Una promisoria figura del rap, de apenas 18 años, espera condena en la cárcel. Se trata del estadounidense Tay-K, alias de Taymor Travon McIntyre, protagonista de una historia de violencia que remece a la música urbana. En su natal Texas, donde se condena a muerte más que en cualquier otro estado, una hoja criminal como la suya ameritaría la pena capital, pero la ley en Estados Unidos impide que un adulto sea ejecutado por delitos cometidos antes de cumplir la mayoría de edad.
Cuando Tay-K tenía 16 años, fue parte de un grupo de siete jóvenes, en su mayoría pandilleros con antecedentes criminales, que entraron a robar una casa y asesinaron a su morador. Mientras permanecía bajo arresto domiciliario, decidió sacarse la tobillera con GPS usada para monitorear su ubicación y anunciar por Twitter que se daría a la fuga. Dicho y hecho. En cuestión de horas, andaba de nuevo en malos pasos. El saldo de sus asaltos: un anciano hospitalizado y un segundo muerto.
Apenas fue capturado, en junio del 2017, lanzó "The race", una canción que habla sobre andar prófugo de la justicia. La letra, que difumina los límites entre la realidad y la ficción, contiene rimas acerca de matar y arrancarse de la policía. En el video, Tay-K posa al lado de su propio cartel de "Se busca" y aparece portando armas que claramente no son de utilería. El single se volvió muy popular: entró al top 100 de Billboard, amasó millones de visitas en YouTube e impuso el hashtag #FREETAYK.
https://www.youtube.com/watch?v=OYhXJaEbw7c
En Estados Unidos, un país morbosamente fascinado por la violencia, "The race" fue grito y plata. A Tay-K le valió un acuerdo discográfico por una cuantiosa suma que, por resguardo contractual, no podrá tocar hasta que cumpla 21 años. Pero, más allá de los números, la canción resonó fuerte en la tierra de Trump porque es la banda sonora de una realidad nacional que no puede ser ignorada. Una problemática que cruza temas tan delicados como el racismo y la desigualdad social.
Resulta que la mayor parte de la población penal estadounidense responde a un perfil muy similar al de Tay-K: afroamericanos, jóvenes y marginados por la sociedad. Es pertinente señalar que Taymor Travon McIntyre jamás tuvo un entorno sano. Creció desatendido por una familia en la que varios miembros contaban con antecedentes criminales, salió a las calles a rodearse de pandilleros y luego salió al mundo a repetir esos patrones de conducta. Un círculo vicioso que siempre acaba mal.
Para la prestigiosa revista Fader, la canción número uno del 2017 fue "The race", por sobre los singles de estrellas como Cardi B o Frank Ocean. Ha pasado más de un año desde el estreno del tema, pero su historia le ha dado un gran poder de permanencia a Tay-K. Desde que fue atrapado por la policía, su nombre aparece constantemente en los titulares de la prensa que cubre música urbana. Una vez que tuvo todos los ojos encima, reeditó un mixtape que había pasado desapercibido, #SantanaWorld (+).
https://www.youtube.com/watch?v=F5iu_refR6g&list=PLPRWtKgY2MOtE5ZkwFGdD1Ano8fCMmFRn
En todo caso, hace más noticia por asuntos como su mala conducta en prisión o los acuerdos de sus cómplices para señalarlo como autor de los asesinatos en los que está implicado. En otro frente, las familias de sus víctimas se unieron para demandarlo por lucrar de sus crímenes y exigirle una compensación económica. La acción legal encendió el debate en torno a la responsabilidad de los sellos discográficos por financiar el arte de personas moralmente cuestionables.
Mientras lidia con lo que provocó, Tay-K sigue en su celda, lejos de los focos que tanto anhela. En abril le escribió una carta a XXL, una revista que anualmente elige a los mejores raperos nuevos, pidiendo que lo tomaran en cuenta para la lista de este año. Usando la popularidad de "The race" como argumento, intenta explicar por qué se considera un ejemplo para jóvenes en situación de riesgo. Asegura que fue "del hierro al platino, de las calles a los charts". Mejor dicho, de Soundcloud a la cárcel.