You: en la mente de un obsesivo

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La serie es un producto entretenido, ligeramente atemorizante y que debería ser la fábula perfecta para desconfiar de las personas que parecen muy inocentes.


Cuando Gossip girl estrenó su primera temporada en 2007, millones de adolescentes cayeron flechadas por Dan Humphrey; el jovencito buenote, humilde, aterrizado y eternamente enamorado que interpretaba Penn Badgley.

El personaje, por supuesto, también tuvo detractores, que entre otros reproches, encontraban que era pura fachada y que en el fondo era siniestro, usando su cara de inocente mientras escribía un blog anónimo sobre todos sus "amigos" (spoiler: ¡él era Gossip Girl!). Seis años después, Badgley vuelve a la pantalla chica con un nuevo protagónico que podría ser la continuación de ese personaje, pero en la versión que confirma las peores sospechas de todos quienes lo odiaban, porque ahora es Joe: el definitivamente siniestro protagonista de You, la serie que Netflix estrenó hace algunas semanas.

El asunto es así: Joe Goldberg es un amante de la literatura que trabaja en una librería neoyorquina y que en el primer minuto del primer capítulo conoce a Guinevere Beck, una chica que entra a la tienda sin saber en el lío que se está metiendo, porque inmediatamente se convierte en la nueva fijación del chico que no puede lucir más inocente, pero que secretamente es un acosador que cuando se fija en alguien se obsesiona por completo.

Esa manía es la historia que motiva la primera temporada de este thriller, que a pesar de estar lejos de ser una obra maestra, logra su objetivo de entretener y enganchar con una historia que es muy de estos tiempos, de la era #metoo y también de las redes sociales, las que aquí se presentan como un gran aliado para el obsesivo protagonista.

Pero más allá de eso, lo mejor que tiene la serie es la opción por narrar lo que está pasando por la cabeza de Joe, quien no es solamente un tipo manipulador, mentiroso y eventualmente violento, sino que también tiene una condición siquiátrica no diagnosticada que lo hace convencerse de que no hay nada malo en lo que hace. ¿Un ejemplo? En una de las primeras escenas, Beck se acerca para comprar un libro. Joe le mira la billetera y ve que tiene plata en efectivo, entonces cuando le paga con tarjeta de crédito inmediatamente piensa que lo hizo para que él pudiera ver su nombre.

Momentos como este se repiten, desnudando a una mente obsesiva y que va justificando de manera delirante cada decisión que toma. Así, la serie se convierte en un producto entretenido, ligeramente atemorizante y que debería ser la fábula perfecta para desconfiar de las personas que parecen muy inocentes. Y para cerrar, o al menos para proteger bajo siete llaves, todo tipo de aparatos electrónicos y redes sociales.

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