Lucho Gatica: un tipazo

lucho gatica

Gatica, que era un conversador genial, relata sus encuentros con celebridades mayores del mundo de la música.


Lucho Gatica y Beto Cuevas caminan por el Parque de Chapultepec, ese gran pulmón verde del Distrito Federal azteca, y se topan de frente con una madre y su hija. Y como si esto fuera el guión de un mal aviso comercial, como si todo hubiera estado planeado, las mujeres gritan a coro: "¡Lucho!" y "¡Beto!", respectivamente. Es abril de 2001 y estos dos chilenos firman autógrafos con la naturalidad de los que están habituados a hacerlo, sonríen, conceden besos en las mejillas de sus emocionadas fans y aceptan la invitación de comparar historias y compartir las experiencias de dos que triunfaron fuera de su país. Y esto que apenas iba a ser un café de media tarde termina en un larga comida, con un vino chileno que se pide con particular orgullo, y muchas cosas en común.

Primero, la admiración mutua. Segundo, la certeza de haber sido de los pocos que han conseguido triunfar en ese mercado; y tercero, esa verdad incómoda, difícil de masticar, que se le escucha a muchos en su condición, de ser también hijos de cierta ingratitud a la chilena. Todos ellos renunciaron a la nostalgia, armaron maletas y tuvieron la valentía de ir a probar suerte a las grandes ligas. Y muchos de ellos vieron también cómo sus logros fueron tardíamente reconocidos en casa.

Gatica y Cuevas no solo encontraron una oportunidad en México. También encontraron su propia voz artística. Gatica, que era un conversador genial, relata sus encuentros con celebridades mayores del mundo de la música. Casi como si tuviera la obligación de hacerlo para que le creamos lo grande que fue. "¿Frank Sinatra? Ojo, cuidado, un tipazo", advertía Lucho sobre esa historia. "Vamos saliendo del show con mi mujer y se me acerca un asistente para decirme que Frank nos invita a una recepción en un salón contiguo. Partimos, algo incrédulos, y ahí estaban todas las estrellas de Hollywood y Ava Gardner, que era su pareja en la época.

De pronto, aparece Frank, me saluda y pide silencio para que todos escuchen a este chileno que 'tiene la voz más bella que haya escuchado nunca', eso dijo", repetía con algo de amargura, el mismo tono que también escucharon cercanos para su último cumpleaños, el de este 2019, sus 90 años que Chile apenas recordó a lo lejos, sin convencerse todavía del "tipazo" que ayer decidió partir al otro mundo.

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