Estacionó en forma urgente para conversar con el jurado, en una zona donde hombres, mujeres y transexuales ofrecen sexo. Ayer, Mario Bellatin (58) iba al volante por una avenida de Ciudad de México, cuando su celular le marcó un número desconocido.
"¡Guau! No me lo esperaba, no puedo creerlo ¡ay! pero qué alegría. Muchas gracias", dijo el escritor mexicano al teléfono cuando recibió la llamada desde la sede en Santiago de la Universidad de Talca, para informarle que era el ganador del Premio Iberoamericano de Letras José Donoso 2018. Emocionado, agregó: "Donoso es un autor de cabecera. La semana pasada había terminado de releer El obsceno pájaro de la noche".
Creado en 2001, el galardón esta vez fue coordinado por la profesora Claire Mercier, en reemplazo de Javier Pinedo, quien murió en mayo. "Lo extrañamos realmente. La idea es rescatar su legado y potenciarlo", señaló del profesor, quien participó en la elección del jurado que ayer premió por unanimidad a Mario Bellatin.
Así el autor de una treintena de títulos, como Salón de belleza y Damas chinas, se convirtió en el cuarto escritor mexicano en obtener el galardón después de José Emilio Pacheco (2001), Jorge Volpi (2009) y Juan Villoro (2012). El año pasado el premio lo ganó el poeta nacional Raúl Zurita. Bellatin recibirá la suma de US$ 50 mil, en una ceremonia en octubre en el marco de la Feria Internacional del Libro de Santiago (Filsa).
Ayer se destacó el proyecto literario de Bellatin, "audaz, inquietante y original. Su obra se construye como un perpetuo juego en torno a las formas convencionales de narrar, de concebir el espacio literario y de acercarse a sus personajes. Este juego desemboca en la invención de un lenguaje propio", señaló el acta del jurado integrado por los académicos Anne Kraume (Alemania), Werner Mackenbach (Costa Rica), Maarten van Delden (EEUU), Ana Gallegos (España) y presidido por la chilena Andrea Kottow.
"Esta distinción, aparte de la importancia tanto del premio como del autor cuyo nombre lleva, es fundamental en este momento de mi vida porque pone en evidencia algo que he puesto en práctica toda mi vida: escribir para seguir escribiendo", señaló Bellatin a Culto. "Lo tomo como una señal de que no ha sido inútil dedicar toda una vida a una actividad a todas luces insensata como es la escritura", comentó de su obra, que juega con la autobiografía y la ficción, iniciada con el libro Mujeres de sal, en 1986.
Grietas visibles
Mario Bellatin nació en Ciudad de México, en 1960, sin el antebrazo derecho -usó por décadas prótesis- e hijo de padres peruanos. Su primer título apareció en la capital del Perú, donde Bellatin vivió gran parte de su infancia y juventud. Allí estudió Teología y luego Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima. Después se trasladó a Cuba para estudiar guión en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños. En 1995 se instaló en México.
"Estoy construyendo una obra monstruosa, es de revisión, por eso es que he vuelto a los narradores chilenos, que para mí son fundamentales. Quiero hacer un entramado con los libros que he escrito", dijo Bellatin, quien practica el sufi y hace un par de años lanzó su prótesis al río Ganges. Aquel volumen se llamará Orígenes: "Será el Libro que tratará sobre los libros. Es decir, que su universo narrativo estará circunscrito a los libros que ya he publicado", cuenta.
La mayoría de sus títulos están recogidos en dos tomos en Obra reunida, publicado en 2013 y 2014 por Alfaguara. Sin embargo, ayer el jurado destacó su novela Salón de belleza (1994), que aborda la marginalidad, la enfermedad y los efectos del Sida, considerada "un clásico contemporáneo de la literatura en español", según The New Yorker.
Bellatin, quien había sido finalista en agosto recién pasado del premio de Narrativa Manuel Rojas (otorgado a Juan Villoro), obtuvo hace una década el premio Mazatlán por su novela El gran vidrio, y hace tres años el premio José María Arguedas 2015 por El libro uruguayo de los muertos, que entrega Casa de las Américas de Cuba.
"Su obra narrativa hace visible las grietas entre lo latinoamericano y lo universal, lo local y lo global", apuntó ayer el jurado del premio José Donoso.
"Por las características del jurado, académicos de diferentes partes del mundo, siento que es un reconocimiento al texto, al extenso texto que a lo largo de los años he logrado plasmar", cree Bellatin. "No sé bien hasta qué punto el premio recae en mi esfuerzo personal o en los textos en sí mismos. Si es en los textos, como supongo, yo frente a ellos soy un testigo más, no me considero su creador, y las palabras expresadas por el jurado me parecen interesantes y motivo de conversación", agrega quien escribió su novela El hombre dinero (2013) en un iPhone.
Bellatin ha publicado en una serie de editoriales independientes en Latinoamérica, cuestión que abre el diálogo con otras generaciones, comentó el jurado. En 2011 presentó la novela El pasante de notario Murasaki Shikibu, en la editorial chilena Cuneta. Al año siguiente lanzó el libro ilustrado Perros héroes por el sello Pehuén.
Su último trabajo editado es la novela Carta sobre los ciegos para uso de los que ven (2017), donde se concentran sus obsesiones: el amor por los perros, un centro de salud mental y la discapacidad física. La historia la protagonizan dos hermanos, quienes llegan a la Colonia de Alienados Etchepare, donde viven jaurías de perros salvajes. Isaías y su hermana son sordos y ciegos, y en la colonia participan en un taller literario.
"Lo bueno es que fue un premio al que no tuve que postular", reflexiona Bellatin del José Donoso, y retoma las imágenes cuando estaba manejando y recibió la llamada chilena. "¡... escuchaba lo del premio y contestaba las preguntas sin escuchar bien y teniendo a la vista ese ambiente donosiano a mi alrededor!".