Abrazo de hermanos. Ese es, por ahora, el título tentativo del disco en el que actualmente trabajan el argentino Pedro Aznar y el chileno Manuel García. Un proyecto que desde ya califica entre las más destacadas sociedades musicales en la historia de ambos países, y cuyo primer capítulo data de hace más de una década, cuando el ariqueño teloneó al ex Serú Girán durante una gira por el sur de Chile. Para García, esos primeros encuentros con su colega trasandino fueron especialmente reveladores, y -según cuenta- lo ayudaron a resolver un conflicto interno: si inclinarse hacia el folclor o hacia el rock. Finalmente decidió hacer ambas cosas, por lo que no duda en destacar a Aznar como "uno de mis referentes y el artista latinoamericano más importante que tenemos hoy".

Para el autor e instrumentista bonaerense, en tanto, será su segundo dúo con un colega de apellido García. De largo y fructífero historial colaborativo (Spinetta, David Lebón), es con su compatriota Charly García con quien firmó algunos de sus trabajos más memorables, tanto en el grupo Serú Girán como en la saga de discos Tango. "Hay un hermandad musical muy potente", comenta desde Argentina, "una comprensión muy profunda de uno con el otro de lo que queremos decir con nuestra música y poesía. Y esa comprensión propicia un encuentro que es muy fructífero".

El proyecto, como todo lo que han hecho ambos, va en serio: en los próximos días liberarán un primer adelanto del material que trabajan hace cuatro meses -primero a distancia y luego juntos en un estudio de Buenos Aires- y en marzo esperan presentar el LP completo, que incluirá temas compuestos por ambos y versiones para clásicos de los dos lados de la cordillera; desde Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui a Los Bunkers y Gustavo Cerati. Luego, en mayo, vendrá una gira por Chile, con una fecha ya confirmada en el Movistar Arena para el sábado 25.

Pese a la proximidad y a las similitudes, no hay muchos ejemplos recientes de trabajos de este tipo entre artistas chilenos y argentinos. ¿Qué los impulsó a romper esas barreras?

P. A.: Lo que estamos encarando es una relación musical entre los dos países y un tributo a la hermosa historia de música popular entre Chile y Argentina. Hemos ya compuesto alrededor de ocho o nueve canciones nuevas, de las que ya hay dos terminadas y masterizadas, y el proyecto se completa con música de autores célebres de ambos países, un abanico muy amplio de estilos.

M. G.: La idea es que podamos compilar algunas canciones latinoamericanas, también interpretar clásicos de uno y de otro, pero tal vez uno de los fundamentos más relevantes de este proyecto son las nuevas composiciones que estamos realizando a cuatro manos. Y eso necesariamente está vinculado a ciertas urgencias actuales de comentar, conversar y entender, desde la canción, nuestras realidades contemporáneas como latinoamericanos.

¿En qué medida este proyecto se vincula con la agitada coyuntura que vive Sudamérica? ¿Hay en este dúo, más allá de las letras, una declaración de principios?

P.A.: La declaración de principios es celebrar la canción latinoamericana y particularmente la del Cono Sur. Y estrechar este vínculo que me une a mí a Chile y a Manuel a Argentina, como ciudadanos de nuestros países musicales, con este abrazo de naciones hermanas que tiene muchísimo más para decir. Un tema que grabamos, "La reja", habla precisamente de algo muy urgente y angustiante en este momento en Latinoamérica, que son los movimientos de inmigrantes y los refugiados. Con Manuel compartimos en gran parte una mirada política y social, y esta música que estamos escribiendo tiene un ojo muy enfocado sobre eso.

M. G.: Creemos estar proponiendo algo que va a despertar inquietud, conversación, puntos de vista. Esto, dentro de un contexto más general, de una necesidad humana de integrar y que va dentro del esquema de lo inclusivo, versus lo exclusivo. Creo que (en Chile) siempre nos estamos midiendo con Argentina, pero Argentina en muchos aspectos ha sido un hermano mayor nuestro como pueblo, y para suerte de nosotros, un hermano dialogante. Pedro es un gran ejemplo, ha trabajado a Neruda, a Víctor Jara, y prueba de ello es que ha decidido ahora trabajar con uno de sus más fervientes admiradores.