Una de las imágenes más impactante del inicio del siglo, la de las Torres Gemelas derrumbándose, a su vez afectó directamente la que es acaso la mayor adición a la literatura para piano y orquesta en igual lapso. El compositor polaco Krzysztof Penderecki (1933) se encontraba en la mitad de un encargo de la Orquesta de Filadelfia cuando se produjo la tragedia del 11 de septiembre de 2001. La obra en cuestión, un lúdico capriccio para piano y orquesta, fue completamente reescrito para ajustarse a un mundo que parecía haber cambiado en forma abrupta.

Con el mahleriano subtítulo de Resurrección, llega al Municipal de Santiago, poco antes de cumplirse 17 años del atentado. El piano estará a cargo del solista Luis Alberto Latorre, y frente a la Filarmónica de Santiago se encontrará Max Valdés, impulsor de estrenarla en Chile y cercano al maestro polaco y sus obras. "Hay una afinidad con su persona, lo conozco de muchos años", explica el director, y añade: "En Asturias fue mi principal director invitado, y así aprendí a conocer en profundidad su música. Él tiene confianza en mí como intérprete, y en noviembre próximo estoy invitado a celebrar sus 85 años en Varsovia, donde dirigiré el Credo, y estarán presentes otros intérpretes que han trabajado con él, como Anne-Sophie Mutter, Leonard Slatkin y Valery Gergiev".

Estrenos nacionales de obras de Penderecki han suscitado siempre gran interés, ya que se trata de un compositor transversal. Prestigiosos premios como el Grawmeyer y cinco Grammy han cimentado su prestigio, y su nombre entró en la cultura popular cuando Stanley Kubrick usó dos de sus obras en el filme El resplandor (1980). Además, su rol como director interpretando su propia música lo ha llevado a tener contacto inmediato con las audiencias. Ha visitado en numerosas ocasiones el continente, dirigiendo orquestas en Buenos Aires, Sao Paulo, Bogotá, Lima y Caracas. Falta Chile, y él mismo, en una entrevista de 2014, manifestó sus deseos de visitar nuestro país.

Compositor ecléctico

Latorre, quien ha hecho las primeras audiciones en Chile de importantes conciertos para piano de la era moderna, cuenta que no sabía anteriormente de esta pieza: "Es música distinta a la que yo tenía en mi cabeza". Comenta que "siempre me gustó lo que hizo Penderecki en los 50s y 60s, cuando se salía de las normas; después fue cambiando su estilo, con ribetes tonales, para llegar a ser un compositor muy ecléctico".

Valdés complementa que la razón de ese cambio es que siempre fue "un compositor de mucho coraje", y ha seguido "un camino radical al inicio con su Trenodia por las Víctimas de Hiroshima y Anaklasis, lo que era rebeldía hacia el régimen comunista polaco". Pero luego "sintió un agotamiento del material, y empezó a considerar la tonalidad, no en cuanto a procedimientos obligatorios, sino en cuanto al uso de ciertos acordes como polos que otorgan un color". El ex titular de la Filarmónica de Buffalo considera que de este modo el polaco "fue al encuentro del público", y que en cuanto al uso de formas se le puede considerar heredero de Bruckner y Shostakovich.

Obra dramática

Concentrada en un solo movimiento dividido en 10 secciones, Latorre considera que Resurrección "es una obra de carácter espectacular. Trata de reflejar la tragedia del 11/9, y lo consigue, congeniando momentos dolorosos con otros más esperanzadores". El solista siente que el gran valor de esta partitura es que "a través de una escritura disociada, logra mantener una tensión dramática durante casi 40 minutos". En cuanto a la interpretación, recalca que "lo más importante es que hay una claridad en el piano y una determinada articulación que se debe lograr, con pocas notas a veces, y a ratos muchas".

Uno de los elementos llamativos del concierto es que ocupa campanadas de iglesia grabadas de una catedral en Cracovia, que se reproducen en el clímax de la obra. Valdés lo conecta con el concepto de resurrección: "Tiene la idea de volver a empezar después de un cataclismo". Otro ingrediente es "un tema de carácter popular que aparece constantemente, pero aparte de eso es una música progresiva, de una idea nace otra". Esta forma cíclica se asemeja a una passacaglia. "Por eso quise complementarla con la Cuarta Sinfonía, de Brahms", admite el director. El programa que se oirá mañana y el miércoles, incluye también el Preludio sinfónico, del chileno René Amengual (1911-1954).