A comienzos de 1961, The Beatles se encontraron con una dificultad. Su entonces bajista, Stuart Stucliffe, decidió dejar la banda para concentrarse a tiempo completo en su pasión: la pintura. En ese momento la banda se fogueaba tocando todas las noches para la ruda clientela de los bares de Hamburgo, Alemania. Por ello, les resultaba imperativo hallar un reemplazo para el pintor.
Sin embargo, en ese entonces el puesto de bajista no era el más apetecido. "En nuestra mente, era el gordo del grupo el que casi siempre tocaba el bajo, y se quedaba atrás. Ninguno de nosotros quería eso. Queríamos estar al frente, cantando, viéndonos bien", contó Paul McCartney en una entrevista concedida al sitio Reverb.
En los primeros meses de los Beatles en el puerto alemán, "Macca" tocaba una guitarra barata marca Rosetti Lucky Seven, la que acabó destrozada por el jaleo en los clubes. Ello trajo consecuencias. "Como estaba allí sin instrumento me vi obligado a tocar el piano, ya que tenían uno en el escenario del Kaiserkeller", cuenta el músico en el libro The Beatles Anthology. En esos días completaban el grupo: John Lennon y George Harrison en guitarras, Pete Best en la batería y el mencionado Stucliffe en las cuatro cuerdas.
Sin guitarra propia, y con la banda apremiada por un nuevo bajista, McCartney se hizo cargo de la situación. Para ello, pidió a Stucliffe que le prestara por unos días su bajo mientras hacía algo de dinero para comprarse uno propio. Finalmente, en el escaparate de una tienda en el centro de Hamburgo, McCartney encontró el Höfner 500/1 que pasaría a la historia.
"Recuerdo que pasaba una y otra vez por delante y que veía un bajo con forma de violín que resultaba muy enigmático. Al ser zurdo, me gustaba que fuera simétrico, para que cuando le diera la vuelta no quedara tan mal. Me compré uno. Lo pagué en el acto. Costaba el equivalente de 30 libras, lo cual era bastante barato, incluso entonces", cuenta el músico en el libro de Antología.
Con ese instrumento, el bajista grabó los primeros dos discos de la banda de Liverpool. En 1963, Höfner le entregó un modelo renovado del 500/1 el que utilizó hasta su reemplazo por el Rickenbacker 4001 en 1965. El modelo 63' fue el que usó en el concierto de la azotea, registrado en la película Let it be de 1970. Por otro lado, el primer ejemplar, el de 1961, es el que se ve en el clip de "Revolution" rodado en 1968. Hoy se desconoce su paradero pues fue robado a fines de los 60'.
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Un bajo particular
El músico y periodista Gonzalo Planet conoce el sonido del 500/1, pues toca con una réplica moderna del mismo en la banda Matorral. "Tiene una textura de sonido muy noble y cálida, cercana a un contrabajo. Es un instrumento de caja, es decir, hueco por dentro como un bajo acústico, pero electrificado. Carece de sustain, el efecto que extiende el sonido al pulsar una cuerda, lo que en parte obliga a ejecutarlo de manera dinámica. La versión actual mantiene la nobleza de su sonido, pero con una placa interna que permite agregar un poco de sustain a la interpretación", detalla el autor de libros como Sol y Lluvia. Voces de la resistencia.
El referido cordófono es también muy ligero en peso. "Es muy cómodo y livianísimo, distinto a los también populares Fender Precision o Fender Jazz Bass, con el que he quedado con dolor de espalda", sostiene Planet.
Esas características del Höfner permitieron a McCartney desarrollar su estilo, según relató en The Beatles Anthology. "Descubrí que era más melódico que otros bajistas porque podía tocar muchas notas altas en el duodécimo traste. Como mis composiciones eran melódicas, era bueno no tener que tocar siempre notas bajas. El hecho de que fuera muy ligero, pero emitiera un sonido muy propio de bajo, hacía que sonara de forma muy particular, fue una suerte la verdad", detalla.
Para Planet, la forma de tocar desarrollada por el zurdo le posicionó como uno de los referentes de las cuatro cuerdas. "En los '60 había bajistas extraordinarios como James Jamerson del sello Motown, Carol Kaye que grabó con muchísimos artistas como los Beach Boys, o John Entwistle y su brutalidad en The Who, pero a McCartney lo considero un referente superior que propuso una forma muy creativa de enfrentar el instrumento y comandar las canciones, por ejemplo, mediante escalas inusuales o modificando las armonías".
En nuestros días, instrumentistas como Dale Davis (Amy Winehouse) o Cam Avery (Tame Impala), utilizan el legendario modelo, el que se puede encontrar en sitios como Musician's Friend a un costo que bordea los dos millones de pesos. También hay alternativas más baratas como el Hofner Viola Bass, que en portales especializados como Thomann, está a la venta por el equivalente de 250.000 pesos.