*Créditos de la imagen: Cristóbal Hernández y fan club de Michael Jackson Dancing the Dream.
Catalogado frecuentemente como el "pionero en la industria de los megaconciertos", Ernesto Clavería comandó la productora Prodín. Dentro de sus shows más emblemáticos tuvo a cargo las presentaciones del Dangerous World Tour de Michael Jackson en Chile y Perú, en 1993. Esos shows, afirma, fueron determinantes en la existencia de su empresa. "Esto era un juego de ajedrez", dice el empresario, frase que repitió en otras ocasiones.
"Michael Jackson fue el artista más grande que uno podía aspirar a realizar como promotor en cualquier parte del mundo. Gracias a Dios me dio la oportunidad y pude realizar ese concierto que se hizo en Chile, y lograr el sueño que tiene cada promotor internacional", cuenta Clavería, ya retirado del mundo de los espectáculos, añadiendo que "muchos dicen que tú tienes el honor de hacer este artista, y es cierto".
¿Es Jackson el artista con mayor impacto social al arribar a Chile?
Yo creo que nadie puede opacar en los últimos 25 años a Michael Jackson. Nadie. Ni Madonna que es tremenda artista, no puede opacarlo. No hay. Ni un grupo rock. Bien, si estuviese vivo Elvis Presley, tal vez.
¿Qué pasó con el supuesto show del lunes 25, que reemplazaría al primer recital suspendido?
Lo que pasa es que la policía, para hacer un operativo como ese, necesitaba tiempo. Trajeron gente de otros lados.
¿Qué recuerda del concierto cancelado?
Se había revertido el tema. A Jackson era maravilloso verlo corriendo con carabineros en la pista del aeropuerto, la gente estaba eufórica. En el hotel estaba eufórica, en todos lados eufórica. Canceló el concierto y lo mataban. No fue nada contra nosotros, todo contra él. A mí me dio mucha pena. Gente de Concepción, de otros lados, que se tenía que devolver. Pero si tú miras las entrevistas y los reportajes de televisión, todo era contra Jackson, nada contra nosotros.
Pese a ser una semana tensa, ¿qué momentos de satisfacción hubo?
El momento de felicidad de cada show es cuando empieza y cuando termina. Es como los tipos que tienen bote: el momento de felicidad es cuando lo compras y después es cuando lo vendes (ríe). En esa ocasión, había 80 mil padres que le dieron permiso a los hijos para ese concierto, confiando en nosotros. En cada puerta del Estadio Nacional teníamos una clínica. ¿Para qué? Cualquier emergencia, tú estabas preparado. Gracias a Dios, nunca se nos murió un niño, cosa que otros no pueden decir, lamentablemente.
¿Tenían algún plan por lo sucedido en Perú?
Mi abogado decía "vamos a poner arraigo, acá en Chile". "Si nosotros ponemos una orden de arraigo acá, ellos van a argumentar que no hicieron Lima porque los teníamos arraigados en Chile", le respondí de vuelta. Y los dejamos ir.
¿Fue la gira de Jackson ese año la que terminó con Prodín?
Yo venía preparando mi salida del mundo del espectáculo, realmente. Yo quería hacer algo importante, que sellara nuestras carreras, por lo menos la mía, y salirme del mundo del espectáculo. Me di cuenta que no era lo que tú esperabas, era una bicicleta. No quería estar en esa bicicleta yo. Era tener éxito y después un sufrimiento constante. Éxito, sufrimiento. ¿Para qué? Yo estaba preparando mi salida por esa razón y con Jackson se aceleró, porque vinieron tantos problemas legales, económicos, de todo tipo, que no había necesidad de continuar con eso y era el momento preciso de salirse.