Los Globos de Oro son un curioso referente en la carrera a los premios Oscar. Ostentan la tradición de englobar más películas (se subdividen en dos categorías) que la Academia de Hollywood, pero no son muchas las veces en que aciertan como predictores de lo que va pasar en el Teatro Dolby. Este año eligieron como Mejor película (drama) a Tres anuncios por un crimen y Mejor película (comedia o musical) a Lady Bird, pero el Oscar prefirió La forma del agua. En el 2016 se repartieron entre El renacido y Misión rescate, sólo para que la Academia después se decantara en la categoría Mejor Película por Spotlight.

Los anuncios de este jueves fueron sorpresivos por lo menos a partir del título que lideró las nominaciones y no sería extraño que cuando el 22 de enero se conozcan las postulaciones del Oscar haya filmes diferente a los preferidos por los Globos. La cinta favorita en esta ocasión fue Vice, filme que ni siquiera se ha estrenado en Estados Unidos y que consiguió seis nominaciones, entre ellas a Mejor película (comedia o musical), Mejor director y Mejor actor. Vice no estuvo en la lista de las 10 mejores del National Board of Review ni en las preferencias del Círculo de Críticos de Nueva York, el más prestigioso en Estados Unidos en la presa especializada.

Dirigida y escrita por Adam McKay (1968), Vice parece ser un retrato ácido e incómodo de Dick Cheney, el vicepresidente de los dos mandatos de George W. Bush, entre el 2001 y el 2009. Político resistido por la ciudadanía (su aprobación llegó al 13 por ciento), Cheney se convirtió sin embargo en el auténtico estratega de la Casa Blanca durante una década. Para muchos es el vicepresidente más poderoso de Estados Unidos.

En esta película Christian Bale asume una interpretación casi mimética como el calvo y poco empático Dick Cheney, un calculador nato. Subió 20 kilos, se afeitó la cabeza, pero antes que nada adoptó la actitud y la serie de gestos y rictus del lugarteniente de Bush hijo, quien lideró silenciosamente la agenda antiterrorista de la Casa Blanca tras el 11 de septiembre el 2001. El filme tiene una galería brillante de secundarios, entre ellos Sam Rockwell como George W. Bush, Steve Carell en el rol del secretario de defensa Donald Rumsfeld y Amy Adams como Lynn Cheney, esposa y soporte emocional del vicepresidente.

El director detrás de Vice, que muestra la carrera de Cheney desde sus inicios en los años 70 en el gobierno del republicano Gerald Ford, es Adam McKay, guionista y realizador que comenzó llamando la atención con sus comedias sobre un egocéntrico conductor de noticias en Anchorman (2004) y Anchorman 2 (2013). En 2016, McKay obtuvo cuatro nominaciones a los Globos y recibió un Oscar por Mejor guión adaptado por La gran apuesta, cinta sobre un inescrupuloso grupo de inversores de Wall Street donde estaban Christian Bale y Steve Carell, protagonistas de Vice.

Si sigue la misma receta sardónica que le daba vida a La gran apuesta, es probable que Vice se convierta en un implacable retrato de la política norteamericana.

El filo de la comedia

Si se observa con detención, en esta ocasión hay una leve superioridad de preferencias por las películas que, de acuerdo a la Asociación de Periodistas Extranjeros de Hollywood (HFPA), son comedias. La HFPA entrega los Globos de Oro desde 1944 y subdivide los filmes en drama y comedia o musical, otorgándole mayor variedad a sus galardonadas. Es por esta razón que a la hora de los Oscar algunas de estas producciones no se repiten el plato.

No sólo Vice, la líder en nominaciones, es considerada una comedia por la Asociación de Periodistas Extranjeros de Hollywood. Dos de las tres cintas que lograron cinco postulaciones también pertenecen a este género: La favorita, de Yorgos Lanthimos, y Green Book, de Peter Farrelly. También con cinco aparece Nace una estrella, de Bradley Cooper, que fue considerada un drama.

La favorita, que se estrena el 24 de enero en Chile, es una inclasificable y desinhibida comedia ambientada durante el reinado de la reina Ana de Inglaterra (Olivia Colman), a principios del siglo XVIII. Describe las intrigas de palacio y la lucha de dos primas (interpretadas por Rachel Weisz y Emma Stone) por ganar el afecto de la desequilibrada reina, quien además es lesbiana y no soporta la política. El filme es del mismo realizador griego de The lobster y El sacrificio del ciervo sagrado, uno de los directores más originales de la última década.

En otras ligas se mueve Green Book, del veterano Peter Farrelly, quien se hizo conocido junto a su hermano Bobby Farrelly por las populares e incorrectas comedias Loco por Mary (1998) y Una pareja de idiotas (1994). Veinte años después, el mayor de los Farrelly fue mucho más allá del gag y el humor inmediato y quiso construir una crónica sobre la amistad entre el pianista afroamericano George Shirley (Mahershala Ali) y el guardaespaldas ítaloamericano Tony Lip (Viggo Mortensen).

La película, que se estrena el 14 de febrero acá, se basa en un caso real y construye su historia a modo de road movie por el sur profundo de Estados Unidos. En el año 1962, el ex guardia de club nocturno Tony Lip se encuentra sin trabajo y acepta a regañadientes ser el chofer y guardaespaldas de George Shirley, quien se encuentra a punto de iniciar una gira en los estados más intolerantes del país. En un principio el aire esnob de Shirley choca contra la mente concreta y simple de Lip. Luego, entre ambos se abrirá un inesperado lazo de comunicación.

Aún en cartelera en el país, Nace una estrella tiene seis nominaciones y confirma su estatus de favorita en la carrera al Oscar. Es el doble debut del actor Bradley Cooper en la dirección y de la cantante Lady Gaga en la actuación, pero eso no impide que la película funcione como un drama clásico de estrellas decadentes y prodigios precoces.

Un gesto a las minorías

Green Book es uno de los varios largometrajes nominados que abordan la tensión racial y la realidad de la minoría afroamericana en Estados Unidos. Algunos críticos han considerado que el filme de Farrelly es una versión light y blanqueada de los conflictos entre blancos y negros.

En ese sentido, El infiltrado del KKKlan, que obtuvo cuatro nominaciones, es un largometraje de combate, casi de guerrilla. Dirigido por Spike Lee y exhibido en Chile en agosto, el filme con John David Washington recrea el caso de un policía negro de Colorado que logró desbaratar una importante célula del Ku Klux Klan en los años 70.

Un poco más abajo, con tres nominaciones, están Pantera negra de Ryan Coogler e If Beale Street could talk de Barry Jenkins. Al igual que El infiltrado del KKKlan y a diferencia de Green Book, son filmes sobre afroamericanos dirigidos por realizadores de color. El primero es una ingeniosa adaptación del superhéroe de Marvel que viene de la nación africana de Wakanda. La cinta de Jenkins (director de la premiada Moonlight) es su versión de la novela homónima de James Baldwin. Ambientada en los 70, cuenta la lucha que emprende una mujer por lograr sacar de la cárcel a su esposo, injustamente acusado de un crimen.

En este mar de postulantes, aparece también Mary Poppins returns, que logró nada menos que cuatro nominaciones, entre ellos Mejor película (comedia o musical).

Bastante abajo en la lista está Roma, cinta de Alfonso Cuarón que lidera las preferencias en las listas de lo mejor del año (The New York Times, entre ellas) y que logró al menos tres nominaciones en rubros importantes: Mejor director, mejor guión y Mejor película extranjera.

Entre los olvidados de los Globos hay al menos dos películas que si tienen suerte podrían estar en la carrera al Oscar: El primer hombre en la Luna de Damien Chazelle y Viudas de Steve McQueen.

El primer director tuvo su momento de gloria en el Oscar con La La Land y el segundo con 12 años de esclavitud. Sería raro que este año no fueran parte del paisaje.