Con Misa a la Chilena, cueca y poesía despidieron a Vicente Bianchi

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Verónica Villarroel, la Orquesta de Cámara de Chile y el Bafona participaron ayer de los funerales del fallecido compositor y Premio Nacional en la Catedral de Santiago.


Fue el cardenal Raúl Silva Henríquez quien la dio a conocer en la capilla Santa Adela de Maipú, en 1965. Compuesta de seis partes, la Misa a la chilena de Vicente Bianchi recogió ritmos de la zona central del país. "Los más representativos de nuestra nacionalidad", decía en 1991 el compositor local, quien falleció este lunes a los 98 años de una falla multisistémica derivados de problemas respiratorios. Uno de sus últimos anhelos, decía también, era ser despedido "con bombos y platillos", y precisamente con esa eucaristía popular que hacía años no oía.

Poco antes de que el reloj marcara las 14 horas al interior de la Catedral de Santiago, donde ayer fueron sus funerales, se oyó primero el Himno Nacional y luego su versión de "Kyrie (Señor, ten piedad de nosotros)", pieza que abre su Misa a la chilena y con que se dio un último, emotivo y masivo adiós al Premio Nacional de Música 2016.

Las más de 30 voces del Coro Vicente Bianchi, conducidas por su hijo Alejandro, también compositor, entonaron las otras cinco canciones que forman parte de su obra, desde "Gloria y el Credo", hasta "Cordero de Dios (Agnus Dei)". En primera fila y muy cerca del ataúd, estaban la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés; el pianista chileno Roberto Bravo, y Bernardita, su otra hija, en compañía de los jóvenes nietos del pianista.

Los mismos fueron los encargados de guiar el cortejo fúnebre durante la mañana de ayer. Tras salir al mediodía de la sala Arrau del Teatro Municipal, donde fue velado este martes entre tonadas y aplausos, los restos de Vicente Bianchi pasaron primero frente a la SCD, en la esquina de Bernarda Morín con calle Condell, en Providencia. Allí, el compositor y quien musicalizó las "Tonadas de Manuel Rodríguez" del Canto General de Pablo Neruda, fue homenajeado por Los Huasos del Algarrobal y uno de los fundadores de Inti-Illimani, Horacio Salinas. Luego, todos emprendieron rumbo hacia la Catedral de Santiago.

A eso de las 13.30 horas, antes de lo pronosticado, el féretro fue recibido con cuecas y banderas que flameaban, y por una multitud que se agolpaba a un costado de la Plaza de Armas. Tras un espontáneo "¡Viva Chile!" al término del Himno Nacional, el sacerdote a cargo de ofrecer la eucaristía, monseñor Bernardo Herrera, recalcó "la férrea relación entre Vicente Bianchi y la Iglesia chilena. No nos olvidemos que fue él quien compuso nuestro tradicional Te Deum (1969) y varias otras misas", dijo. Recordó, además, que hasta hace un año "Vicente estuvo sentado en esas mismas bancas que ahora rodean el altar", y que ayer estuvo repleto de músicos que quisieron despedirlo.

El Ballet Folclórico Nacional (Bafona) subió al improvisado escenario para interpretar "De la vida a la luz", compuesta por su hijo Alejandro y con letra de José Pepe Cornejo. Minutos después, y seguidos también de una gran ovación, lo hicieron los integrantes de la Orquesta de Cámara de Chile con Momento andino, creada por Bianchi en 1951 pero que recién este año fue dada a conocer junto a otras siete y desconocidas composiciones en el disco Bianchi inédito, grabado por el mismo ensamble dirigido por Alejandra Urrutia, y seleccionadas junto a su hijo.

El broche de oro lo dio la soprano chilena Verónica Villarroel. Casi al cierre de la ceremonia interpretó el tema "Amanecer", compuesta por Bianchi, e inmediatamente después el Poema 15 de Neruda, también musicalizado por el artista.

A la salida de la Catedral, el cortejo retomó su ruta hacia la tradicional Pérgola de las Flores de Recoleta, para luego dirigirse hasta el Cementerio General de Santiago, donde hoy los restos de Vicente Bianchi descansan en el Mausoleo Italiano.

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