Un listado rápido de figuras que han reconocido la influencia de Lucho Gatica en algún punto de sus carreras, en algún minuto de su infancia o juventud en que prendieron la radio y se toparon con su voz melosa despachando historias románticas: Juan Gabriel, Joan Manuel Serrat, Julio Iglesias, Juanes, Laura Pausini, Luis Miguel, José Luis Rodríguez, José Feliciano, Armando Manzanero. Hasta la música brasileña, siempre autosuficiente, reconoce en el chileno un faro para los ritmos globales que irrumpieron en ese país a partir de los 60: Caetano Veloso, Joao Gilberto y diversos músicos con raíz en la bossa nova han establecido que parte de su rítmica estuvo basada en el bolero moderno, susurrado y cadencioso inmortalizado por el hombre nacido en Rancagua. El "estilo Gatica" como se bautizó a sus modales interpretativos únicos. Incluso para los amantes de las anécdotas inmediatas, YouTube siempre hace la vida más fácil: un video de los 80 muestra a un veinteañero Miguel Bosé embobado observando a Gatica interpretar en guitarra Contigo a la distancia. "Es un privilegio escucharlo así, es como más se siente el bolero", le dice el español.

Lucho Gatica sintió y transformó el bolero como pocos, por su manera de cantar y por utilizar los avances tecnológicos propios de los 50, como el micrófono y la difusión radial, por algo también se ganó la reverencia de los ídolos románticos cubanos que surgieron antes de la Revolución castrista y los grandes monarcas mexicanos del cancionero más lacrimógeno.

Pero también algo más: Gatica irrumpió justo cuando la industria del entretenimiento, y la de la música en particular, entraba a la más profunda de sus revoluciones. En los 50, los teatros, las radios, los grandes sellos, las revistas y luego la televisión amplificaron el alcance de las estrellas e incluso tejieron vínculos entre contemporáneos.

El bolerista chileno era uno de los fichajes para el mundo del sello Capitol, uno de los más relevantes de esos días. Como tal, tuvo la oportunidad de conocer a Elvis Presley en 1957, en los estudios MGM, cuando el estadounidense sacudía las hormonas de todo el planeta. Ese año visitó Hollywood y sus representantes se encargaron de pactar un encuentro, una cita casi simbólica entre el bolero pausado y sensible, y el rocanrol carnal y subversivo. Eso sí, el chileno jamás rechazó las nuevas formas propagadas por el rock: "Admiro a Elvis, no como cantante, sino como creador de un estilo, una personalidad. Lograr eso es digno de admiración. El nuevo ritmo no tiene por qué desplazar el bolero".

A otro titán, Frank Sinatra, lo conoció en los 70, empujado por sus vínculos con Julio Iglesias. The Beatles cantaron en 1962 uno de los boleros que popularizó, Bésame mucho: McCartney en sus tiempos muertos en estudio, husmeando unas viejas cintas en EMI, se topó con su versión de este clásico y la grabó sin mayor ambición, registro que se conoció 30 años más tarde. Ya en los 90, la fijación de Luis Miguel con los boleros hizo que el mexicano lo invitara a sus shows y Gatica revitalizara su leyenda.

El músico y estudioso del tema, Carlos Contreras, es claro: "Lucho Gatica llegó donde ningún otro cantante chileno ha llegado, es el artista de este país que posee la influencia más grande a nivel global, conocido en Europa, Francia, México, EE.UU. y Medio Oriente. Eso no lo ha hecho nadie y es irrepetible".