La primera serie a nombrar es La casa de papel. Netflix tomó la serie española originalmente emitida por Antena 3, la editó un poco para que los capítulos quedaran de 50 minutos aproximadamente y la lanzó en su pantalla. Se piensa que su éxito se debe a que es una serie muy "maratoneable" o quizás tiene que ver con la fantasía de la anarquía…quién sabe. El punto es que se convirtió en la serie de habla no inglesa más vista en Netflix y en el disfraz más vendido de este Halloween (dato inventado a raíz de todos los lugares que vendían el disfraz).
El 2018 también trajo el regalo más esperado para las señoras (de edad y de alma): la serie de Luismi, el sol de México. A diferencia de otras producciones, Luis Miguel: la serie fue emitida por Netflix y Telemundo, por lo que la entrega de cada capítulo era semanal. La serie logró ganarse tanto los corazones de los fans del cantante como los de aquellos que solo empezaron a ver la serie para confirmar todos los terribles rumores que conocíamos. Convengamos que la tendencia de las series biográficas no es nueva (Celia Cruz, Juan Gabriel y Sandro ya tenían sus series) la diferencia en este caso es que la serie logró rearmar la comunidad de fans y sumar nuevos al grupo. A pesar de que Luis Miguel no sea un hombre modelo, hoy podemos entender con cierta perspectiva dramática, los eventos que lo convirtieron en lo que es.
Cuando ya nos habíamos acostumbrado al acento mexicano y estábamos quedando con depresión post-serie tras el final de Luismi, una nueva casa llegó a nuestras vidas: La casa de las flores. La serie parece ser un crossover de Arrested development con una teleserie mexicana, y aunque la mezcla se vea rara, funciona perfecto. Rápida, divertida y con personajes encantadores. Si la viste, ob-via-men-te ter-mi-nas ha-blan-do co-mo Pau-li-na.
Aunque no esté en completo español, no puedo no mencionar una de mis nuevas sitcoms favoritas: One day at the time. Esta producción original de Netflix lanzó su segunda temporada en enero, contando las aventuras de una familia de ascendencia cubana que vive en Estados Unidos. La serie se hace cargo de la problemática de la inmigración, la identidad sexual e incluso el lenguaje inclusivo. Livianita y familiar, levanta todo el orgullo latino que uno tiene dentro. Además, tiene a Rita Moreno.
Mención Honrosa se debe hacer a Narcos: México. Que demuestra que el subgénero de los narcos sigue vivo (y aún puede explotarse más) y a la productora española Bambú, responsables de la tercera temporada de Las chicas del cable y otros buenos contenidos que aloja Netflix (Velvet, Tiempos de Guerra).
Este mes Netflix lanzó la serie sobre Nicky Jam. La serie se llama Nicky Jam: el ganador. Si vieron la serie de Luis Miguel podemos hacer el ejercicio de comparar tanto la forma en que está hecha la serie como a los dos artistas, de épocas y estilos distintos, que sufren por la ausencia de la madre. Y ojo, que Netflix anunció que se viene la serie sobre Selena. ¿Qué otro artista latino nos falta ver en la ficción?
A modo de queja y reflexión, diré que tanto el primer capítulo de Luis Miguel como el de Nicky Jam los tuve que ver con subtítulos. Mientras que en las series españolas también me dan ganas de pedir que hablen un poco más lento. ¿Los chilenos hablamos tan mal como dicen? Bueno, al menos gracias a las series tengo un pequeño punto de comparación.