La escena parece sacada de un episodio en plena beatlemanía, como cuando los Fab Four hicieron delirar (literalmente) a 60 mil personas en el Shea Stadium de Nueva York en agosto de 1965 o cuando la policía intentó contener a una masa de fans en las afueras del Palacio Buckingham de Londres, donde la banda fue condecorada con la medalla del Imperio Británico. Pero esta escena transcurre 52 años después en Sao Paulo, Brasil, donde la noche del domingo 15 de octubre de 2017, Paul McCartney se presentó ante 45.500 fanáticos que corearon como hinchas de un equipo de fútbol los 38 temas interpretados por el ex Beatle, incluso los más desconocidos y raros, como "In spite of all the danger", de los Quarrymen, el grupo que armó John Lennon en la prehistoria beatle en Liverpool.

"¡Hola Brasil! ¡Hola paulistas!", suelta Macca apenas ingresa al escenario en el Allianz Parque, el flamante estadio del Palmeiras, donde la selección chilena cayó derrotada 3-0 ante el Scratch. En el cabello de McCartney brotan canas, en su frente y en su sien, que se dejan ver gracias al viento que corre esta noche. Paul, no siempre cómodo con las efemérides, luce botas beatle y una chaqueta azul, en cuya manga izquierda tiene adosado un símbolo que remite a Sgt. Pepper.

En esta gira "One on One", el ex beatle arranca con "A hard day's night" y apenas se escucha el acorde característico de este tema, se desata la euforia de los paulistas. En el Allianz Parque hay cancha vip, pero sin asientos; vendedores ambulantes con cerveza (totalmente permitida) y decenas de puestos de comida, mientras que el resto del estadio se divide en platea alta y platea baja. Todo esto influye en el encendido ambiente de esta noche, aparte del conocido fanatismo por The Beatles de los brasileños. De hecho, en su último paso por el gigante sudamericano Macca completó nada menos que 24 conciertos en Brasil, donde se presentó por primera vez en 1990 en el Maracaná.

Tras "A hard day's night", los temas que siguen, tanto de Wings como de los Beatles, son una aplanadora: "Junior's farm", "Can't buy me love", "Jet", "Drive my car", "Let me roll it" y "I've got a feeling". Puede que McCartney se haya presentado muchísimas veces en Brasil, pero la euforia que desata en este país se mantiene intacta. "Explosión de juventud y una oda a la madurez", tituló al día siguiente el diario O Estado de Sao Paulo.

"Yeah, yeah, yeah!"

"¡Gracias Brasil!", continúa Paul, de 76 años y que se da un descanso con la soporífera "My Valentine", dedicada a su esposa Nancy. Luego tiene lugar la parte semiacústica del show. Esta vez, por las pantallas gigantes no hay videos del recuerdo de los Beatles ni adornos sicodélicos, sino que imágenes del Liverpool de la infancia de Paul, John, George y Ringo. Y es en este set donde tienen lugar los grandes debuts de este tour de McCartney, los guiños para los fanáticos y las rarezas.

Ocurrió con la mencionada "In spite of all the danger", que Paul compuso con Harrison y que fue registrado en 1958, con "Love me do", interpretada de manera íntegra por primera vez y que el cantautor británico dedicó "al gran George Martin" y con "And I love her", con el ex Beatle bailando "la colita". Pero es aquí también donde estallan dos grandes sorpresas, una inclusión y otra omisión. Al momento de presentar "Love me do", Paul se enreda, mientras el público corea a todo pulmón "¡She loves you, yeah, yeah, yeah!. McCartney responde el gesto y canta un breve trozo de ese histórico single que hizo explotar la Beatlemanía a comienzos de los 60. Luego retoma el homenaje a George Martin con "Love me do", cuenta que fue la primera canción que grabaron en Abbey Road, pero omite "You won't see me", del Rubber soul, incluida en esta gira.

"¡Oi, Sampa!"

Pero el público, que sigue prendido, ni se inmuta con esta aparente omisión. "Paul McCartney es tan groso que incluso emociona con 'Love me do', canción que nunca escucho", dirá un fan de los Beatles finalizada la noche. "¡Oi, Sampa! ¿Tudo bem?", pregunta Paul, risueño, dueño absoluto de la noche y ya sin chaqueta. Luego pasan los temas más recientes, "Quennie eye", "New" y "FourFiveSeconds" (esta última grabada junto a Rihanna y Kanye West), coreados por la multitud.

Poco después tiene lugar el otro gran momento del concierto, cuando McCartney cuenta que hace muchos años compuso junto a John "I wanna be your man", que regalaron a The Roling Stones y que con el tiempo se transformó en el primer éxito de la banda de Jagger y Richards. Pero antes de que suenen los primeros acordes de este tema de 1963, los paulistas comienzan a gritar "¡Ringo!, ¡Ringo!, ¡Ringo!, ¡Ringo!, ¡Ringo!", aludiendo a que el baterista solía cantar esta canción en vivo. "¡Ringoooooo!", responde Macca.

Si esto fuese una trilogía, el gran suceso de la tercera parte del show, de dos horas y cuarenta minutos, ocurre cuando Paul recuerda que "hace 50 años lanzamos este disco… ¡Imposible!", y entonces se lanza con "Being for the benefit of Mr. Kite!", en una suerte de homenaje a Sgt. Pepper, del que también interpretó "A day in the life" y "Sgt. Pepper reprise", con la icónica carátula en la pantalla gigante. Pero si es por 50 años, Paul también hace un gran guiño a las cinco décadas del Álbum blanco, con cinco gemas de este título: "Birthday", "Ob-La-Di, Ob-La-Da", "Back in the USSR", "Blackbird" y "Helter skelter".

Como el show de McCartney no es una trilogía, ni mucho menos, el gran, gran, gran momento de la noche ocurre con "Hey Jude", que pese a que es interpretada en cada una de sus largas giras, aún emociona hasta el más rudo de los fanáticos de los Fab Four. Porque esta noche surge algo especial, ya que cuando Paul se sienta al piano, miles de paulistas elevan globos de colores y pancartas blancas con las palabras "Na, na, na, ná", en evidente alusión al coro de "Hey Jude", provocando un estruendo, a lo Shea Stadium. Y para el final, ese remate inigualable del Abbey Road, con "Golden slumbers", "Carry that weight" y "The end".

"¡Gracias Brasil! Nos vemos la próxima vez Sao Paulo!", lanza Paul y se va.