaquin Phoenix en su fase I'm still here, el falso documental con el que el actor estuvo engañando por meses al público anunciando su reconversión al hip hop.
Tillman reconoce el influjo que ha tenido en su trabajo el catálogo solista de los fallecidos exBeatles. "Particularmente Mind games, Dark horse y Sail away", detalla, sumando a Randy Newman a su lista de referentes. Algo de todos ellos hay en God's favorite customer, cuyas diez canciones surgieron durante los dos meses que estuvo viviendo en un hotel, a la deriva en lo emocional luego de un quiebre momentáneo con su pareja. Un álbum tildado por la crítica especializada de "clásico instantáneo", en el que "Father John Misty" recuerda a Elton John cuando canta al piano frases tan cotidianas como desgarradoras, tan urgentes como dolorosas, en las que también hay espacio para su habitual autoparodia y humor negro. Es el caso de Mr. Tillman, en el que recrea un posible diálogo real con el botones del hotel, que lo encara por su excéntrico comportamiento.
"También tengo la sensación de que este álbum representa algún tipo de transición en mi escritura, pero como estoy en el medio, es difícil definir qué es exactamente eso", relativiza el artista sobre este último LP, sucesor del celebrado -y ganador de un premio Grammy- Pure comedy (2017); otro trabajo de llamativa lucidez en el que Tillman cambió sus habituales crónicas de la vida en pareja por imágenes del mundo, que lo alzaron y consagraron como un agudo observador del acontecer global y el absurdo de la vida diaria. "Un lúcido retratista social", como se le llamó en la elogiosa reseña que el diario El País publicó luego de su presentación en el festival español Primavera Sound.
"Yo diría que Pure comedy reveló más sobre lo pienso con respecto al mundo, mientras que éste [God's favorite customer] refleja más bien cómo me siento con respecto al mundo", sintetiza el cantautor, que en el último tema de su último LP, "We're Only People" ("And There's Not Much Anyone Can Do About That"), otra de sus canciones de título elocuente, se pregunta: "Gente, ¿cuál es el problema? / Has sido herido / Y he sido herido / Pero, ¿qué hacemos ahora? / Gente, solo somos personas". ¿Se trata de una crítica a las redes sociales y a la moral actual? "No había considerado esa interpretación particular. Para mí, la canción es solo una simple declaración sobre la forma en que nuestras limitaciones como humanos a veces nos impiden aceptar y dar amor", cuenta Tillman, sin complicarse demasiado.