Las personalidades del cine según Morricone
El compositor italiano repasa en En busca de aquel sonido a grandes emblemas del mundo cinematográfico.
Quentin Tarantino
Siempre lo he considerado un gran director de cine. Tarantino devora el cine.
Es raro. Tarantino se ha apropiado muchas veces de mi música, situándola en un contexto completamente diferente al que yo había pensado cuando la escribí. En cierto sentido, algunas de mis reticencias para trabajar con él se debían al temor que sentía al proponerle temas inéditos, porque, en semejantes casos, el condicionamiento del director y de sus hábitos musicales son muy fuertes, demasiado fuertes...
Tarantino, hasta Los odiosos ocho, siempre ha montado piezas ya existentes. ¿Cómo iba entonces a escribir algo nuevo que estuviese a la altura de lo que él conocía tan bien, algo que él ya consideraba perfecto? "Quédate con tu perfección -pensaba-. Yo contigo no trabajo".
También me asustaba su falta de coherencia en la elección musical y en la dirección que debía seguir, porque siempre había unido piezas muy diferentes entre sí siguiendo procedimientos muy personales. Por otro lado, a menudo esas piezas eran mías y, por tanto, habría tenido que escribir una música que se pareciese a algo que ya había hecho. Honestamente, la cosa no me apetecía mucho, porque además creía que sobre la base de esa expectativa el resultado nunca lo convencería tanto como el original...
Debo decir que su cine tiene muchos méritos: a veces he discrepado con su forma de funcionar y la prensa ha tergiversado mi actitud. Se ha dicho que a Morricone no le gustaba el cine de Tarantino lo suficiente como para darle el visto bueno, pero yo he decidido colaborar con él, siempre lo he apreciado muchísimo. Además, su cine lo ve tanta gente, un público tan variado y amplio, que parece que muchos, sobre todo los jóvenes, han entrado en contacto directo con mi música gracias, precisamente, a su cine.
Sergio Leone
En lo que respecta a Sergio como productor, puedo decir que era bastante severo y cuidadoso en todo. Intervenía en el más mínimo detalle porque él era así: le gustaba producir películas que había concebido desde dentro y desarrollado con esfuerzo y siempre procuraba mejorar. Imagínate que, cuando podía, rodaba también la segunda unidad... No digo que fuese dictatorial... pero sabía perfectamente lo que quería. Nunca se dio ínfulas de nada, pero era consciente de que había hecho buenas películas.
(Érase una vez en América) la considero la obra maestra de Sergio, me pregunto dónde habría llegado si hubiese tenido la posibilidad de rodar más películas.
Su corazón se paró el 30 de abril de 1989. Al final de su vida, su corazón estaba muy mal, sabía que necesitaba un trasplante, pero no lo quiso por temor a acabar en una silla de ruedas y así se condenó a una muerte segura. Yo me enteré de su decisión ese día, cuando fui a su casa: estaba echado en la cama, ya exánime, y su nieto Luca me lo explicó todo. Era muy temprano por la mañana y fue un día espantoso, repleto de dolor. El día siguiente, si cabe, fue aún peor.
Giuseppe Tornatore
Con el tiempo, su conocimiento y su sensibilidad musicales han dado pasos de gigante y ahora es muy bueno describiendo en términos musicales sus sensaciones, sus "fantasmas", como los llama él: su lenguaje se está volviendo cada vez más técnico, Tornatore es una esponja. Nos une, además, un gran compañerismo profesional.
Peppuccio ha hecho películas muy importantes, que tocan distintas temáticas profundas de nuestra existencia.
Hemos trabado una gran amistad y, cuando se crea una relación así, yo me siento estimulado también en el trabajo. Tornatore es un autor competente, detallista, de una enorme versatilidad. Y sí, lo diré, a mí sus películas siempre me han entusiasmado (...) Peppuccio y yo nos entendemos perfectamente.
John Williams
La ciencia ficción me gusta. Mi tono crítico no estaba dirigido a las películas de ficción en cuanto tales, ni a La guerra de las galaxias, que me entretuvo mucho desde el primer momento, sino a la elección del estilo para el comentario musical al que algunos compositores y directores de cine, sobre todo, hollywoodienses, se han acostumbrado. Me parece arriesgado asociar una marcha, aunque esté bien escrita, al cosmos. Con frecuencia se emplean soluciones de este tipo no porque se tengan pocas capacidades o poca inventiva, sino por motivos comerciales: las leyes que impone la industria cinematográfica.
John Williams es un compositor excepcional y aquellos temas también proceden de un compositor auténtico, al que aprecio enormemente, pero que en este caso ha hecho, a mi juicio, una elección comercial. Comprensible, pero comercial. Yo no habría podido musicalizar La guerra de las galaxias de esa manera y, de hecho, ni Lucas ni Disney pensaron en mí para la nueva trilogía... al menos hasta ahora (ríe).
Clint Eastwood
Sus películas son estupendas y considero magistralmente escritas y realizadas tanto Million Dollar Baby (2004) como Gran Torino (2008). Eastwood es un excelente actor con una gran personalidad.
Cuando se convirtió en director, Eastwood me llamó. Le dije que no por consideración hacia Leone. No me apetecía hacer música para él, intérprete de tantas películas de Sergio: me habría parecido que traicionaba nuestra amistad. Parecerá absurdo, pero es así.
Pier Paolo Pasolini
Leía los periódicos, muchos de los cuales, para hundirlo, lo acusaban de sucesos sórdidos, verdaderas patrañas; por ejemplo, decían que había raptado a un empleado de gasolinera.
Cuando lo conocí, lo que me encontré fue un hombre trabajador, serio, una persona de lo más respetuosa y honrada, que hacía las cosas con la mayor discreción. Me dejó una huella muy profunda.
Pasolini nunca me impuso por la fuerza una decisión, pero, evidentemente, él tenía sus ideas sobre la música que quería usar. Siempre pedía las cosas con una amabilidad y una delicadeza singulares.
Si me hubiese opuesto por cualquier razón técnica o estética, me habría hecho caso. En este sentido, era muy flexible, porque era muy respetuoso con la creatividad y la profesionalidad de sus colaboradores.
Por estos mismos motivos, recuerdo con agrado nuestra relación, una relación francamente feliz. Al respecto, jamás he tenido dudas. Pasolini es uno de los directores de cine más respetuosos con los que he trabajado en mi vida.
Bernardo Bertolucci
Lamento mucho no haber hecho El último emperador (1987). Creo que Bertoluci es uno de los mejores directores de cine italiano de todos los tiempos.
Bernardo tenía una manera muy sugerente de explicarme el tipo de música que quería: con frecuencia recurría a combinaciones con colores, esto es, a sinestesias, o trataba de describir el "sabor" de la música que tenía en mente.
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