La octava edición del Filbita: los chicos no se vienen con chicas
El sector infantil y juvenil (LIJ) crece sostenidamente desde hace años, estimulado en buena parte por el boom de Harry Potter a fines de los 90. Pero además han surgido conceptos nuevos como "adultos mediadores" y otros que se están redefiniendo: por ejemplo el de autor. Todo esto detrás de esta nota sobre el festival de literatura infantil más importante de Argentina.
El Filbita es el festival de literatura infantil más grande de Argentina. Lo organiza la Fundación FILBA, y ya va en su octava edición y cada año se instala como un referente obligado de la industria argentina. En tiempos donde la industria trasandina del libro vive desde el 2015 una caída tanto de la demanda como de la oferta, el único sector que le da un respiro es precisamente el libro infantil y juvenil (LIJ). Adriana Hidalgo tiene hace años su sello Pípala, dirigido especialmente a niños, y Planeta tiene un departamento comandado por Adriana Fernández, pero también hay otras editoriales que se han desarrollado fuertemente, como La Brujita de Papel, Limonero y Norma/Kapelusz.
Si bien los números van en aumento hace casi diez años, no todo es comercial. Adriana Fernández explicaba hace un año que si bien hay libros con licencias, es decir "casi puramente comerciales", con Disney a la cabeza, hay otros que tienen una perspectiva literaria y operan "de la misma manera que la literatura de adultos". Filbita se caracteriza por esto último, como advierte María Luján Picabea, una de las coordinadoras de este festival, ya que "privilegiamos convocar autores no tan conocidos, que la gente no tiene tan identificado por nombre pero que son muy buenos. Aquí han venido autores que eran desconocidos, pero que luego de su participación en el festival hemos podido acceder a traducciones o ediciones locales".
Este festival, que arrancó el jueves 22, dedica los dos primeros días fueron para público adulto: docentes, bibliotecarios, que Picabea llama "adultos mediadores", porque acercan los libros a los niños, "y eso es una toma de conciencia de que son ellos los encargados de fomentar la lectura a temprana edad". En los cuatro intensos días hay talleres, diálogos, lecturas, recitales en tres sedes repartidas por la Ciudad de Buenos Aires. Los sellos locales colaboran activamente y se ven en varias de las actividades a sus editores, que suelen intercambiar opiniones entre sí o con los invitados nacionales o extranjeros.
A diferencia de Filba Internacional no son muchos los invitados extranjeros; en esta edición destacan la chilena Paloma Valdivia, la francesa Marjorie Pourchet y el español Raúl Guridi, quien cree que LIJ está en alza en toda la lengua castellana porque "hay mucha literatura que es infantil, pero que en realidad está siendo comprada por adultos, porque les transmite una sensación muy parecida a la que les transmiten a los niños, que podría resumirse en una conjunción entre ternura, libertad, confortabilidad y de que hay otro mundo posible". Estos aspectos, según él, no se encuentran en la novela y especula que esto en épocas de crisis, como las que vive Argentina, se desarrollan más incluso. Muchos de los libros LIJ son verdaderos álbumes ilustrados, con un diseño cuidado tanto de interiores como de tapa, pero eso no es lo importante, ya que detrás de ello está la creación de "un sujeto activo, que puede interpretar y gozar de la lectura poniendo de su parte, cosa que muchas veces la novela no permite esa interacción".
Este autor español no sólo está convencido de que este sector es la esperanza del mundo editorial, sino de que es "la esperanza de un mundo mejor". Para él, España no es un mercado más grande que el latinoamericano, pero sí es más diverso, "y estamos aprendiendo de experiencias como la francesa o la portuguesa, que en vez de meter tanto libro clásico al alumnado estar abiertos a textos que estén más llenos de contenidos y de sentimientos y no con tanta cantidad de palabras". De estas experiencias se nutre este festival.
Es evidente que la organización le gustaría traer más invitados internacionales, Filba hizo un gran festival en octubre, pero lo pudo hacer porque cumplía diez años y consiguió el apoyo de mecenazgo cultural, que da beneficios tributarios a las empresas que colaboran. Sin embargo, Filbita, pese a que el sector vive un auge, tiene otra realidad y además este año no se conmemora nada especialmente. Eso no impide, como dice Picabea, que tengan, al igual que el festival adulto, una lista de autores "a los que invitamos habitualmente, pero sabemos que por sus agendas es muy difícil que vengan; dentro de estos está Anthony Browne, que sí nos gustaría traer". Con respecto a la posibilidad de traer a J.K. Rowling, responde que sería maravilloso, pero prefieren como festival proponer nuevos autores, nuevos creadores dentro de la literatura infantil, y no tanto autores consagrados mundialmente.
En relación a la creación de Rowling, Raúl Guradi cree que la importancia de Harry Potter no está tanto en las ventas como en el "llenar un vacío", porque funciona como un libro de autoayuda, que en LIJ había mucho en el momento en que surgió, del tipo "si te pasa esto, no te preocupes. Bueno, Harry Potter habla de los problemas de los chicos pero desde la ficción. La gran gracia que tienen todos los libros de esta saga es que los personajes son adolescentes de verdad, con problemas de adolescentes reales". Para Adriana Fernández, Harry Potter tiene una importancia adicional, y es que los adolescentes comenzaron a leer sostenidamente a fines de los 90 y desde ahí no han parado más: "El otro punto de inflexión fueron las redes sociales, difusoras de la literatura juvenil".
Aquí se ubicó una comunidad muy interesante de bloggers, youtubers y booktubers, de los que es parte nuestro compatriota Germán Garmendia, uno de los autores juveniles más importantes del momento, con títulos como #ChupaElPerro y Di hola. El primer libro fue publicado por Random House y constituyó todo un fenómeno de ventas en Argentina y Colombia; de hecho, en las ferias del libro de Bogotá y Buenos Aires estuvo firmando durante horas su libro a un público no habituado a asistir a esos eventos literarios. Di hola, en cambio, salió por la otra trasnacional importante, Planeta, que con esto parece haber superado en Argentina el 17% de la facturación de la editorial. Pero más allá de Garmendia, las ferias, infantiles y adultas, hoy parecen no poder obviar a autores que provengan de las redes sociales, de hecho el concepto de autor se está redefiniendo rápidamente en este sector.
Por otro lado, autores de literatura a secas vienen publicando textos LIJ, desde consagrados como José Watanabe y Hans Magnus Enzensberger, hasta otros más nuevos, como los trasandinos Félix Bruzzone, Federico Jeanmaire y Valeria Tentoni, todos ellos participaron de esta octava versión de Filbita. Pero este sector no sólo se vale de youtubers o de autores que vienen de la literatura a secas, también vienen del teatro o de cualquier otra disciplina, esto hace que los editores estén doblemente atentos.
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