UNO.
Benito Antonio Martínez Ocasio,Bad Bunny, una de las mayores atracciones del próximo Festival de Viña y del californiano Coachella (uno de los mayores del mundo) tras un ataque de éxito fulminante en apenas dos años, aplicó el manual del astro de rápida cocción escalando en la música urbana mediante singles y numerosas colaboraciones. En mayo provocó delirio en el Movistar Arena repleto de adolescentes coreando sus canciones de principio a fin en un show con detector de metales al ingreso por la leyenda de balacera y muertos en una visita previa, cuando nunca hubo tiroteo sino una pelea y dos trágicos atropellos. Para efectos promocionales mejor aún. Su nombre huele a peligro.
DOS.
X 100PRE, su disco debut, funciona como la crónica personal de un artista de naturaleza bling bling consciente que el meollo del interés de mujeres y rivales es proporcional al grueso de su fama y billetera. Bad Bunny ofrece absurdo y picardía triple X en canciones como 200 MPH sobre las bondades de tripular un jetski y practicar sexo a bordo, porque cuando se trata de amor carnal las letras son explícitas, tal como vaticina rotundo a una ex amante en NI BIEN NI MAL.
TRES.
Entre otras esquinas manidas de la música urbana Ser bichote -sinónimo de traficante en Puerto Rico- es una alegoría narco mientras ¿Quién tú eres? circula en otro lugar común de la música inspirada en las calles donde Bad Bunny encara y minimiza a un detractor bajo argumentos monetarios: "tú hablando de mí y yo haciendo mile'". Según declaraciones del puertorriqueño Caro aborda el valor intrínseco de cada persona, mensaje encriptado en medio de versos como "yo sé que ese culo e' caro, lo' mismo bebo Moët, eh". Angula menos gráfico y más confesional en RLNDT -"¿será como me crié y como crecí? ¿algo que escuché o algo que vi?"- sobre la confusión existencial ligada al estrellato.
CUATRO.
Bad Bunny canta poco y nada en términos tradicionales con modulación ininteligible para públicos ajenos al rango juvenil y apoyado sin misericordia en el autotune. Cualquiera fuera de su radio etáreo lo puede confundir con el intérprete del clásico Objeción denegada de 31 Minutos y el inolvidable coro "porque hablo como idiota". En cambio su fanaticada tiene entre manos uno de los mejores discos urbanos del último tiempo por el atrevimiento estilístico y una experiencia musical que transita por distintos estados rítmicos en un álbum plagado de detalles refrescantes. Sin apartarse de la percusión como pivote -la columna vertebral del género-, ofrece inventiva en los decorados como los arreglos de cuerdas en NI BIEN NI MAL, la bachata de antesala en La romana y el synth pop de elegante caída en Otra noche en Miami.
CINCO.
En este tiempo de fama labrada cantando junto a otros hasta alcanzar notoriedad sin tener un disco, Bad Bunny reunió material sólido que avala sus dichos despreciando la fórmula seriada del reggaetón. Armó un debut con todo lo que sabe de música urbana para adaptarla a su estilo y se puede quedar por un rato con el título del rey del pop latino.