Viernes, 10.30 de la mañana. Los más de 70 integrantes de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil (OSNJ) llegan a la sede de la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles (FOJI), se instalan con sus instrumentos, y apenas el reloj marca la hora, el director residente, Juan Pablo Aguayo sube al podio y da comienzo al ensayo. Suenan extractos del Concierto para violín N°1 de Max Bruch, y la Sinfonía N°1 de Johannes Brahms. "Tienen que tener conciencia de lo que están tocando", les dice Aguayo en una de las varias interrupciones que hará a lo largo del ensayo para hacer ajustes y recomendaciones a sus músicos.
Fue uno de los últimos ensayos que la OSNJ tuvo antes de partir a Chillán, donde se presentarán hoy en el Teatro Municipal. Luego, siguen su viaje hasta Frutillar para un concierto en el Teatro del Lago este jueves 31. Ambas presentaciones estarán dirigidas por Maximiano Valdés (1949), el nuevo conductor titular de la orquesta que estuvo dos años acéfala tras doce al alero de José Luis Dominguez. Max Valdés asumirá el rol por los próximos tres años, al mismo tiempo que dirige la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico.
La OSNJ fue creada en 1992 por el fallecido maestro Fernando Rosas. Nueve años después se formó la FOJI, institución que hoy cuenta con 18 orquestas a lo largo del país, tres en la Región Metropolitana y 15 en regiones. La OSNJ es la más antigua y, tal como la FOJI, tiene dos columnas vertebrales: el desarrollo artístico de los integrantes y la labor social que busca amparar a menores vulnerables.
La palabra de Max Valdés
La Fundación tiene un presupuesto de alrededor de 3 mil millones de pesos anuales del Ministerio de las Culturas y tiene dos metas inminentes: descentralización e infraestructura. Desde 2001 la FOJI tiene sus dependencias ubicadas en Balmaceda 1301, atrás de la Estación Mapocho, pero es insuficiente. "El salón de ensayo acústicamente es inapropiado y pequeño", dice Juan Pablo Aguayo.
Además existe la intención de fortalecer las orquestas y el nuevo director titular Max Valdés lo resume así: "El próximo paso será consolidar este proyecto de manera que tenga mayor continuidad, con una temporada regular y una sede para sus actividades". Y se fija una vara alta: "Existe la voluntad de convertirla en lo que hoy representa la Orquesta Sinfónica Simón Bolivar de Venezuela en el mundo de la música".
Si Maximiano Valdés tiene una clara línea de ruta artística, la directora ejecutiva de la FOJI Alejandra Kantor analiza la institución desde una perspectiva más global. "La Fundación ha crecido un montón en cantidad de conciertos, de becados y de beneficios por el mismo presupuesto", dice.
Durante 2018, realizaron 164 conciertos en todo Chile, y ahora tienen cerca de 1.500 niños y jóvenes beneficiados con becas de mantención, alimentación o alojamiento. Además, cuentan con una central donde albergan 1.500 instrumentos para préstamo a todas las orquestas de la FOJI, tanto en Santiago como en regiones.
"El principal beneficio es la práctica orquestal, darle a los jóvenes la posibilidad de que en su desarrollo musical puedan tener una experiencia orquestal", comenta Kantor. Bajo esa lógica, han recibido a importantes directores invitados, entre ellos el venezolano Gustavo Dudamel, director de la Filarmónica de Los Angeles, que el año pasado dirigió a 90 jóvenes de la FOJI.
La voz de los músicos
Los instrumentistas de la OSNJ tienen entre 16 y 24 años, muchos son de Santiago; otros vienen de Valparaíso, Coquimbo y el Maule. Todos ingresan de la misma forma: en audiciones anuales y con un repertorio definido. Quienes obtienen las mejores notas califican y pueden ser parte de la orquesta desde marzo a febrero. Los jóvenes reciben un aporte económico desde la fundación que va entre $158.000 y $ 230.000 mensuales, además de becas de alimentación y otros beneficios según los casos. "Partí por iniciativa propia, en mi familia no hay ningún músico. Llevo un año en la orquesta, y nuevamente quedé seleccionado", cuenta Juan Pablo Moyano (23), primera flauta, quien además estudia Interpretación Musical en Valparaíso.
Muchos de los jóvenes estudian en conservatorios, el colegio o la universidad. Además asisten a los ensayos parciales, donde una vez a la semana practican por grupos con instructores. También están los ensayos tutti junto al director Juan Pablo Aguayo. "Me junto con ellos una o dos veces a la semana, después de sus clases. En general, las actividades de la orquesta son desde las seis de la tarde en adelante", comenta Aguayo, quien es flautista de la Orquesta Sinfónica de Chile.
Participar de la OSNJ implica compatibilizar los tiempos. "Es difícil coordinar entre la universidad y la Sinfónica, pero no es imposible. Es agotador, hay que reconocerlo, pero es algo que uno se imagina que va a pasar", cuenta la fagotista Montserrat Tapia (22), estudiante de Interpretación Musical en la UC y quien continuará en el periodo de 2019.