Llegó hasta la Universidad de Harvard en 1990 como profesor invitado. Viajó con fotografías, material bibliográfico y planos para dictar un taller que realizó sobre Vicente Huidobro en Cartagena, donde los alumnos trabajaron en diferentes propuestas. Luego de esa estadía, el decano de Arquitectura de Harvard pidió a Fernando Pérez (1950) que le recomendara a algunos de los jóvenes arquitectos chilenos del momento. Pérez le entregó una lista donde figuraban Smiljan Radic, Mathias Klotz, Alejandro Aravena, Cecilia Puga y Sebastián Irarrázaval. Todos quienes en algún momento fueron sus alumnos en la Escuela de Arquitectura de la UC.
Hoy sus ex estudiantes lo retratan como un profesor inteligente, profundo y con una mirada integral de las cosas. Habilidades que Fernando Pérez Oyarzún tendrá la oportunidad de aplicar durante los próximos tres años en el Museo Nacional de Bellas Artes, tras haber sido escogido como nuevo director en el concurso del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, que tuvo a 58 postulantes.
Académico de la Escuela de Arquitectura de la UC desde 1975, Pérez era uno de los profesores que dictaba clases en el primer año de la carrera. "Él era capaz de mirar lo que uno hacía y de hacerte ver lo bueno o lo malo que tú estabas haciendo, siempre con un nivel de alta profundidad", comenta Sebastián Irarrázaval, quien tuvo a Pérez como profesor en talleres y en Teoría e Historia de la Arquitectura.
La seriedad y el rigor lo caracterizaban en sus clases, pero sin ser un personaje lejano a sus estudiantes, con quienes siempre se mostraba dispuesto a conversar. "Yo recuerdo haberme acercado a él y haberle preguntado qué libros me recomendaba, por ejemplo", cuenta Irarrázaval.
La arquitecta Cecilia Puga también ha compartido de cerca con Fernando Pérez. Lo tuvo como profesor de título. "Es una persona a la que los alumnos terminando las clases le agradecen", recuerda. Su experiencia va más allá: también han trabajado juntos en proyectos posteriores. El más reciente, la restauración del Palacio Pereira, ubicado en Huérfanos con San Martín, y donde Pérez ha volcado sus conocimientos en conservación patrimonial. "Ha sido un apoyo incondicional y certero en cada decisión que hemos ido tomando, justamente por esta capacidad de comprensión de la realidad que tiene", comenta Puga.
De cara al nuevo desafío de dirigir el Museo Nacional de Bellas Artes, sus discípulos reciben con entusiasmo la noticia y destacan sus capacidades.
"Fernando Pérez es una persona muy inteligente, lo cual garantiza una necesaria racionalidad en la futura gestión del cada vez más desfallecido Museo Nacional de Bellas Artes", señala Smiljan Radic, quien dice que lo primero que debería hacer es asegurar "que las obras de arte puedan realmente ser expuestas".
Más allá de aprensiones de algunos en el medio artístico, Cecilia Puga y Sebastián Irarrázaval coinciden en una cosa: la apertura y disposición de Fernando Pérez. "Él es capaz de liderar y aunar criterios. Es una persona dialogante, pero firme al mismo tiempo, que tiene convicciones, pero no son basadas en prejuicios", explica Puga. Mientras que Irarrázaval confía en una gestión abierta a todas las áreas. "El mundo del arte puede estar tranquilo que su gestión será inclusiva de todas las sensibilidades. El que una persona del calibre de Fernando dirija el Bellas Artes será excelente para el museo".