En la mañana del 4 de noviembre de 1974, el cuerpo sin vida de la estudiante de sociología y militante del MIR Lumi Videla apareció contra la pared de uno de los jardines interiores de la embajada de Italia en Chile. En ese mismo momento, había cerca de 250 asilados políticos chilenos en el recinto y el crimen fue visto como una macabra señal de disgusto del régimen de Pinochet contra los funcionarios italianos. Primero fue el encargado de negocios Piero de Masi y luego los embajadores Tomaso de Vergottini y Emilio Barbarani los que le abrieron la puerta a quienes buscaban salir del país.
En septiembre de 2017 el cineasta italiano Nanni Moretti (1953) llegó a aquel mismo edificio en la intersección de Román Díaz con Elena Blanco donde el cuerpo inerte de Videla fue arrojado por agentes de la Dina. El ganador de la Palma de Oro en Cannes había sido invitado a una recepción del embajador italiano, pero en rigor su relación con aquella casona y lo que representó era más profunda: durante 12 días, entre el 31 de agosto y el 11 de septiembre, filmó parte de su documental Santiago, Italia (2018), que describe el rol de la misión diplomática de su país en Chile tras el Golpe de 1973.
Escurridizo en las entrevistas y muy cálido con los invitados a la recepción, Nanni Moretti tuvo en ese momento un breve encuentro con la prensa. Dijo que la película había nacido cuando en abril de 2017, mientras estaba en Chile invitado por el ciclo La Ciudad y las Palabras de la UC, el embajador de su país le contó la historia de sus funcionarios en tiempos de persecución política en Chile. Y afirmó, con su habitual mezcla de ironía y seriedad: "De vez en cuando los italianos hacemos algo bueno por la humanidad".
Aquella historia fue la que motivó la película de no ficción que cerrará el Festival de Cine de Turín, el próximo 1 de diciembre. La información fue dada a conocer esta semana por el segundo encuentro fílmico más importante de Italia tras la Mostra de Venecia.
Hasta el momento no hay detalles sobre las características de la película, pero es evidente que el realizador se tomó su tiempo: la filmó el año pasado y no se apuró a estrenarla ni en Cannes ni en la reciente Venecia. En Chile Moretti contó con la coproducción de la compañía Storyboard Media, que acompañó al director de La habitación del hijo (2001) a todas las locaciones a las que se desplazó, desde el penal de Punta Peuco hasta el Estadio Nacional o Isla Negra.
Santiago, Italia, que además incluye una serie de entrevistas a chilenos e italianos, será estrenada comercialmente en diciembre en Italia. Para nuestro país no hay fechas de exhibición, pero Carlos Núñez, uno de los productores chilenos, dice: "Esperamos poder estrenarla y distribuirla próximamente en Chile".
Una entrevista incómoda
Probablemente la locación de rodaje que más llamó la atención entre las elegidas por Nanni Moretti fue la de la cárcel de Punta Peuco, donde permanecen detenidos varios ex agentes del Estado y militares en retiro condenados por casos de violaciones a derechos humanos. Consultado en su momento por La Tercera acerca de aquella visita, el director de Mia madre (2015) se limitó a graficar: "No fue una experiencia para nada agradable".
En la productora chilena Storyboard Media aún no han visto el corte final de la película y no está claro si se incluirán las filmaciones de la cárcel de alta seguridad. En ella estuvieron los fallecidos Manuel Contreras y Marcelo Moren Brito (ex general y ex coronel respectivamente) y acá permanece el ex brigadier Miguel Krassnoff Martchenko, todos condenados por el asesinato de Lumi Videla. En ese sentido, tiene coherencia que Moretti haya puesto su cámara en el penal de Til Til.
Pero la película del cineasta romano no es sólo una crónica al detalle del rol de la embajada italiana. Al parecer pretende ir más allá y también hay una serie de encuentros con intelectuales, artistas y políticos chilenos. Moretti habla con el cineasta Patricio Guzmán, el músico Horacio Salinas (que junto a Inti-Illimani se encontraba en Italia el día del Golpe), la cineasta Carmen Castillo o el director Miguel Littin, entre otros.
El autor de El chacal de Nahueltoro salió al exilio con rumbo a México, pero dice que conoció a Nanni Moretti en el Festival de Cannes. También cuenta que el año pasado lo invitó a dar una charla al Instituto de Altos Estudios Audiovisuales que él dirige en la sede Rancagua de la Universidad O'Higgins. "Vino sin poner ninguna condición y eso habla muy bien de él", cuenta Littin, que tiene como favorita a Caro diario (1993), entre los filmes de Moretti.
"Fui a un estudio donde hacía las entrevistas, seguramente proporcionado por los productores en Chile. Hablamos de muchas cosas, de mi exilio, de mi retorno al país, etcétera. De todas maneras uno nunca sabe qué es lo que el director dejará al final en la película. En realidad, eso es algo que nunca se le debe preguntar a un cineasta", recuerda Littin.