Los llamados de amigos, wasaps y redes sociales en un coro uniforme de lamentos porque no gusta el cartel de Lollapalooza 2019. Jugamos al circo romano levantando y bajando pulgares ante cada nombre mientras se reproducen las maldiciones ante la ausencia de Dua Lipa. Con apenas un disco la lloran como si nos plantara por enésima vez y la comparan con Tool por dejarnos con las ganas. Es parte del rito prefestivalero.

Después de ocho años Lollapalooza dejó de ser ese encuentro de élite de sus primeras fechas. Estilísticamente avanza en nuevas direcciones y hay malas noticias para quienes esperan anuncios cargados a los superclásicos y los consagrados en próximas ediciones. Hay cuenta regresiva para el desembarco del reggaetón. Es más. Si en el anuncio de ayer hubieran aparecido Daddy Yankee -un capo entre capos- o J Balvin -la estrella mundial-, este Lollapalooza reforzaría la línea de los pesos pesados, los cabezas de cartel, que son pocos para tres días de música en vivo, porque Lenny Kravitz podrá tener una decena de éxitos pero jamás se viene a la mente cuando piensas en los más grandes de los últimos 30 años.

La misión de Lollapalooza es capturar el presente de la música popular anglo y en sus versiones latinas abrirse a los sonidos locales, un sabor extra que contribuye a su variedad. Hay tres géneros clásicos que serán representados inapelablemente con las figuras del momento. El rap tiene al mejor exponente de la década con Kendrick Lamar en su esfuerzo notable y triunfal de dotar al hip hop de contenido lírico y musicalidad. La versión más ligerita, zorrona y popular de las rimas llega con el somnífero y premiado Post Malone, un favorito juvenil que con seguridad va a convocar muchísima gente.

En el rock, para bien y mal, la banda del momento: Greta Van Fleet, que es como A-Teens con ABBA en relación a Led Zeppelin. Arctic Monkeys viene en una fase distinta, más reposada en las profundidades de la canción de autor. Llega Rosalía, la ascendente estrella española que cambió del flamenco a la música urbana con personalidad y frescura, con ganas de convertirse en un fenómeno global que corone con distinción el fulgor actual de la música latina a nivel mundial.

La línea media del festival es consistente. St. Vincent, de memorable paso en 2015 tanto por su número como por romper unos cuadros en su camerino en arrebato rockstar, regresa con el excelente MASSEDUCTION (2017). The 1975 traerá disco nuevo con experimentos de música urbana en un nuevo ejemplo de que la tendencia en el pop es revolver estilos. Viene Caetano Veloso, una leyenda aún vigorosa. Debería ser ley verlo al menos una vez en la vida.

Lollapalooza 2019 ofrece genuinamente a algunas de las más grandes estrellas mundiales de la música de moda, este es el nivel del pop, el rock y derivados. Podemos discutir sobre ese promedio actual, qué nos están dando los artistas y la industria detrás, el gusto de la masa también. Pero este es un catálogo representativo del presente y lo que se escucha.