Debbie Harry (73) cuenta que, sólo a veces, se sienta a mirar viejas fotografías. "Hay momentos en los que veo esas imágenes y comienzo a hablar con gente que conocí hace mucho. Entonces, algunos recuerdos son bastante agradables. Otros, no tanto. Pero en el saldo, me siento muy afortunada de haber tenido todas esas experiencias", dice al teléfono desde su hábitat, Nueva York.
Y quizás también apelando a un mundo que ya no existe: la era en que se erigió como una de las primeras mujeres en comandar una banda de rock, una suerte de Marilyn Monroe más pendenciera que con su look y su fulgor interpretativo abrió la puerta para gran parte de lo que vino después; el empoderamiento sexual de Madonna, la frescura de The Go-Go's o Spice Girls, el semblante narcótico de Courtney Love, la provocación estética de Lady Gaga. Todo a bordo de Blondie, ese conjunto que vinculó fórmulas casi imposibles, como el punk con la onda disco, la vehemencia rockera con el aire distendido del reggae o la prédica combativa del rap, reflejo quizás de una dualidad definida tanto en las portadas de sus álbumes como en sus retratos promocionales: ropa sexy para ella, trajes y corbatas para ellos, con ese Manhattan de los 70 agitado por el peligro y la drogadicción como escenografía de fondo.
"Por supuesto que a veces siento nostalgia de esos días. Pero no sueño con el pasado. No pienso en él cada día y me pregunto: '¿qué pasó con los buenos años?'. Siempre voy mirando hacia el frente. Es mi instinto natural. Nunca pensé que mi vida sería así, nunca pude adivinar ni por un minuto que Blondie se convertiría en todo lo que sucedió después. Siempre sentía que si uno tenía algo que decir, había que expresarlo, hacer lo que uno siente de corazón y de alma. Nunca es fácil, claro, a veces también hubo momentos duros, desagradables. Pero siempre creo que hay que aceptar quién eres y no escuchar opiniones ajenas".
Aunque tras la disolución del conjunto en 1982 tropezó con una errática carrera solista (para muchos, la gran razón por la que el legado de Blondie no es tomado tan en serio como el de Ramones, Devo o Talking Heads), las últimas dos décadas le devolvieron la gloria y el glamour. El grupo volvió en los 90 para asestar el hit "Maria", despachando después una seguidilla de sólidos álbumes donde permanece la búsqueda creativa de antaño, como en Pollinator (2017), que los trae de vuelta el 10 de noviembre al Velódromo del Estadio Nacional, junto a The Magic Numbers y Asian Dub Foundation.
"Creo que esta banda es la mejor versión de Blondie que hemos tenido", asevera, borrando de un plumazo todo arranque nostálgico, cumpliendo su instinto de mirar siempre hacia el frente, con una formación actual donde sobreviven otros dos miembros originales, el guitarrista y su ex pareja Chris Stein, y el baterista Clem Burke. "El grupo es muy bueno, ya lo verás, es impresionante. Para este nuevo álbum nos juntamos en el estudio e invitamos a diferentes artistas para que nos recomendaran canciones, nos sentamos a escucharlas y decidimos cuáles nos gustaban para grabarlas", relata en torno a un proceso que incluyó, en el rol de compositores, a ilustres del pop del último tiempo, como Sia, Charli XCX, el ex The Smiths Johnny Marr e integrantes de TV on the Radio y The Strokes.
Pero en el discurso de Harry es inevitable girar en reversa y volver donde todo partió: "Decidimos grabar este último disco en un cuarto grande en el Soho, llamado The Magic Shop, y donde Bowie hizo su último álbum. Nos sentimos muy privilegiados de estar ahí y, de cierta manera, de tener el espíritu de David alrededor. Fue una experiencia muy significativa. A él lo conocimos mucho, hicimos un tour en los 70 donde también estaba Iggy Pop. David me pidió que abriéramos sus shows cuando recién partíamos, éramos jóvenes, me dio muchos consejos de cómo moverme en el escenario".
Y ahora, a ella le tocó situarse del otro lado y entregar consejos, en un proceso que define como "polinización": esa es la acción que exhibe el título de su última entrega (Pollinator) y que apunta al proceso en que un insecto transporta el polen en la misma flor o de una planta a otra. En su caso, fue dejarse influenciar por nuevos artistas, tras décadas en que Blondie se alzó como faro de generaciones más contemporáneas. "Era la idea. Muchas veces, a través de los años, artistas más jóvenes decían que nosotros éramos una gran influencia para ellos. Así que ahora nos tocó ser polinizados de vuelta. Es el ciclo natural de la vida. Si no hay polinización, todo se muere".
- Su último disco transita por muchos estilos, igual que clásicos de su discografía como Parallel Lines (1978). ¿Qué los impulsaba, tanto ayer como hoy, a mezclar géneros que parecían opuestos, como el punk y la música disco?
- Se dio muy natural, porque en Nueva York hay todo tipo de estilos. Es una ciudad internacional y muchos músicos van ahí, entonces tienes la influencia a la mano en la ciudad y en la radio. Siempre sentíamos que hacíamos lo correcto: era hermoso, interesante y un poco esquizofrénico.
- ¿Fue difícil liderar una banda en los 70, cuando el modelo era el del cantante fuerte y masculino?
- Bueno, también hubo algunas antes, como Grace Slick, Janis Joplin, Cher y Aretha Franklin, fui influenciada por todas ellas. Creo que la gran diferencia es que yo de verdad estaba en un grupo y me consideraba un miembro más, parte de un todo. Para mí era trabajo en equipo y así lo entendí siempre, me sentaba bien. Y siempre me hicieron sentir como parte de un conjunto. Ahora, también para las mujeres siempre las cosas son más difíciles en cualquier negocio o industria, porque son ámbitos que han estado dominado por hombres por tanto tiempo. Para mí fue hacer lo que quería hacer. Los tiempos cambian y las cosas crecen, aprendemos más, a tener más comunicación y hoy es un período diferente, eso es todo.
- Hoy nadie se extraña con una mujer encabezando una banda. ¿O aún hay prejuicios?
- Supongo. Es gracioso, porque cuando yo hago lo que hago, siento que estoy expresando la manera de pensar de toda la banda. Yo pienso en la banda, no en mí como rostro individual. Siempre fue así. Es como una receta cacera, diferentes ingredientes, y los agregas todos y terminas con algo asombroso que sabe muy bien.
- ¿Cómo ve el avance del movimiento Me Too?
- Es bastante real y trágico. Es muy bueno que las mujeres estén hablando. Tenemos que cambiar el hecho de que "así es el mundo" para nosotras en muchos lugares, lo que siempre han repetido. Es tiempo de que hablemos de eso en público. Me gustaría que fuera diferente. Me gustaría que fuera un mundo mejor, no solamente para el movimiento "Me Too", sino que en muchos aspectos. Siento que hemos recorrido un camino largo para entender la naturaleza humana, pero aún nos queda mucho por avanzar.
- Fue un movimiento que empezó en el cine. ¿Cree que a futuro se pueden destapar casos frecuentes de acoso o abuso en la música?
- No lo sé. No he escuchado nada. En verdad, no sé si es exactamente lo mismo. Los riesgos en la industria cinematográfica son muy altos, porque es un negocio con mucho más dinero. Para hacer un álbum no se necesita tanto dinero, se puede hacer con poco, pero no puedes hacer una película con poca inversión. Las películas son caras. Entonces, cuando el dinero se convierte en algo tan importante, tienes que tener más y más. Los riesgos se vuelven más altos y ese es un juego más difícil.
- Por eso más bien preguntaba por casos del pasado, cuando la industria de la música tenía más dinero.
- No lo sé. Creo que probablemente estés en lo correcto acerca de la industria discográfica, pero el producto es diferente ahora. Espero que nadie se aproveche de nadie más, pero eso es, de cierta manera, inevitable, en este negocio. Y en cualquier negocio.
- ¿Se sintió en algún momento un icono de la moda?
- No (se ríe). Sólo amo la ropa. Soy una mujer y amo la ropa. Decir (que soy un icono) es una exageración.