Claudia di Girolamo: "En Hedda Gabler está la chispa del feminismo actual"
El clásico de Ibsen llega este viernes al GAM, protagonizado por Amparo Noguera. Di Girolamo la interpretó en 2007 y ahora asume la dirección del texto y lo enfrenta al nuevo escenario femenino. También habla de su salida de TVN.
Si el portazo de Nora Helmer hacia el final de Casa de muñecas (1879) era tan rotundo como simbólico, más descabellado y revolucionario aun lo fue el último disparo en Hedda Gabler (1890).
Separados por 11 años, ambos textos y clásicos del dramaturgo noruego Henrik Ibsen (1828-1906) retrataron a dos mujeres contra la sociedad conservadora y machista de mediados del siglo XIX.
El propio Ibsen se jactaba de haber ruborizado a Europa con el abandono de Nora a su esposo e hijos, pero las artimañas de Hedda radicalizaron su discurso, hasta volverlo "inmoral" ante los ojos de intelectuales y críticos.
Los mismos 11 años separan a la Claudia di Girolamo actriz que en 2007 interpretó a Hedda Gabler bajo las órdenes de Víctor Carrasco, de la que ahora dirige una versión de Alexis Moreno y protagonizada por una Amparo Noguera que hiela la sangre en su rol de la mujer pistola de Ibsen. No por nada es uno de los roles más complejos para cualquier actriz: Ingrid Bergman, Cate Blanchett e Isabelle Huppert la interpretaron, y en Chile hubo otra versión en 1956, con la fallecida Premio Nacional 2003 Marés González.
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Noguera y Francisco Ossa integran el elenco, junto a Gloria Münchmeyer, Rodolfo Pulgar, Marcela Salinas, Néstor Cantillana y Josefina Velasco. Foto: Patricio Melo[/caption]
"Hedda es un personaje tremendamente misterioso y atractivo, pero nunca me conformé con el relato oficial respecto a ella. Si bien es una mujer de clase acomodada, mañosa y agresiva, me parecía que había algo detrás de todo eso, porque también soy mujer y puedo intuir que su forma es un síntoma de algo mucho más grande", comenta Di Girolamo, quien no dirigía desde La anarquista de David Mamet (2014). "Nunca creí tampoco que Ibsen escribiera una obra sobre una maña y una cierta violencia sobre la mujer. Hedda se instala con su inconformismo en un lugar sin nombre, y en ella está la chispa del feminismo actual. No tiene un gran discurso, pero se resiste a incrustarse en el mundo masculino. Está más arriba: Hedda quiere, como muchas otras, escribir la Constitución de Chile", teoriza.
Tras debutar el viernes pasado en el Teatro Biobío de Concepción, Hedda Gabler llega hoy al GAM con un elenco que también integran Francisco Ossa, Rodolfo Pulgar, Néstor Cantillana, Gloria Münchmeyer, Marcela Salinas y Josefina Velasco.
Disparos al cielo
Hedda y su nuevo esposo, el escritor y académico Jorge Tesman, regresan de su luna de miel de seis meses. Se instalan en su casa, hasta donde llegan viejos amigos, pero el dinero escasea. Y Lovborg, un antiguo amigo y amante suyo, está de vuelta en la ciudad con el manuscrito de una "obra maestra" que podría poner en peligro la próxima cátedra de su marido. La obra de Ibsen proclama el fin del futuro, porque Hedda está dispuesta a vaciar las armas que heredó de su padre con tal de aniquilarlo todo. Incluso a sí misma.
En poco más de dos horas, Di Girolamo (1956) narra la historia con sus propias armas: Alexis Moreno subvierte el lenguaje de Ibsen y lo vuelve "más sucio", mientras que el diseño e iluminación de Cristián Reyes vuelve a situar la acción en el precario living de los Tesman, que al mismo tiempo nos muestra el caos interior de Hedda: una bella lámpara encendida y sin colgar es la única luz en medio de toda esa oscuridad.
"No concibo las obras clásicas dentro de un mundo clásico", dice la directora. "Cuando pasa tanto tiempo sobre ellas las veo más como un instrumento. Es como usar una escoba: no importa dónde y cuándo la uses, siempre te entregará lo mismo y más en este caso, que siento que la obra está más en el presente que en el pasado", afirma la actriz, quien además cuenta su deseo de trabajar junto a Manuela Infante (Estado vegetal) y cuya última aparición en tablas fue en 2017, en otro clásico: El zoológico de cristal de Tennessee Williams.
-Del 2007 hasta hoy el feminismo se instaló en el mundo. ¿Cambió su visión sobre la obra y el personaje?
-Todos hemos cambiado en los últimos 10 años, y es interesante porque seguramente la represión de Hedda se leía antes como algo mucho más fuerte. Hoy en día es, de alguna manera, más natural. Pero al releerla lo primero que veo en Ibsen es lo violento y agresivo del mundo exterior, y no solo para los personajes femeninos sino también para los masculinos. Veo una guerra enorme en ese mundo, y quiero que en esta versión estén también la violencia en Siria, la de las redes sociales y al interior de una casa chilena común y corriente. Ese rebasamiento de inconformidad y desazón existencial están muy presentes en el mundo contaminado en que vivimos.
-Recientemente han salido a la luz casos de abuso de poder en el cine, la televisión y el teatro. ¿Como ve Ud. todo esto?
-(Silencio) Creo que hay casos en que quizás no se llevó muy bien la situación, y se aceptaron hechos que uno nunca habría aceptado jamás. Hay que saber poner el alto mucho antes de llegar a una situación límite, y eso me ha llamado la atención en algunos testimonios, que no pusieran el freno inmediatamente y que la incomodidad siguiera y siguiera hasta el extremo. Es aun más delicado en el mundo del teatro, porque está toda esa confianza que te enseñan en la escuela y el respeto y juego con tus pares. Pero soy de la idea de que no hay que callarse nada. Y menos ahora.
Este lunes, Di Girolamo volverá a la televisión y también a las teleseries, tras ser despedida de TVN a mediados de año. En La reina de Franklin, la nueva apuesta vespertina de Canal 13, interpretará a Julia Tocornal, una mujer que reniega de sus orígenes.
-¿Qué piensa hoy de TVN?
-Paso todos los días por ahí cuando voy a grabar a Canal 13, y veo que ese edificio está completamente vacío. Da pena, estuve ahí por más de 20 años y en su época de mayor efervescencia, no solo de las teleseries sino de Bellavista 0990, de Ojo con el arte, El show de los libros de Skármeta, Hora 25 y así tantos otros espacios. No era un canal que debía hacer cultura, era un canal cultural. Y creo que a eso se debe apuntar: TVN no debería tener una señal cultural, sino que debería ser un canal cultural con todas sus letras. Pero hoy es un edificio fantasma. Está vacío de todo, de gente, contenidos y relatos. No existe TVN, y no sé si pueda volver a ser como el canal con el que soñamos.
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