El conocimiento de la obra de Carlos Pezoa Véliz (1879-1908) suele asociarse a la poesía y, si bien su obra lírica fue acotada, sus versos aún resuenan en el inconsciente colectivo. Por ejemplo, el también poeta y músico Mauricio Redolés, musicalizó su famoso "Nada", texto que cuenta la muerte de un "pobre diablo sucio y mal vestido" y que tras un pedestre funeral, fuera enterrado sin que nadie dijera nada. O uno de los clásicos en la pedagogía nacional, el desolador "Tarde en el hospìtal":

Sobre el campo el agua mustia cae fina,

grácil,

leve con el agua cae angustia:

llueve...

Sin embargo, en la corta vida de Carlos Moyano Jaña -su nombre real- también dedicó sus esfuerzos a una producción en prosa, publicados en diversos medios escritos de la época, no bien relevados hasta ahora. Esto es lo que alienta la edición del libro Tierra Bravía, texto anunciado en vida por el escritor en 1905 y que reunía las crónicas que Pezoa Véliz había escrito en la prensa popular a inicios del siglo XX, particularmente en el diario La Voz del Pueblo de orientación anarquista.

"A mí me llamaba la atención que de todas las ediciones de Pezoa Véliz, ninguna rescatara su proyecto original. Este es un libro que el proyectó en vida en 1905. Él hizo una publicidad en La Voz del Pueblo, diciendo que iba a ser un libro de prosa y pidiendo suscriptores para lanzarlo", cuenta Cristóbal Gaete, investigador a cargo de la edición.

Así, Pezoa Véliz hizo dos anuncios, el segundo con una lista ampliada de textos que no alcanzó a producir debido a su debilitada salud, luego que quedara atrapado entre escombros en el terremoto de Valparaíso en 1906 —ciudad donde residía— y que lo llevara a la muerte dos años después producto de una tuberculosis. De las crónicas publicadas, sin embargo, sus temas son variados, aunque es evidente su inclinación a retratar a los marginados de la época como "El candor de los pobres", publicado de forma póstuma, donde el autor se adentra en las ilusiones religiosas de los sectores populares como, por ejemplo, el culto a "Davicito", un "niño milagroso" de aquel tiempo. O el perfil dedicado a Marusiña, un orador popular de Valparaíso, personaje que incluso es mencionado por el escritor Manuel Rojas en su novela La oscura vida radiante.

"La idea de que Pezoa Véliz es el primer poeta chileno como dijo Nicanor Parra, Mauricio Redolés o Roberto Bolaño, es una idea. Y frente a esa idea, tenemos una obra equivalente entre poesía y prosa. Nicómedes Guzmán, por ejemplo, dice que es mejor prosista que Baldomero Lillo", agrega el antologador respecto al prólogo que el autor de La sangre y la esperanza hizo a una antología lanzada por Zig Zag en 1957.

"En la prosa, no cabe la menor duda de que su contemporáneo Baldomero Lillo, cuentista indiscutiblemente admirable, le hace pareja en la primera línea. Sin embargo, aun guardando respeto a la jerarquía que la narrativa suele tener por sobre el verso, Pezoa Véliz supera a Lillo en la ruda sutileza para aglutinar el sentimiento colectivo del pueblo", anotó uno de los referentes del llamado "realismo social".

En el arrabal de San Diego

Carlos Pezoa Véliz creció en el barrio de San Diego, específicamente en la ladera norte de la Plaza de Almagro, cuando este sector eran los bajos fondos de la capital. Este antecedente hizo que la plaza donde se encuentran los libreros del sector lleve hasta el día de hoy su nombre. Para su centenario, de hecho, se realizó una caravana en su honor desde ese lugar hasta su tumba en el cementerio general. El acto lo comandó Nicanor Parra y Luis Sánchez Latorre, Filebo, escritor e histórico columnista de Las Últimas Noticias.

Su camino en el periodismo comenzó a temprana edad en los medios alternativos de ese entonces: Lira Popular, La Campaña y El Obrero. También fue secretario del Ateneo Anarquista. En 1905 se trasladó a Valparaíso, donde comienza a escribir en La Voz del Pueblo y La Comedia Humana, este último medio de Viña del Mar. En su obra periodística firmó con diversos seudónimos, como Juan Mauro Bio Bio y Veliz Nolis. Tuvo incluso misiones periodísticas de largo alcance, como reportajes desde el norte grande sobre el salitre y el fusilamiento a Émile Dubois, asesino en serie francés radicado en Chile.

Sus poemas, producción incrementada en sus últimos años de enfermedad, fueron quedando desperdigados en diarios y revistas. Pese a su trascendencia en el tiempo, el escritor no pudo ver en vida su obra publicada en libro, pese a las diversas reediciones de su obra. Y pese a que el conservador Diario Ilustrado sentenció que "nadie se acordará de él", sus versos han sido referencia para gigantes de la talla de Roberto Bolaño, Nicanor Parra, Armando Uribe y Óscar Hahn, entre otros.

El libro será lanzado hoy a las 19 horas en la Librería Proyección (San Francisco 51, Santiago) por la editorial Garceta. En la ocasión, Cristóbal Gaete agregará el lanzamiento de Pinganilla en El Mercurio, una antología de textos políticos del intelectual y ex presidente de Argentina, Domingo Faustino Sarmiento, publicados en El Mercurio de Valparaíso mientras estuvo exiliado en Chile entre 1842 y 1843.