Cuatro parejas y una mujer que los observa. Ella dice que va escribiendo sus historias y que su buen oído le permite seguir los conflictos de cada uno de ellos. Las tazas de café parecen aumentar la velocidad de sus conversaciones e invocar las confesiones. Está prohibido consumir alcohol en el recinto, pero estamos en Corea del Sur y se sabe que muchos matan la angustia con unos grados de licor extra. De alguna manera los contertulios se las arreglan para hacer entrar el soju (la bebida nacional coreana) a las mesas y a partir de ahí lo que hablan cambia de ritmo, color y tono. Mientras, Ah-reum (Kim Min-hee) sigue tomando nota en sus escritos frente al computador. ¿Acaso esto sucede realmente? ¿Los eternos bebedores salieron de su imaginación? ¿Quién puede crear un cuento escuchando todo lo que se dice alrededor?
Las preguntas siempre asaltan hasta al más experimentado de los seguidores del cineasta coreano Hong Sang-soo (1961) y en la película Grass (2018) están más latentes que nunca. Aún así, es probable que el sólo hecho de lograr su formulación sean parte del candor y milagro de su cine, poblado de música al azar, desencuentros amorosos, blanco y negro, nieve, bares, café y mucho, mucho soju.
Grass, una de las dos cintas de Hong que el Festival de Valdivia estrenará en su sección Galas, es algo así como el destilado más ascético de su cine: una sola locación, profusión de diálogos, bebestible en abundancia, hombres llorando, cigarros, tomas sobre el hombro, música que sale de la radio en vez de banda sonora original.
Estrenada en el Festival de Berlín 2018, Grass dura apenas 66 minutos y otra vez la protagonista es Kim Min-hee, ex modelo, pareja del realizador, musa permanente y causante de la ruptura de su matrimonio. Es más, en su filme El día después (2017) también se llamaba Ah-reum y, sintomáticamente, interpretaba a una de las mujeres que desestabilizaban la relación conyugal del protagonista. Al parecer Hong Sang-soo no puede separar su vida personal de su cine: lo que pasa en una alimenta la otra y viceversa, como si fueran realidades paralelas en un mismo mundo.
A una velocidad de trabajo envidiable, Song tiene este año dos películas nuevas: la mencionada Grass, que llegó a Berlín, y Hotel by the river, que hace un mes se llevó el premio a Mejor Actor para Ki Joo-bong en el Festival de Locarno. La edición número 25 del Festival de Valdivia también trae esta película, otra vez filmada en blanco y negro y con los pocos recursos a la mano. Acá se recrea la historia de dos hombres, dos mujeres y, en un lugar especial, la del poeta Young-wan (Ki Joo-Bong). Es éste quien llama a sus dos hijos para que lo visiten en el hotel donde vive, al borde río Han. Tratan de restañar viejas heridas y distanciamientos. Al mismo tiempo dos mujeres conversan, pasean por la nieve y le buscan la solución a los infortunios del amor.
Godard y China
Jean-Luc Godard (1930), uno de los cineastas más influyentes y al mismo tiempo menos vistos de todos los tiempos, es por lo mismo la cita ineludible de todos los esnobs del cine. Sus películas son difíciles, arriesgadas, no lineales, no narrativas, no explican nada y bombardean todo. Quizás se deban contemplar a estas alturas más como sensaciones que como largometrajes. Es el camino más recomendable para ver Le livre d'image (2018).
Estrenada en el último Festival de Cannes, la película le significó a su realizador una Palma de Oro honoraria. Después de todo, Godard nunca ganó Cannes y sus 87 años siempre indican que puede no haber otra película más en su carrera. El cineasta franco-suizo divide opiniones y las fracciones enfrentadas lo consideran o un mesías redentor o un charlatán incurable. De cualquier manera, Le livre d'image es fiel a su estilo deconstructivista y contestatario, donde en vez de unir imágenes, las samplea. Acá hay muchos pasajes de archivos de viejos noticieros, muchos trenes (en su anterior Adiós al lenguaje había muchos perros), clips de algunas de sus películas favoritas y una especial conexión con el mundo árabe y con Rusia.
También de la cosecha Cannes 2018 es Ash is purest white (2018), de Jia Zhangke (1970), tal vez el cineasta chino más importante del momento. Ganador del León de Oro en Venecia 2006 por Naturaleza muerta, Zhangke es un lúcido retratista de la China moderna, miembro de la llamada Sexta Generación del cine de ese país y totalmente alejado de las contemplaciones mistificadas de sus antecesores Zhang Yimou (Sorgo rojo) o Chen Kaige (Adiós a mi concubina). Por el contrario, Zhangke acostumbra a realizar frescos visuales y narrativos donde brillan todas las contradicciones del todopoderoso país comunista-capitalista en que le tocó nacer.
En Ash is purest white describe la odisea de Qiao (Zhao Tao), una mujer de carácter fuerte que está relacionada sentimentalmente con un gángster de poca monta en la ciudad norteña de Datong. La película sigue los altibajos en la vida de Qiao desde el 2001 al 2017, registrando también el vertiginoso cambio de China en ese mismo período.
También de Oriente llega a Valdivia la película Season of the devil (2018), filme de casi cuatro horas del filipino Lav Diaz (1958), exhibido en Berlín 2018. Lo que se cuenta acá tiene una inspiración real y está comandado primero por lo que la historia de Lorena (Shaina Magdayao), una doctora que se instala en un remoto pueblo asolado por la crueldad de la milicia local. Tras desparecer, su esposo Hugo (Piolo Pascual), quien además es poeta y activista, decide buscarla.
En el documental, la sección Galas del Festival de Valdivia también trae What you gonna do when the world's on fire (2018), incendiaria y poderosa cinta del italiano Roberto Minervini que acaba de exhibirse en el Festival de Venecia. A partir de 150 horas de registros en el verano del 2017, el cineasta va retratando las vidas de varias familias negras de Nueva Orleans, en el estado de Louisiana.