Harry Peak era uno de los tantos aspirantes a actores que circulaban por Los Ángeles. No había nacido muy lejos de ahí: su familia vivía a menos de dos horas de Hollywood. Pero luego de fracasar en castings, y de sobrevivir gracias a todo tipo de trabajos, Peak finalmente lo consiguió. La mañana del 29 de abril de 1986 apareció en la televisión. Aquel día fue entrevistado al encontrarse en la Biblioteca Pública de Los Ángeles durante el fuego que duró por más de siete horas. Sería el peor incendio en una biblioteca estadounidense. Uno que quemó 400.000 libros y dañó cientos de miles más.
Aunque claro: al parecer Harry Peak fue uno de esos testigos que vio todo demasiado cerca. Y que más tarde, cuando la policía lo visitó, no le quedó otra que cambiar su relato de lo sucedido. Lo que eventualmente lo convirtió en el principal sospechoso. Y en una figura pública.
El incendio de la Biblioteca Pública de Los Ángeles es el tema del nuevo libro de la periodista Susan Orlean: La biblioteca en llamas. Nacida en 1955, Orlean es autora de siete libros de no-ficción. Ahí está Saturday Night (sin traducción al español, 1990), donde presenta una historia oral de lo que distinta gente hace un sábado por la noche. O El ladrón de orquídeas (Anagrama, 2001), donde le sigue los pasos al horticultor John Laroche, obsesionado con la orquídea perfecta, una historia que Spike Jonze adaptó a la pantalla grande en 2002, con Nicolas Cage y la misma Meryl Streep actuando de Susan Orlean. A todo eso hay que sumarle su carrera como periodista para el New Yorker. Y si bien por mucho tiempo vivió en Manhattan, desde 2011 escribe desde la otra costa del país: Los Ángeles.
"No estaba buscando escribir otro libro. Pero entonces escuché la historia del incendio y comencé a pensar en las bibliotecas y qué tipo de lugares representan en nuestra sociedad; y bueno, cambié de planes", cuenta la autora.
La biblioteca en llamas es un libro interesante no solo por el relato de cómo el sistema de bibliotecas públicas de Los Ángeles tuvo que reestructurarse. También porque se puede leer como un estudio de California y Los Ángeles, y de la relación entre el género femenino y bibliotecas. Y asimismo porque presenta una historia personal: la de Orlean, quien creció yendo a bibliotecas con su madre, se convirtió en escritora y por eso mismo, asegura, en un momento decide quemar un libro. "Para sentir lo mismo que Harry Peak", asegura. Y acto seguido incendia las hojas de una novela perfecta para la ocasión: Fahrenheit 451 de Ray Bradbury.
"Hay cierto placer en hacer algo realmente tabú. Bueno, tal vez no es placer la palabra. Digo, al hacerlo me sentí llena de adrenalina", cuenta al teléfono mientras maneja por Laurel Canyon, a lo largo de una entrevista que incluirá variados bocinazos en medio de un taco ("lo siento, esto es vergonzosamente Los Ángeles"), así como el sonido de la policía y los bomberos de California, quienes este año han tenido más trabajo que nunca . "El fuego es una cualidad distintiva de esta ciudad. Pensamos en este como un elemento natural de acá. Imagínate que Los Ángeles tiene una temporada de incendios. Y si bien en el caso de la biblioteca obviamente el incendio no era natural, de una u otra forma también lo era. El fuego es muy propio de esta ciudad".
-"Las bibliotecas públicas en los Estados Unidos superan en número a los McDonald's", escribe. El dato me sorprendió...
-Parte de ese fenómeno es que las bibliotecas son sutiles. Están en los barrios. No las ves. Y los McDonald's son muy fáciles de ver. Hay muchas ciudades pequeñas que no tienen una librería, pero sí una biblioteca pública. En Los Ángeles, por ejemplo, hay 72 bibliotecas en la ciudad y no creo que existan 72 librerías independientes o grandes.
-En EEUU las bibliotecas también son un refugio para los vagabundos. ¿Desde cuándo ocurre esto?
-Creo que esa falta de vivienda explotó durante la era de Reagan, a partir de la mitad de los 80. Y lo digo sin ningún dato científico. Pero mi experiencia personal es que comenzó entonces. Había tan pocos lugares para que las personas sin hogar pasaran tiempo durante el día, que las bibliotecas se convirtieron en una buena opción. Piénsalo, en un centro comercial te van a echar. Además, las bibliotecas son abiertas y acogedoras, y unos de los pocos lugares donde no hay que gastar dinero. Eso las hace únicas en el panorama estadounidense.
-¿Siempre fue parte de su plan explorar la relación entre género y bibliotecas? Algunos de los mejores personajes de su libro son mujeres, como Mary Jones, la primera graduada de bibliotecología en la Biblioteca de Los Ángeles.
-No, la verdad es que no esperaba escribir mucho sobre género. Y fue realmente interesante que de repente esto se volviera un elemento indispensable de mi libro. No sabía nada de Mary Jones, tampoco que la mayoría de los bibliotecarios, hace 100 años, eran hombres. Durante mi infancia y adolescencia la mayoría de los bibliotecarios eran mujeres. Aunque ahora más y más hombres estudian bibliotecología.
-Harry Peak bien podría aparecer en una película de los Coen, ¿no le parece?
-Totalmente. Para mí era una especie de arquetipo de California, de Los Ángeles y de Hollywood. Es el tipo de soñador que quiere una vida de celebridad para sí mismo. Harry realmente era... no sé, encarnaba a la perfección cierto prototipo de esta ciudad.
-Usted escribe que las bibliotecas luchan contra el tiempo.
-Y lo hacen con éxito. Aunque son vulnerables. Una biblioteca puede quemarse y perderlo todo. Completamente todo. Pero hasta el momento las bibliotecas son la mejor forma de combatir el paso del tiempo. Protegen nuestros recuerdos, la memoria y las historias.