En el minuto 36 del primer capítulo de Jack Ryan -la serie que el servicio de streaming de Amazon estrenó mundialmente el 31 de agosto-, el protagonista está coqueteando con una mujer en medio de una refinada fiesta, hablándole de su aburrido trabajo de escritorio, cuando primero se escucha y luego se ve un helicóptero que aterriza en la mitad del patio. Lo vienen a buscar a él. Lo necesitan con urgencia.
Esta escena, tan innecesaria y excesiva como entretenida y espectacular, sirve para resumir el espíritu de una serie que busca ser el ticket para que Amazon le de la pelea a Netflix en cuanto a contenido original. Porque, claro, ya antes habían tenido éxitos moderados con series como Mozart in the jungle y The marvelous Mrs. Maisel, pero ahora pareciera que están entrando a las grandes ligas, a punta de balazos, explosiones y conspiraciones.
Esto no tiene tanto que ver con su creador (Carlton Cuse, Lost), su protagonista (John Krasinski, The office, Un lugar en silencio) o con el productor Michael Bay. Tiene más que ver con el nombre en el título: Jack Ryan, el personaje que ha protagonizado 21 novelas best-seller -partiendo como soldado y llegando a presidente- y cinco películas, y que ha sido interpretado en la pantalla grande por Alec Baldwin, Harrison Ford, Ben Affleck y Chris Pine.
La serie no está basada en ninguna de las novelas de Clancy. En cambio, toma al personaje para contar una historia nueva. Aquí Jack Ryan es un ex soldado doctor en economía que, para la CIA, monitorea movimientos de dinero en Yemen en busca de transacciones sospechosas.
El mismo día en que llega un nuevo jefe a su unidad -un agente caído en desgracia que es puesto a cargo de esta entidad menor- Jack Ryan descubre movimientos extraños de dinero que lo hacen saltar rápidamente a la conclusión de que se viene algo grande; de que tiene en la mira al próximo Osama Bin Laden antes de su primer golpe. Y si bien en un primer momento es ignorado, luego le creen al punto de irlo a buscar en helicóptero a una fiesta para llevarlo a un avión con rumbo a Yemen, en su primera operación en terreno.
Es en esas escenas -espectaculares, entretenidas, explosivas y llenas de acción- que Jack Ryan vive sus mejores momentos. Porque, claro, también hay conversaciones de pasillo, lealtades que se ponen en duda, conflictos de ego y problemas familiares, pero la serie sabe que lo que debe entregar es tensión y balazos.
Esto es lo que hace bien y de manera muy entretenida, lo que incluso hace que a uno le importe menos el patriotismo desenfrenado, los saltos a conclusiones brillantes con dos datos disponibles y el hecho de que el protagonista sea el héroe americano al punto del ridículo: brillante, honorable, humilde, guapo, rudo, chistoso, encantador, incorruptible. Si eso le servirá a Amazon para lograr un gran éxito y de paso instalar un nuevo ícono del tipo Jack Bauer, estará por verse, mientras hay al menos ocho capítulos de acción y entretención, para ver sin analizar demasiado.