Víctor sin memoria
El festival confirmado en su estadio pretende en el mejor de los casos reunir algo de dinero para poder levantar un masivo rescate de archivos de Jara. Todo ha sido así en el rescate de la memoria de Víctor Jara. Entre el ruego y la caridad, el abandono y la desidia. En esa perversa esquina donde se normaliza el olvido y nos habituamos a la frágil memoria.
Sus canciones valientes y nuevas van a sonar siempre. Pero su memoria visible, esos lugares donde es necesario levantar su recuerdo, se abre paso apenas entre el descuido, la beneficencia y el olvido. Víctor Lidio Jara Martínez fue asesinado hace 45 años, y aunque existe consenso sobre la crueldad e inutilidad de su muerte y su evidente talento, su bandera -increíblemente- no es visible para todos. Lo saben bien en la Fundación que lleva su nombre y que pasadas las Fiestas Patrias honrará su memoria con un festival (famvictorjara.cl) que se realizará en el mismo estadio que lleva su nombre y donde lo mataron.
Pero en ese mismo recinto que en cualquier otra parte del mundo con mediana conciencia sobre su propia historia debería ser un memorial, ha sido particularmente dificultoso levantar siquiera una cartelera artística para poder honrar su legado. En este lugar antes conocido como Estadio Chile ha sido principalmente ocupado como refugio de invierno para personas en situación de calle. Pero lo que pocos saben es que en este lugar inhóspito, helado, semiabandonado, hay gente que sigue muriendo por hipotermia o por riñas de madrugada con cuerpos que demoran días en ser encontrados. Cuesta no pensar que no hay un karma, un crudo sino pegado a sus viejas paredes, pero lo real es que a este recinto se le hizo inviable poder sostenerse cuando el acoso de las inmobiliarias motivó a que las autoridades lo decretaran monumento histórico, lo que a su vez redujo su aforo de seis a sólo mil personas, dejando de ser interesante para las productoras en búsqueda de lugares para organizar espectáculos en vivo.
La misma paradoja cruza el pasaje Arturo Godoy, ese pasillo que lleva al Estadio Víctor Jara hoy convertido en baño público, y donde existe un proyecto concreto para levantar un memorial, entre otras cosas, con un mural inspirado en su figura. También han enfrentado la violencia o el olvido ese memorial levantado en Lo Espejo, donde encontraron su cuerpo -hoy convertido en basural-, o en el Galpón que llevaba su nombre frente a la Plaza Brasil, hoy cerrado por mala gestión y escaso interés de las autoridades.
El festival confirmado en su estadio pretende en el mejor de los casos reunir algo de dinero para poder levantar un masivo rescate de archivos de Jara. Textos, fotos, manuscritos que necesitan ser revisados, catalogados y mejorados para su exhibición y se apuesta a que la participación sin honorarios de los grupos y solistas pueda ayudar a lograr la cifra requerida. Porque todo ha sido así en el rescate de la memoria de Víctor Jara. Entre el ruego y la caridad, el abandono y la desidia. En esa perversa esquina donde se normaliza el olvido y nos habituamos a la frágil memoria.
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