Juan Allende-Blin (1928) es el único compositor chileno cuyas obras han sido grabadas por los prestigiosos sellos doctos Deutsche Grammophon y EMI Classics, y aquel dato es síntoma de un impresionante currículo. Sin embargo, la misma pista lleva a otro dato de la causa no menor: Allende-Blin se fue de Chile hace 60 años, se hizo muy conocido en los círculos musicales de Alemania, acumuló prestigio y, como daño colateral, se desconectó de Chile.
Ayer, durante el contacto telefónico que la ministra de las Culturas Consuelo Valdés mantuvo con él para comunicarle que había ganado el Premio Nacional de Artes Musicales, llamaban la atención su débil voz (tiene 90 años) y un acento levemente extranjero. El telefonazo de rigor fue a su casa en la ciudad de Essen (en el estado de Renania del Norte -Westfalia), donde Allende-Blin respondió: "Me emociona mucho este premio que se me ha otorgado, pues además confirma mis raíces con el país donde yo nací y viví".
Nacido en Santiago y con estudios en la ex Universidad Técnica el Estado, el premiado cargaba la música por cuestiones genéticas: su tío fue Pedro Humberto Allende (1885-1959), uno de los compositores chilenos más importantes de todos los tiempos. Comenzó sus estudios con el músico holandés Fré Focke (1910-1989), un discípulo del compositor austríaco Anton Webern (1883-1945), a su vez uno de los padres del dodecafonismo junto a Arnold Schoenberg y Alban Berg.
Fue a través de aquella vía que Juan Allende-Blin ingresó a un territorio musical hasta ese momento poco conocido en Chile. A pesar de tener un amplio aprecio por la música de todas las épocas, Allende-Blin siempre respiró el aire y habló el idioma de las llamadas vanguardias musicales. Es decir, de aquellos compositores que influidos por la Escuela de Viena de Schoenberg, Berg y Webern se alejaron de la música tonal.
Desde la Escuela de Darmstadt (algunos de cuyos profetas fueron Pierre Boulez o Karlheinz Stockhausen), Allende-Blin regresó a principios de los años 50 con una carga intelectual que en Chile apenas se conocía. Así lo decía ayer Juan Pablo Izquierdo, Premio Nacional de Música 2012 y uno de los cinco jurados que en forma unánime votaron por Allende-Blin: "Hacia 1952 o 1953 yo era estudiante en el Conservatorio y llegó a hacer clases Juan Allende-Blin. El impacto que nos causó fue enorme. Llegaba desde Alemania un gran compositor, gran musicólogo y un pedagogo". Pero, ¿qué diferenció a Allende-Blin del resto de los maestros? "Fue uno de los responsables de introducir la Escuela de Viena en Chile", decía ayer el director, uno de los alumnos del músico radicado en Alemania junto a León Schidlowsky y Fernando García, premios nacionales del 2002 y el 2014 respectivamente.
Una decisión compleja
Distinguido con la Orden al Mérito del estado de Renania del Norte en 2009 y con una extensa obra que se distribuye en composiciones de cámara, orquesta de cámara, piano y órgano, el maestro Juan Allende-Blin logró notoriedad a principios de los años 80, cuando recuperó y reorquestó la ópera La caída de la casa de Usher, obra inconclusa de Claude Debussy. El año pasado Juan Pablo Izquierdo la dirigió por primera vez en el país frente a la Sinfónica Nacional.
Aunque la decisión del jurado fue unánime, tanto la ministra Consuelo Valdés como el compositor y miembro de la Academia de Bellas Artes Andrés Maupoint dieron a entender que la discusión fue más larga y compleja de lo esperado (dos horas). Los otros integrantes eran Rafael Epstein, pro-rector de la Universidad de Chile, y Aliro Bórquez, rector de la Universidad Católica de Temuco y representante del Consejo de Rectores.
"Quiero insistir en que entregar este premio no fue fácil. Todos tenían muy altas calificaciones", sostuvo la ministra Valdés ."Ojalá hubiésemos podido entregar más premios. Una de las proyecciones que hicimos con el jurado es que ojalá el premio sea anual y que se alterne la música docta con la música popular. Creo que la situación amerita revisar la legislación. En el Premio Nacional de Literatura, por ejemplo, se alterna la poesía con la prosa", agregó la autoridad.
"Cada uno de nosotros llegó con cinco candidatos, de distintas áreas", dijo Andrés Maupoint. "Hubo una decisión unánime, pero después de una larga discusión, dolorosa a veces", agregó.
En el ámbito musical, las reacciones en general no comulgaron con el hecho de que la obra y la persona de Juan Allende-Blin, como ya sucedió con el chileno radicado en Israel hace más de 40 años León Schidlowsky, no tenga mayor impacto en el país.
El pianista Roberto Bravo, que este año postuló por tercera vez, sostuvo: "Juan llende-Blin es una persona obviamente de gran capacidad como compositor, pero no entiendo esa mentalidad de premiar compositores de 'escasa relevancia' en nuestro país. Lo digo con mucho respeto. Porque así como León Schidlowsky, Allende-Blin es un músico para un segmento muy elitista".
El director y compositor Guillermo Rifo, a su vez, manifestó: "En primer lugar mis felicitaciones al maestro Allende. En segundo lugar, creo que el premio debería ser para las personas que viven en Chile, para quienes trabajan en Chile y para los que hacemos a través de la música un país mejor".
El cantautor Patricio Manns, que postulaba al igual que Guillermo Rifo y Roberto Bravo, fue bastante claro con respecto a la lejanía del premiado: "Allende-Blin lleva 60 años fuera del país. En realidad apareció recién hoy en mi vida. Desconozco completamente su obra musical y creo que es el caso de gran parte del mundo". Y, además, apuntó a las relaciones entre jurados y premiados: "Juan Pablo Izquierdo fue alumno de Allende-Blin, al igual que León Schidlowsky. Todos son egresados de la Universidad de Chile, al igual que muchos otros premiados".