Cuando Netflix se encarga de saturarnos de nuevos contenidos (algunos con mayor calidad que otros) podemos perder horas revisando la oferta. Por lo mismo, uno recurre a sus "viejas confiables": esas series de culto que no sólo destacan por su factura técnica sino también por su historia atrapante y sus personajes cautivantes. La vieja confiable es una serie que vale la pena repetir. Y cada vez que revives un capítulo, puedes notar los hermosos detalles que la hacen única.

Este 15 de septiembre House abandona el catálogo de Netflix. Se va una vieja confiable.

House, para los que no lo saben aún, es una serie de procedimientos, donde la fórmula del paciente con una enfermedad rara se repite una y otra vez. En ese sentido, entra en el mismo grupo de series como CSI, Bones y La Ley y el Orden. Son series ágiles, donde la acción transcurre bajo un sentido de urgencia y con un objetivo claro. Mientras que otras series tratan de crímenes ya consumados, en House se investiga al criminal que está a punto de concretar el crimen perfecto.

Gregory House es el doctor que todos queremos tener y que nadie desea tener. Su obsesión por encontrar la verdad promete que tendremos un diagnóstico pero también nos asegura métodos poco convencionales para encontrarlo.

El piloto de la serie se llama "Todos mienten". Esta máxima no solo define a House como personaje, también la encontramos en cada capítulo de la serie. A simple vista, el antagonista de House son las enfermedades que se presentan de maneras engañosas. En realidad, el antagonista es el mismo paciente que miente expresamente, esconde hechos o maquilla su pasado. El paciente envía a House y a su equipo por un camino de pistas truculentas. Es casi obvio que un hombre obsesionado con la verdad (y la idea de una única verdad) debe ser desconfiado, no involucrarse personalmente y actuar con la distancia debida para así lograr su objetivo.

¿Quién no le ha mentido a su doctor? Probablemente todos hemos dicho que nos hemos tomado los medicamentos a la hora, que hacemos ejercicio y comemos sano. House lleva el problema de la mentira a un nivel más alto: ¿Por qué estamos dispuestos a mentir?

Una adolescente que logró esconder su embarazo y abandonó a su hija ("Joy to the world"). Una joven que se emancipó luego de ser violada por su padre, cuando en realidad es la responsable de la muerte de su hermano ("Emancipation"). Una monja que esconde un pasado de drogas ("Damned if you do"). Un padre que dice ser de una compañía de construcción en vez de tener un depósito de chatarra, para ser tratado con "mayor calidad" ("Daddy's boy"). Una mujer que está dispuesta a recibir el riñón de su pareja que ya no ama para seguir con vida ("Sleeping dogs lie").

Son algunos ejemplos de que el valor de nuestra vida o de nuestros seres queridos es relativo cuando nos enfrentamos a la muerte. Mentimos para no herir a otros, mentimos para no admitir aquello que no nos deja dormir en la noche, mentimos para no sufrir, mentimos para ser felices. Eso es lo hermoso de House: en sus 177 episodios nos expone distintas miradas sobre la mentira. No sólo en los pacientes que visitan la consulta, también en sus personajes principales. Es por ello que en el final de la serie House elabora una gran mentira para permitirse ser feliz ("Everybody dies").

House hace que en cada capítulo nos cuestionemos si estaríamos dispuestos a mentir así, lo cual al final se transforma en el ejercicio de entendernos como seres humanos.

https://www.youtube.com/watch?v=Xvv4JB3rXsA