El reconocimiento arquitectónico que pone en peligro la famosa librería Strand
El edificio ubicado en Broadway con la calle 12, fue propuesto para su preservación. Sin embargo, lo que se considera un honor en la era de los altos edificios, para los dueños de la librería neoyorquina significa restricciones y altos costos.
Fundada en 1927 como un negocio familiar, Strand se ha convertido en una de las librerías más famosas del mundo. Su dueño original, Benjamin Bass, comenzó vendiendo libros usados, y su hijo Fred continuó su emprendimiento, el cual también heredó a sus descendientes.
Casi un siglo después, Strand vende millones de libros y atiende a miles de clientes de todo el mundo, que ven en Broadway 828, un destino imperdible al visitar la Gran Manzana.
Recientemente, el edificio que contiene este histórico punto de encuentro para los fanáticos de la lectura, fue propuesto para su restauración, un reconocimiento en término arquitéctónicos, pero una dificultad para la continuidad del negocio que lleva 90 años en marcha.
En la ciudad donde abundan los rascacielos que aumentan la cantidad de personas por metros cuadrados, si un edificio es elegido para su restauración, los dueños deben asumir altos costos y limitarse a los reglamentos impuestos.
Strand llegó a su edificio actual en 1957, lugar que arrendó hasta 1997, año en que adquirió la propiedad por 8,2 millones de dólares. Actualmente, su valor asciende a los 31 millones de dólares.
Según informa El País, si bien el edificio fue construido en 1902, sus dueños abogan que no está en peligro. Nancy Bass Wyden -heredera de la famosa librería- cree que su "restauración" causará el efecto contrario, ya que mantenerlo de acuerdo a las restricciones detallas en las normativas "nos va a costar mucho más".
La construcción de un complejo tecnológico en Union Square, la llegada de Amazon en Long Island provocaron que la Greenwich Village Society for Historic Preservation solicitara proteger 193 edificios, de los cuales 7 son considerados merecedores de restauración, según la Comisión para la Preservación de Monumentos Históricos de Nueva York.
El País consigna que a Nancy Bass no le interesa la ganancia económica, ya que bien podría arrendar ese espacio y ganar mucho más que manteniendo Strand Bookstore. Lo que quiere es que sus hijos continúen el trabajo que ya lleva tres generaciones en su familia.
"Por favor, no destruyan Strand añadiendo más burocracia, costes innecesarios y restricciones que nos frenarán. (...) A diferencia de Amazon, no pedimos subsidios ni un tratamiento especial", dijo Bass al medio argentino.
Desde la Comisión para la Preservación de Monumentos Históricos de Nueva York, respondieron "trabajaremos con los dueños para garantizar que la institución cultural perdure", y le concedieron más tiempo para evaluar el caso.
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