El ingreso de Adriana Valdés a la directiva de la Academia Chilena de la Lengua, como vicedirectora en 2010, no fue planificado. En plena jornada de votación la poeta Delia Domínguez habría dicho: "Ya es hora que en esa directiva haya una mujer. Y yo propongo a Adriana Valdés", recuerda la académica y autora de Redefinir lo humano. Pero ese cargo lo ocupará solo hasta enero del próximo año, cuando asuma un rol histórico: será la primera directora de la Academia en 133 años de existencia.
En esta ocasión, Adriana Valdés (75) decidió personalmente postularse a la dirección, que desde 1993 lideraba el lingüista Alfredo Matus. "Después de reflexionar bastante me di cuenta que quería hacerlo para hacer historia para las mujeres, ya que esto les abre un camino, lo que me interesa bastante", comenta. Finalmente, el lunes pasado fue electa por 12 votos contra 11 que obtuvo el doctor Fernando Lolas.
Adriana Valdés estará a cargo de la institución durante los próximos tres años. Una vez terminado ese periodo no podrá ir a reelección, ya que alcanzará la edad máxima reglamentaria de 78 años. Es por eso que en este periodo trabajará intensamente en algunos puntos. "Como hay gente nueva en la Academia, trabajaremos para descubrir cuáles van a ser lo nuevos liderazgos", dice. Además, buscará fortalecer la Academia en términos de abrirla a temas de interés público.
¿Le interesa que haya una apertura de parte de la Academia y que se conozca más sobre ella?
Sí, esa es una de las cosas que queremos corregir. Esto de ser directora de la Academia significa que también voy a pasar a ser presidenta del Instituto de Chile. Entonces, nosotros con el presidente saliente del Instituto, Luis Merino, estamos haciendo un gran esfuerzo de renovación tecnológica de manera que podamos transmitir las cosas que se hacen a través de streaming y las redes sociales. Yo creo que el futuro de la comunicación está mucho en los medios y en las redes sociales a las que podemos acceder ahora, y vamos a quedar mucho mejor equipados técnicamente. Mi gestión va a estar encaminada a abrir el espacio mucho más.
Usted es parte de la Academia desde 1993, ¿qué la ha motivado a participar activamente durante este tiempo?
En 1993 para mí fue un honor muy grande ser llamada a la Academia. A raíz del Golpe militar se me quebrantó mi carrera universitaria. Yo era profesora de la Universidad Católica y tuve que empezar a buscar otro trabajo y desplazarme. Entonces, si bien yo seguí escribiendo mucho, no tenía un alero institucional que me amparara. Así que cuando la Academia me invitó, me pareció muy honorífico y acepté con mucho gusto. Empecé a conocer las actividades, a hacerme más cercana, hasta que finalmente fui vicedirectora. Yo quería cambiar esa idea que la gente tiene de la Academia como algo autorreferente, y que le abriéramos camino a las otras personas. Creo que eso se ha logrado y se tiene que lograr mucho más en el futuro.
Será la primera directora mujer de la Academia ¿cómo ve la presencia femenina en la institución?
De hecho en la Real Academia Española nunca ha habido una directora mujer. En América Latina han sido poquísimas mujeres en la institución. En Chile ha estado Rosa Cruchaga de Walker, Marianne Peronard, que era una gran lingüista de la Universidad de Valparaíso. También la poeta Delia Domínguez, más lingüistas como Victoria Espinoza; está Carla Cordua que es una gran filósofa. Pero si tú ves la proporción de mujeres en relación con los hombres, es menor. Eso era así porque esto antes era exclusivamente masculino, entonces el hecho de que ingresaran mujeres de por sí era una novedad. Ahora espero que cada vez haya más mujeres en la Academia, estamos un poco en deuda con eso.
¿Hay interés en que haya más participación de mujeres a futuro dentro de la Academia de la Lengua?
De todas maneras, nos hacen mucha falta miradas de mujeres. Faltan miradas de distintas disciplinas también, porque el lenguaje no se limita a la lingüística. La academia desde su fundación estaba por el cultivo del lenguaje en todos sus aspectos en los que el lenguaje es fundamental. Yo diría que una apertura al trabajo de las mujeres en todas estas disciplinas es algo sumamente deseable para la Academia. Todos estos son mis deseos y sueños, los vamos a ir cumpliendo con lentitud. Sin prisa, pero sin pausa.
¿Qué visión tiene del lenguaje inclusivo y cómo lo han abordado en la Academia?
La posición de la Academia Chilena no necesariamente se subordina a la de la Real Academia Española. La Academia Chilena hace sus propios estudios y toma sus propias determinaciones según el uso que hay en Chile. En ese sentido hemos estado trabajado, y se llegó a la conclusión de que en general el lenguaje inclusivo, como el uso de la letra e, es un fenómeno todavía muy poco extendido como para incorporarlo al diccionario. Hay que esperar que esto tenga un uso corriente. Cuando es un grupo muy pequeño es un gesto testimonial de ese grupo, que perfectamente lo puede hacer, pero de ahí a pensar que eso se va a incorporar al diccionario, depende del uso. También se aconseja usar palabras más neutras, como "personas" o "ciudadanía".