Ballet del Teatro Colón: fino y versátil

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Pese a algunos años poco brillantes, hoy la compañía ha salido a flote gracias a la gestión de la ex bailarina Paloma Herrera, que en 2017 asumió su dirección. Una etapa donde la calidad ha comenzado a florecer.


El prestigio ganado históricamente lo avala. Porque el Ballet del Teatro Colón de Buenos Aires tiene un renombre que supera la centuria. Un lustre que ha visto desfilar a los más eximios coreógrafos y ver nacer desde su seno a grandes figuras. Y pese a algunos años poco brillantes, hoy la compañía ha salido a flote gracias a la gestión de la ex bailarina Paloma Herrera, que en 2017 asumió su dirección. Una etapa donde la calidad ha comenzado a florecer.

De ello se dio fe este fin de semana cuando el grupo arribó al Teatro del Lago en Frutillar con un exigente programa triple que, ante todo, resaltó las cualidades de sus integrantes, concilió tendencias e ideas y mostró facetas estilísticas diversas.

Con una peculiar obra, la compañía abrió la función con la coreografía que el ex bailarín del American Ballet Theater Clark Tippet creara para el popular Concierto para violín Nº 1 de Max Bruch. Siendo una partitura netamente romántica, con momentos de virtuosismo exacerbado, el artista, respetando los tiempos y frases musicales, configuró una pieza de corte neoclásico, con varias referencias a Balanchine, en la que confluyeron el pasado y el modernismo, donde la técnica académica se sometió a una mirada actual de experimentación. Con refinadas escenas a cargo de parejas solistas -destacable el trabajo de Georgina Giovannoni-, el cuerpo de baile del Colón consiguió un gran trabajo coral. Lo mejor de la noche vino con Por vos muero, de Nacho Duato, que le queda a la compañía como anillo al dedo. La música antigua española a cargo de Jordi Savall; los textos de Garcilaso de la Vega recitados por Miguel Bosé, y la fusión de danza contemporánea con el folclore son la plataforma de esta pieza expresiva en la que emerge una España renacentista misteriosa y festiva. Con cuadros de verdadera belleza, como el juego con máscaras, el Ballet del Colón llenó el escenario con una entrega completa, con articulaciones precisas y con total plasticidad en su recorrido por las danzas populares.

Finalmente, la tríada de obras concluyó con la famosa pieza de Balanchine, Tema y Variaciones, con música de la Suite para orquesta Nº 3 en Sol Mayor de Tchaikovsky, un verdadero homenaje a la tradición académica rusa, plena de vitalidad. Sorteando su exigencia, y con una pareja principal -Camila Bocca y Maximiliano Iglesias- que bailó con sensibilidad, la pieza permitió lucir las habilidades que la compañía ha alcanzado.

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