Don Shirley no sabe cómo comer un buen pedazo de pollo frito sin ensuciarse su traje de mil dólares y su guardaespaldas Tony Vallelonga es incapaz de poner una sola palabra con clase en una carta de amor a su esposa. Shirley, a quien le gusta ser llamado "doctor Donald Shirley", y Vallelonga, que prefiere su apodo callejero de "Tony Lip", tienen bastante que aprender el uno del otro. La carretera y el tiempo los esperan para muchas lecciones en conjunto: durante dos meses, Tony será el chofer y guardaespaldas de Don en una larga gira al Sur profundo de Estados Unidos. El año es 1962 y la jauría de racistas blancos acecha en todas las esquinas del camino.

Mitad road movie y mitad historia fraterna, Green Book es la nueva película de Peter Farrelly (1956), que junto a su hermano Bobby Farrelly (1957) ha desarrollado una exitosa y muchas veces ingeniosa carrera como cineasta de comedia. Co-director y co-guionista de Una pareja de idiotas (2004), Loco por Mary (1998) o Irene, yo y mi otro yo (2000), Farrelly siempre tuvo habilidad para pasarse de la raya en lo "políticamente correcto" e incomodar al espectador.

En Green Book, donde dirige sin Bobby, se pasó al lado de las llamadas "feel good movies" (cine de buenos sentimientos): cintas que suelen ir al Oscar, se basan en casos reales y , cuando están en las manos apropiadas, alojan calidad. En este caso, la química entre Viggo Mortensen como Tony Lip y Mahershala Ali como Don Shirley la impregnan de buen nivel. El resto lo hace el oficio de Farrelly, aprovechando el buen "timing" de los actores.

El filme ganó tres Globos de Oro en la categoría Comedia o Musical, aunque en rigor no es ni comedia ni musical. Ahora está nominada a cinco Oscar, algo que ni en sus sueños más disparatados de su juventud como mesero en un bar costero del sur de Massachusetts, Farrelly hubiera soñado. Va por Mejor película, Actor principal (Viggo Mortensen), Actor secundario (Mahershala Ali), Guión y Montaje.

Viaje a la intolerancia

La historia de Green Book se basa en un caso real y sucede, gran parte, arriba de un Cadillac color calipso. Es ahí donde Don Shirley le cuenta algo de su vida a Tony Lip: se topan con policías intolerantes, señores poderosos del sur, mano de obra negra en la carretera. A pesar de tener éxito en el norte de EE.UU., Shirley quiere ir a los peligrosos y racistas ex estados de la Confederación. Cree que es su deber y Tony es el mejor para guiarlo y protegerlo.

Don, educado y siempre de impecable traje, le enseña modales a Tony, le dice cómo usar bonitas palabras para su esposa y le cuenta que siempre quiso ser un pianista clásico, pero que la compañía discográfica le aconsejó que se dedicara al jazz o a algo más pop. En fin, le dijeron eufemísticamente que un negro jamás sería respetado como intérprete clásico. Por eso toca música inclasificable, mezcla de Rachmaninov con Ellington y blues. A su manera es un artista único.

Tony Lip es un padre de familia de buenos sentimientos, pero horizontes estrechos. La breve relación con Shirley le expandirá el norte, lo hará probar el mal sabor del racismo y en más de alguna oportunidad deberá salvar a su jefe: cuando éste tenga la mala ocurrencia de meterse en un bar o restaurante de blancos, Lip evitará la golpiza.

El título de Green Book deriva de la popular guía de viaje homónima, del afroamericano Victor Hugo Green que por 30 años indicó los hoteles, posadas y restaurantes que los ciudadanos negros podían usar en el sur sin ser discriminados. Generalmente, eran lugares modestos en comparación con sus contrapartes blancas.

Así se daba la paradoja de que mientras Shirley daba un concierto en una mansión de Alabama o Tennessee ante una audiencia de blancos no podía usar el comedor donde todos, incluyendo su chofer Tony Lip, cenaban. Si quería ir al baño debía salir al jardín y ocupar una cabaña de un metro por dos. Pero más allá de las execrables barreras sociales de Estados Unidos, la película también habla de los prejuicios mutuos y de empatía entre dos personas que aparentemente no tienen nada que ver. En este caso un guardaespaldas con conexiones con la mafia y un pianista afroamericano que se siente extranjero entre los blancos y, tristemente, también entre sus hermanos negros.

Al respecto, el actor Viggo Mortensen comenta en una entrevista proporcionada por la distribuidora Diamond Films: "La ignorancia sobre los demás, y con eso me refiero a la ignorancia de una persona con educación universitaria como Don Shirley y una que no terminó el colegio como Tony Lip, siempre debe abordarse. Se trata de las limitaciones de las primeras impresiones, lo que no sabemos y no podemos saber acerca de una persona cuando nos encontramos por primera vez".

En tiempos de creciente racismo en EEUU, el actor nacido en Nueva York y criado en Argentina afirma: "Una historia como Green Book es oportuna en este momento, pues muestra el modo que la experiencia compartida puede mitigar la ignorancia y los prejuicios".

Pero las últimas palabras siempre están mejor dichas por quienes vivieron la humillación en directo. El propio y orgulloso Don Shirley, que murió en 2013 a los 86 años un par de meses después que Tony Lip, explicó a The New York Times su vida: "No soy un artistas de variedades ni un 'entertainer'. Pero corro el riesgo al ir a un club nocturno. No quiero que me den palmadas en la espalda y me digan 'bien hecho'. Lo que he tratado de hacer en mi vida es vivir la experiencia de ser negro, pero con un sentido de dignidad".